Cali Lassalle: el arte de mostrar ese “qué sé yo” de las “callecitas” de Buenos Aires

Cali Lassalle: el arte de mostrar ese “qué sé yo” de las “callecitas” de Buenos Aires

Aunque la gran ciudad ha cambiado mucho desde los años 60, su atractivo está intacto y nunca decayó pese a la crisis, dice la experta en turismo receptivo. La magia del Teatro Colón y el encanto de Puerto Madero.

Cali Lassalle: el arte de mostrar ese “qué sé yo” de las “callecitas” de Buenos Aires

Su voz jovial denota su larga experiencia de conocedora de las maravillas de las “callecitas” de Buenos Aires, que tienen ese “qué sé yo”, como dice la “Balada para un loco”. Cali Lassalle comenzó trabajando en su juventud como guía de turismo en la ciudad de Buenos Aires. Conseguir el trabajo no fue difícil: una conocida contaba siempre sus anécdotas como guía de turismo y a ella le sedujo la idea. Un día la llevó a conocer la agencia que la convertiría en profesional del oficio City Service Travel Agency. “En ese momento había pocas agencias de turismo receptivo. Los dueños de esa agencia eran ‘anglos’ y luego se vendió”, cuenta a LA GACETA vía teléfono.

Luego de capacitarse acompañando a sus compañeros guías en sus recorridos, llegó su primer tour. Lo recuerda con claridad: “fue en 1964, el 6 de noviembre. Éramos cuatro autos de esos grandes, con siete asientos y parábamos por aquel entonces en cualquier lugar. Hoy hay lugares en donde no se podría parar, como la Facultad de Ingeniería en Buenos Aires, por la seguridad”, se lamenta.

La ciudad de Buenos Aires era otra. Aunque no estaba muy desarrollada turísticamente, su encanto estaba intacto. Por aquel entonces llegaban muchos turistas de Estados Unidos, recuerda Cali, y uno de los paseos obligados era el barrio de La Boca, sin los restaurantes y ferias. “En los tours hacíamos cosas impensadas: entrabábamos a una escuela a ver a los chicos que nos saludaban y hacían algunas preguntas a los turistas ¡y hasta visitábamos el taller de Benito Quinquela Martín!”

- ¿Qué era lo que más impactaba sobre Buenos Aires a los turistas?

- La edificación. Mucha hoy no existe. Cuando transitábamos por Avenida de Mayo los turistas mencionaban que era igual a París o Barcelona. Nosotros circulábamos mucho por la parte céntrica de Buenos Aires y los parques también llamaban la atención: Parque Lezama, Palermo.

- ¿Notaba algún prejuicio por parte de los turistas?

- Una vez me preguntaron qué idioma se hablaba “acá en Brasil” y tuve que aclararle que acababan de llegar a Argentina. También me consultaron cuándo se celebraba la Navidad, por ejemplo.

Pero las anécdotas más divertidas siempre eran con los turistas y los shows de tango o de gauchos. Ahí cenaban hasta tarde, tomaban vino -algo que no era usual en la época porque la mayoría tomaba gaseosas o tragos-. ¡Una vez un turista se cayó al agua antes de subir nuevamente a su crucero! Nos pegamos un susto pero lograron rescatarlo a tiempo.

- ¿Cómo vivió el turismo los vaivenes políticos del país?

- Nunca noté que esos vaivenes hayan puesto en jaque al turismo. Sí es cierto que en las épocas de mayor inflación nuestra hubo más turismo receptivo: venían porque era barato.

- ¿Cómo es la profesión del guía de turismo?

- Es un trabajo en donde se pone mucho en juego la personalidad y curiosidad de uno, creo yo. A mí me gustaba hacerles bromas. Se pueden estudiar muchas cosas sobre una ciudad, pero el resto depende de uno: de lo que lee y va conociendo.  

Una vez me tocó ser turista y todos los días venía un guía nuevo: a buscarnos del aeropuerto, del hotel para ir a un tour, a acompañarnos a cenar. A mí me gustaba estar desde el primero hasta el último día con el grupo, era divertido acompañarlos hasta que dejábamos las valijas y a ellos en la zona de partida.

Algunas veces, el trabajo era un apostolado. Una vez un pasajero perdió su vuelo de regreso debido a que el camino a Ezeiza, que no era autopista estaba colapsado y hubo mucha demora. O se quedaba el bus y tenías que bajarte y caminar hasta poder dar con algún teléfono o alguien con teléfono para que te socorran.

- Imagino que es un trabajo exigente, sin horarios. ¿Cómo pudo conjugar la familia con esta profesión?

- Haciendo malabares, calculo, como muchas mujeres. Siempre hubo reclamos de las parejas; lo sé hasta el día de hoy que hablo con colegas, porque los horarios eran complicados; los días de tours se hacen largos cuando hay que llevar al grupo a cenar o a ver un espectáculo. ¡Yo llevé a un grupo de turistas a mi casa a tomar mate y probar empanadas! Pero es el compromiso que cada uno tiene con su trabajo. Es una profesión muy linda que te hace estudiar, en mi caso, mucho inglés. Yo llegué a pensar todo el día en inglés porque había estado hablando ese idioma con un grupo.

Cada vez que llegaba un grupo, en la agencia nos organizábamos para que quien los recibiera esté con ellos durante toda la estadía. Muchas veces dependía de cada uno trabajar  o no.

- ¿Por qué personajes se conocía a Buenos Aires en los inicios de su carrera?

- Los más mencionados eran Juan Domingo Perón y Roberto De Vicenzo, el golfista que ganó más de 200 torneos. Mucho tiempo después ya consultaban por Evita y hoy es común realizar un paseo por el Museo Evita (Lafinur 2988).

-  ¿Cuál es el edificio que conquistaba a los visitantes?

- Sin dudas, el Teatro Colón. Antes no había visitas guiadas y entrar era siempre maravilloso. Como no iba mucha gente, cuando podías ingresar siempre había alguien que te mostraba el vestuario, los talleres, las salas internas. Era hermoso visitarlo. También el edificio del Congreso Nacional. Siempre llamaba la atención de todos y antes hacíamos un recorrido por allí también.

- ¿Cuál es el lugar más lindo de Buenos Aires?

- Siempre me gustó la Costanera que hoy es Puerto Madero, la arboleda, el agua, los edificios que había antes. Ahora ha cambiado pero también es lindo pasear por ahí.

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