La lista de Harris

La lista de Harris

Sexualmente hablando

La lista de Harris

Por Inés Páez de la Torre

Psicóloga

En Inglaterra, entre 1757 y 1795, circuló Harris’s List of Covent Garden Ladies, un directorio anual de las prostitutas que trabajaban en el entonces Londres georgiano, con tiradas que llegaron a alcanzar los 8.000 ejemplares.

Se describían la apariencia física y las especialidades sexuales de entre 120 y 190 prostitutas que ofrecían sus servicios en Covent Garden (zona de tabernas y del mercado de frutos) y sus alrededores. Se atribuyó su autoría a un tal Samuel Derrick, quien, se cree, tomó el seudónimo del proxeneta Jack Harris.

A medida que la opinión pública comenzó a volverse contra el comercio sexual en Londres y los reformadores pidieron a las autoridades que tomaran medidas, los involucrados en la publicación fueron multados y encarcelados en 1795, cuando apareció por última vez. Dicen que al final su contenido era más crudo y carecía de la originalidad de las primeras ediciones. Algunos escritores modernos tienden a considerar la lista, por su prosa erótica, como una publicación más bien diseñada para el “disfrute sexual solitario”.

Miss Sims: “Alta como un granadero hasta el punto que no podamos resistir su talla, sus ‘bajos fondos’ están lejos de contar con una gran capacidad, pero, como sucede con una bota bien hecha en la que el pie entra con cierta dificultad, resultan muy estrechos y producen un goce sin igual al cliente”.

Mrs. Dood: “Sin lugar a dudas, está cerca de los 40, es más bien gruesa y de poca estatura, pero en conjunto tiene buena apariencia. Si bien no nos dispone rápidamente para el ataque, es poseedora de una colección de láminas que ponen en estado de alarma al miembro dormido. Es perfecta en el arte de restaurar la vida con su mano suave como el vientre de una tortuga. Después de darnos una perfecta noche de placer, nos sentimos muy satisfechos y nos sirve una taza de reconfortante té por la mañana, por sólo una libra”.

Mrs. Chinsherline: “Hija de un banquero de la City, sufrió la quiebra de su padre y calmó sus ardores a base de brandy. De temperamento especialmente caliente, sobre todo cuando se halla achispada por su licor preferido, se entrega a interminables libaciones, ávida de observar el culo… de la botella”.

Miss Johnston: “Sería capaz de hacer que un monje renegara de su voto de castidad o que un musulmán creyera que ha caído en las manos de una hurí del Paraíso. Es tan cuidadosa de su salud que, antes de recibir una guinea, examina cada centímetro de las partes de su cliente”.

Miss Cowper: “Esta humilde muchacha sabe agradecer una corona. Acaba de visitar a sus padres, en Derbyshire, y ha vuelto, fresca, a lo suyo”.

Miss Corbet: “Con respecto al precio, se atiene a una regla rígida. Considera que la medida estándar de un miembro es de 20 cm y descuenta una guinea por cada centímetro de menos”.

Una mención especial merece Miss Kilpin. Se la describía como “una hermosa mujer de unos 20 años, alta y de figura estilizada, de encantadores ojos negros y cabellera morena que cae en rizos sobre su espalda, y no lleva un ápice de maquillaje”.

Al parecer era única, ya que nunca iba a la casa de un hombre y, como máximo, se dejaba acompañar en un coche de caballos, sin aceptar jamás dinero por ello. La lista la suponía esposa de un alto dignatario, que no encontraba satisfacción en casa. En cuanto a su afición por los coches, Harris puntualizaba: “Los movimientos ondulantes del coche, con algún bache ocasional, contribuyen, y no poco, al placer del momento culminante, siempre que todo se halle en su sitio”.

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