15 Abril 2021
Dos piezas, cocina y baño de material, dentro de un amplio y entapiado terreno en la esquina de calles Luis Agote y Fleming, en el corazón de Villa San Cayetano, que a pesar de los setenta años transcurridos, todavía perdura la casa de mis viejos, Don Eulogio y Doña Selva, ya fallecidos, fueron mis padres, que con enorme sacrificio nos criaron e hicieron estudiar a tres varones y una mujer. Nuestro hogar está ubicado a una cuadra de la plaza, a la misma distancia de la comisaría, del dispensario y de la mítica y usurpada Estación Mate de Luna, donde funcionaba un moderno taller de reparación de coches motores, que en su destrucción se llevó varias vidas de los ladrones de sus chapas, estructuras y rieles. Es de lamentar la forma precaria que se ubicaron cientos de familias y oportunistas pudientes que por la ubicación, le fueron comprando por dos pesos la posición, y ya llegaron a la Plazoleta Dorrego y de a poco siguen avanzando hasta llegar a El Bajo y llegar a Tafí Viejo. ¡Qué bellos tiempos aquellos cuando venía el tren y con su ruido nos despertaba, trayendo los obreros y usuarios en general desde Pacará, San Andrés, Apeadero La Aguada, Gobernador Nougués, Mate de Luna, El Bajo, Muñecas! Todos puntos y centros de desarrollo que traía el ferrocarril, que fueron muriendo hasta desaparecer. Nos hicieron alegrar unos mentirosos que se hicieron quedar la plata de un ambicioso proyecto o Plan Belgrano, que contemplaba la reapertura de estos ramales. Lamentablemente hoy no pueden arreglar un puente para que llegue el tren a la capital y vamos a pretender que nos traigan el progreso. Sea este mi humilde homenaje a los miles de ferroviarios que dieron su vida por ver crecer lo que ellos con tanto sacrificio construyeron, y hoy solo quedan ruinas. Uno de esos fue mi padre, José Eulogio Díaz, alias “El Cocherito”, con sus 33 años y medio como ferroviario.
Francisco Amable Díaz
Pedro G. Sal 1.180 B° 20 de Junio
San Miguel de Tucumán
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