05 Junio 2021
El libanés Hashim Sarkis, elegido curador de la Bienal de Arquitectura de Venecia, eligió como lema para la realización de este año “¿Cómo viviremos juntos”. A partir de esa consigna convocó a los artistas de distintos países del mundo para desarrollar sus ideas. La invitación alcanzó al arquitecto y plástico Tomás Sarraceno, quien nació en Tucumán en 1973, y la respuesta fue el envío de una gran estructura en barco. Hasta el 21 de noviembre, estará expuesta en la ciudad italiana de los canales y las góndolas.
Su trabajo forma parte de su proyecto Aerocene, relacionado con la urgencia de cuidar el planeta y alcanzar una nueva era que reemplace a la actual denominada Antropoceno, signada por el destructivo impacto global dejado por el hombre, describe la agencia Télam sobre el conjunto de propuestas del artista que antes trabajó con la NASA y con el MIT de Estados Unidos, con la morfología de ciertas telas de araña altamente resistentes, y que tiene el récord mundial de haber concretado el primer vuelo humano de la historia únicamente impulsado por el aire.
A Venecia remitió una inmensa obra de arte (mide más de 300 metros cuadrados) ecológica y colectiva, realizada por más de 200 personas con bolsas plásticas recicladas en una cooperativa de José León Suárez, en el conurbano bonaerense, intervenidas con frases, ilustraciones y mensajes de alumnos, docentes y personas privadas de su libertad.
El inicio fue cuando un grupo de titiriteros y artistas de la materia Laboratorio Inflable de la Universidad de San Martín descubrió la propuesta de Saraceno y comenzó a aplicarla en sus clases: sumaron a la cooperativa de reciclaje urbano Bella Flor (por día ingresan y se procesan en ese lugar más de 100 toneladas de basura), que seleccionó y limpió las bolsas de plástico que sirvieron de lienzo, mientras que alumnos de escuelas secundarias de la zona y estudiantes del complejo penitenciario cercano dejaron también su impronta en esta pieza artística.
La escultura es parte del Museo Aerosolar Reconquista: un globo confeccionado a modo de collage que una vez desplegado es inflado por el aire, levantado por el sol y trasladado por el viento (el aire caliente del interior se expande y se hace más ligero que el aire frío del exterior, levantando la escultura).
“Hay pescados que comen plástico, micro plásticos en el aire que nos dicen ¡basta, hagan algo! Hay una catástrofe ecológica a toda escala. Es una génesis espontánea, no organizada, desarticulada, pero con mucho respeto y cariño. Me encantó la experiencia que llevó a cabo Carlos Almeida (responsable del equipo de titiriteros). Estoy a la espera de seguir aprendiendo así como compartirla y hacerla visible. En la Presidencia anterior, Argentina se transformó en importador de residuos del resto del mundo, una catástrofe. Yo pensé: empaquetamos todas las bolsas, las hacemos volar y se las volvemos a mandar al viejo mundo, en forma de museo ¡y con otro valor! Porque en este negocio de los residuos siempre terminan sufriendo los que menos tienen”, aseveró Sarraceno en la entrevista con la agencia de noticias.
El artista no pudo viajar a la Bienal pero se conecté todos los días por la plataforma Zoom para supervisar la instalación. “Muchas veces tuve ganas de estar allí pero quizás, pensé, podíamos disfrutarlo de otra forma. Ahora estoy viendo las cosas de otra forma. Es lindísimo lo presencial, pero ojalá que la pandemia nos enseñe otras formas. Alguna otra conciencia vamos a tener que desarrollar. Hay un abuso en la economía. Esto es nuevo para mí, estar o no estar. Pero me parece que podemos estar todos juntos de formas nuevas. Ojalá que la urgencia nos lleve a ser más cooperativos, como en este proyecto”, destacó.
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