"Papá: si piensas que siempre tengo que ser el mejor, no vengas a verme"

"Papá: si piensas que siempre tengo que ser el mejor, no vengas a verme"

"Debemos aprender a acompañar a nuestros hijos como espectadores", dice un psicólogo. "Oí a un padre gritarle a su hijo que era 'un pelotudo'", cuenta un entrenador. "Que nuestras frustraciones no se interpongan", insta una pediatra.

APRENDAMOS A PASARLA BIEN, NO A GANAR. La solución pasa por los programas de concienciación a los padres, madres y familiares, considera un experto. IMAGEN TOMADA DE YOUTUBE APRENDAMOS A PASARLA BIEN, NO A GANAR. La solución pasa por los programas de concienciación a los padres, madres y familiares, considera un experto. IMAGEN TOMADA DE YOUTUBE
03 Noviembre 2022

Papá, no quiero que vengas a verme al partido.

Si piensas que siempre tengo que ser el mejor, no vengas.

Si para vos el resultado es lo más importante, no vengas.

Si no puedes soportar que esté en el banco, no vengas.

Si te vas a enojar cada vez que falle, no vengas.

Si vas a gritar al árbitro cada vez que crees que se equivoca, no vengas.

Se venís, vení a disfrutar, a alentar y a descansar.

Yo solo quiero ser feliz.

Con esas palabras, se ha lanzado en España, un par de años atrás, una campaña de la escuela deportiva Fundación Brafa contra los padres hoolingans en el fútbol, denominación que alude a los adultos que no son capaces de desvincularse de la competitividad del juego infantil y se dejan llevar por sus emociones.

La lista de intervenciones va desde ingresos a la cancha; insultos a los árbitros; reproches al propio hijo; indicaciones técnicas y un largo etcétera. "Estas personas, muchas veces de manera inconsciente, proyectan sobre los hijos tanto sus expectativas de éxito como sus frustraciones deportivas. Terminan cargando a los niños de una excesiva presión. Y al final los desmotivan", reflexiona Esteban Robles, psicólogo especializado en el área deportiva.

- ¿Qué es lo que más le preocupa de los papás invasivos?

- Un niño, cuya subjetividad está en desarrollo, no cuenta con palabras para expresar lo que le sucede. Pero a través del juego sí puede volcar sus emociones. Entonces resulta lamentable que ese espacio de deporte, de recreación y de expresión se contamine con el componente competitivo.

- ¿Le parece que los clubes podrían hacer algo al respecto?

- No existe un manual que nos enseñe a ser padres o madres. Sería interesante que las escuelitas deportivas abran espacios para trabajar con los papás, para que el proceso de ponerles distancia no sea necesariamente expulsivo.

- Desde la psicología, ¿qué les diría usted a estos padres?

- Los adultos que acompañan a sus hijos en las prácticas deportivas deben poder reconocer lo que les es propio. Esto significa que en ese proceso de acompañamiento surgen emociones que corresponden a su historia; no son las emociones de los niños.

- Podría enumerar algunas acciones anti hooligans.

- En primer lugar, los padres tienen que pensar que sus hijos sólo deben rendir en el colegio. Cualquier práctica deportiva debe ser un espacio de diversión. Segundo, las únicas preguntas que les deben hacer a sus hijos al finalizar es 'si se han divertido' o 'cómo se han sentido'. Rescatemos nuestra función como padres que permiten, que promueven y que acompañan el proceso de sociabilización.

Desde la mirada de Dolores Lynch Pueyrredón -médica de niños y adolescentes formada en el Hospital Ricardo Gutiérrez de Buenos Aires- estos comportamientos responden a la violencia y a la fustración del adulto. "¡Qué loco todo esto, por favor!", exclama y enseguida recuerda el caso que dos días atrás conmocionó a la opinión pública, cuando se vieron imágenes de un ciudadano chino que golpeó brutalmente a su hija de 14 años en una cancha de tenis de Serbia.

"Que nuestros hijos practiquen deporte depende de nosotros. De que nosotros les propongamos, los llevemos, los acompañemos, los dejemos que prueben. El deporte es mucho más que una actividad física. Es aprender compañerismo. Es aprender normas. Es aprende a esforzarse. Es aprender a perder. Es aprender a alentar al otro. Es aprender a ceder un espacio. Es aprender a festejar lo propio y lo de del otro. Que nuestras imperfecciones y frustraciones no se interpongan. Que nuestros hijos sean felices. Tolerancia cero a cualquier tipo de violencia", expresa Lynch Pueyrredón.

Cuando se consulta al entrenador infantil Adrián Vallejo sobre los padres hoolingans, rescata que uno de los aspectos más relevantes del deporte es que funciona como precursor de la sociabilización, de la salud y del desarrollo físico y evolutivo. Y trae aparejados consigo otros buenos hábitos, como una alimentación saludable y un buen dormir.

"En edades tempranas ayuda el desarrollo óseo, muscular, cognitivo, motor y coordinativo. Incluso aleja a los chicos del sedentarismo, los saca de la rutina del colegio y les enseña a superarse, a cooperar, a dejar atrás la timidez y a convivir. En definitiva, el deporte es la mejor herramienta para que un niño se forme como un adulto sano y feliz", enseña este profesor de educación física y propietario de la escuelita de fútbol infantil Quara.

Por estas razones, refuerza la idea de que el propósito no es ganar, sino utilizar la actividad física como una herramienta para educar y formar. Sin embargo, en ocasiones estos valores son arrastrados. Un par de meses atrás, tras un partido que disputó su escuelita, oyó a un padre gritarle a du hijo que era 'un pelotudo' y que 'no sabía hacer las cosas'. "Me acerqué y le recordé que esa personita a la que le estaba vociferando tenía 10 años", relata hoy. Al rato, el hombre se acercó y pidió disculpas. "Es importante que el padre sienta la misma felicidad que siente el niño al entrar a una cancha", concluye.

Hooligan es un anglicismo utilizado para los hinchas de nacionalidad británica que producen disturbios o realizan actos vandálicos.

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