El riesgo de ser “el tonto del medio”

El riesgo de ser “el tonto del medio”

El juego de la política o la política de los juegos pone en jaque a los distintos actores de la vida pública. El solitario de Alfaro; la Loba de Bussi y Milei y las partidas de Truco de más de uno. La obra pública, una especie de payana.

El riesgo de ser “el tonto del medio”

Cuando salimos de la rutina y nos preguntamos sobre la esencia de algunas cuestiones, los filósofos levantan la mano, se sientan en un bar (si tienen árboles y viento, mejor) y responden con aire de suficiencia y sabiduría a la vez, que “es aquello que constituye la naturaleza de las cosas, lo permanente e invariable de ellas”. Los seres humanos tienen varias de esas características que los hacen esencialmente humanos (valga la redundancia), pero inevitablemente, el juego y la política son recurrentemente vitales.

“Quien quiera saber qué es la religión, que observe la política; quien quiera saber qué es la política, que observe el deporte; quien quiera saber qué es el deporte, que observe la religión”. Nos hacía pensar el genial tucumano Samuel Schkolnilk, mostrándonos parentesco de la vida social.

Lo ineludible es ver cómo el juego y el deporte nos permiten entender otras actividades grupales, entre ellas la política que es como decir el grupo mismo. Si seguimos esta idea la pareja presidencial parece un clásico del box.

Es inevitable ver a Cristina y a Alberto como dos púgiles subidos al ring. Se arrojan trompadas en forma desenfrenada sin importarles el daño que puedan generarse y generar a los demás.

Algo parecido podríamos decir de los dos principales referentes tucumanos que en estos momentos están en un verdadero clinch. Esta técnica sirve para bloquear los brazos del adversario, enredarlos y evitar así cualquier ataque del oponente. Abrazados en medio del ring, Juan Manzur y Osvaldo Jaldo disfrutan del paso del tiempo sin que ninguno moleste al otro.

A la política siempre le queda mucho por aprender –será por eso que los que la juegan nunca se aburren y menos la abandonan- y debería rescatar del deporte algunas cosas. Por ejemplo que nadie empieza un juego sin saber antes cuáles son las reglas. Y cuando no hay un reglamento (basta imaginar haciendo una jugada y que las posibilidades de mover cambien cada vez) no es que cualquiera puede hacer de todo sino que en realidad nadie hace nada. Si se quitan las normas, se desarma todo. Lo opuesto a la libertad no es el orden sino el caos. Esto es lo que ha ocurrido con el Consejo de la Magistratura. Y, ante el desinterés de los jugadores por acatar las reglas del juego, toda la sociedad termina en estado de crispación. Es que sin reglas, no hay juego. La libertad misma nace de una norma. El individuo solo no puede autorregularse, por eso todo fue un verdadero caos institucional.

Y esta semana, ¿a qué jugaron los políticos tucumanos?

Clue

En la Casa de Gobierno desplegaron el Clue, aquel juego que en 1944 el inglés Anthony Pratt y su esposa inventaron para descubrir quién, dónde y con qué se realizó un asesinato. El ministro de Obras Públicas de la provincia no tenía, precisamente, que descubrir quién mató a quién pero sí debía abrir el tablero para determinar las habitaciones (¿reparticiones?) y los responsables de ejecutar (o no) las obras comprometidas para los tucumanos. El ministro Fabián Soria se arrodilló en el piso, se arremangó la camisa y sobre el tablero puso una a una las pistas que tenía en la mano.

La pesquisa de Soria no encontró un asesino determinado, como indican las reglas de Clue, pero sí halló varios culpables de no haber firmado los proyectos; de no haber elaborado las escrituras correspondientes; de no subsanar las observaciones que había hecho el Tribunal de Cuentas y hasta de no elaborar los informes imprescindibles para que la Nación pudiera liberar los fondos para que se hagan las obras. Son varios miles de millones los que se quedaron frenados por la negligencia operativa de varios funcionarios del Gobierno tucumano. Después de leer las pistas que descifró el ministro Soria nadie descarta que en el momento más inesperado haya nuevos jugadores en el tablero. Tampoco se puede olvidar que las obras públicas en Tucumán, a diferencia de lo que pasa en otras provincias, son como la payana. Se arrojan (anuncian) muchas para arriba, pero son muy pocas las que terminan en la mano (concretándose).

Los porotos

Al Truco juegan todos de memoria. Se hacen señas, se mienten y haciendo gala de la mejor picardía cada uno saca sus ventajas. Los porotos son aportados por las encuestadoras que deciden administrar cada gesto, cada grito y les ponen los tantos que al final consiguen. Curiosamente, siempre quienes contratan las encuestas suelen aparecer con unos cuantos porotos más que aquellos que no aportan. Así sobre el escritorio del Gobernador de la provincia hay quienes vieron que el mandatario provincial puede sumar 30 puntos (alcanzan para ganar al Truco, pero no una elección). En el pelotón que lo sigue está el radical Roberto Sánchez, el peronista disidente de Juntos por el Cambio, Germán Alfaro y el fiel manzurista Pablo Yedlin. Salvo Sánchez, quien estaría en “las buenas” con 19 puntos, los otros se mantendrían en “las malas” con 11 y 8 puntos respectivamente.

Manzur es un viejo truquero, pero le gustan todos los juegos y tuvo su generala y la doble: “Tachame la triple” podría decir si él pusiera las reglas de juego. En el Truco, en cambio, es él el pie en esta mano y recibe y distribuye señas. Por eso el senador Yedlin jugará las cartas que le indique el Jefe de Gabinete aunque, si por él fuera, seguiría jugando en el Senado de la Nación. Mientras Jaldo y Manzur no salgan del clinch, el hombre de Trancas sabe que, avanzando y aún retrocediendo casilleros, como en la Oca, llegará finalmente al sillón de Lucas Córdoba. En cambio, en el manzurismo los candidatos a vice podrían hacer un equipo de fútbol 5. Está claro que el capitán es Manzur y el subcapitán, Yedlin. En tanto, los intendentes de Trancas, de Lules, de Monteros y de Burruyacu prestan sus canchas para que se entrene el taficeño Javier Noguera y no falte en aquel quinteto. Los otros dos jugadores, sin tanta hinchada ni respaldo, son Sergio Mansilla y Carlos Najar. Los tres intendentes vienen de jugar en las ligas menores y ya quieren saltar a las mayores.

Solitario

En la Capital, Alfaro juega al solitario. De eso se dio cuenta Jaldo, que no quiere saber nada de jugar con el intendente de Capital y, por lo tanto, para que a nadie le quede dudas, no le recibe ni una carta protocolar al Lord Mayor. Cuando Alfaro salió a decir que gobernar no era aumentar ministerios, la contestación de Jaldo no fue precisamente dirigida al que juega al solitario, sino fue un mensaje para que oyeran los dirigentes de la Capital que parece que ni al “Antón pirulero” se dedican porque no pareciera que atiendan su juego.

Motonauta

En el radicalismo la normalización no termina de contagiar tranquilidad. Roberto Sánchez pareciera haber dejado el automovilismo por la motonáutica. Festeja su presidencia en la UCR como celebraba Daniel Scioli sus triunfos de motonauta, una categoría creada casi a su medida. Y, a propósito, más de uno compara al actual diputado tucumano con el embajador de Brasil. Es que ante los peores embates responde con mensajes de paz y amor como lo hacía Scioli en épocas en la que era candidato a presidente y los cristinistas lo trataban peor que hoy a Alberto.

A la Loba

Mientras Jaldo siga las reglas del juego impuestas por Manzur no tendrá mayores inconvenientes para coronarse. En cambio, en la oposición son varios los maratonistas anotados para la final. El problema que competir para una interna les costará tan caro que después no tendrán plata suficiente para competirle al oficialismo en la carrera final. Mientras Alfaro y Sánchez hacen ejercicios precompetitivos nadie puede olvidar la partida de Loba eterna de Ricardo Bussi, preocupado siempre por sacar un (-10) para la oposición... Es que esos menos diez que él puede sumar les restan a los otros a la hora de los cómputos finales. Algo parecido ocurre con Javier Milei a nivel nacional.

Y el último jugador de la oposición es Sebastián Murga, quien se entretiene con el juego del Estanciero. Da vueltas y vueltas al tablero tratando de sumar para llegar lo más fortalecido que pueda a la instancia de una interna porque aunque su juventud política le recomiende prudencia, nunca descarta su decisión de ser gobernador. “Le faltan fichitas de chacras y estancias”, diría un experto jugador de El Estanciero.

Procrastinación

A principios de semana, un importante número de funcionarios y hasta el propio gobernador fueron a la fiesta del ministro de la felicidad. Allí se festejaron los miles de autos que pasearon, pasajeros que visitaron y camas que se destendieron con motivo del fin de semana largo. Pero en materia turística el Gobierno y el sector privado aún no deciden qué juego poner sobre la mesa. Es que hacer muchas “pataditas” y “cañitos” no asegura el triunfo en el partido. Tucumán tiene paisaje y algunos proyectos pero aún no está el producto que permita verlo crecer. Hace 40 años que se sigue procrastinando mientras las provincias vecinas completan con gastronomía, estadios, servicios e interconexión sus bellezas. Da la sensación de que la provincia tiene el trigo, pero no sabe cómo producir el pan. Y lo que es más grave muchas veces a la misma materia prima se la descuida, con calles rotas, obras paralizadas o museos cerrados.

Es indudable que el hombre vive con intensidad la política y el juego como dos esencias que motivan su existencia. En el medio una sociedad participa como uno más, aunque muchas veces siente que es el espectador de esas rifas en la que alguien ya compró todos los números o simplemente es el “tonto del medio”.

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