Escaba, ese mágico y legendario lugar de pesca

Escaba, ese mágico y legendario lugar de pesca

El espejo ubicado en el sur tucumano se ha transformado en un escenario exquisito y muy técnico de la actividad.

UNA POSTAL. Una postal del histórico murallón sacada desde el interior del espejo. UNA POSTAL. Una postal del histórico murallón sacada desde el interior del espejo.

“El principal encanto que tiene Escaba es que el lago es tuyo. Como casi nadie va, te quedás solo disfrutando el viento, el canto de los pájaros y los paisajes. Además, es un sitio que no tiene la presión de pesca de otros lados”, enumeró Martín Burgos al hablar de las cualidades de este espejo que está ubicado a unos 135 kilómetros de San Miguel de Tucumán.

Burgos es integrante de una familia que vive para y por la pesca. Es dueña de un negocio de pesca en Juan Bautista Alberdi, realizan videos que suben Youtube al que le ponen el sello de “Aire de Pesca” y viven practicando el deporte que los apasiona en diferentes escenarios. 

“Hay que aclarar algo. Este es un lugar mezquino. No es que haya pocos peces, sino que son difíciles de encontrar. Por ahí un experto visitante viene y fracasa y se van maldiciendo. Pero un lugareño, que va el mismo día, vuelve a casa con un pescón. Es un sitio muy técnico, donde se tienen que utilizar todos los conocimientos para tener éxito. Quizás uno no concrete capturas en cantidad, pero sí en calidad”, agregó el joven.

INCOMPARABLE. Los pescadores practican el deporte en medio de paisajes inigualables. INCOMPARABLE. Los pescadores practican el deporte en medio de paisajes inigualables.

Escaba, en lengua quechua, significa “lugar donde se encuentran las aguas”. Según Wikipedia, el primer proyecto de su construcción data de 1913. Pero fue el presidente Juan Domingo Perón el que lo terminó inaugurando en 1948 (la página oficial del Ente Tucumán Turismo asegura que fue en 1950). Se lo construyó por dos grandes motivos: para generar electricidad en la zona y para frenar la fuerza bestial del río Marapa cuando sus afluentes Chavarría y Singuil venían bramando con sus crecientes. 

Durante décadas, ese monstruo de 500 hectáreas y que es acariciado por diferentes bellezas naturales, cumplió con el objetivo, pero ya no.

El espejo está ubicado a poco más de 20 kilómetros de Alberdi. La ruta 307 une ambas localidades. Una parte está pavimentada y la otra, enripiada. Históricamente, el lugar está dividido en tres partes: Villa de Escaba, Escaba de Arriba y Escaba de Abajo. 

Cada uno tiene sus encantos. Esos sitios no sólo se utilizan para pescar, sino que también se pueden practicar deportes náuticos, hacer trekking y ciclismo de montaña. “Una de las buenas cosas que nos dejó esta maldita pandemia es que se incrementó el turismo interno y todos los comercios de la zona pudieron trabajar mejor en las últimas semanas”, dijo Burgos.

ENCANTO. La pesca en aguas cristalinas es una de los encantos que ofrece el lugar. ENCANTO. La pesca en aguas cristalinas es una de los encantos que ofrece el lugar.

A los bifes

Escaba ofrece tres especies a los pescadores. Y cada una de ellas tiene su tiempo para practicarla. El final de la primavera y el verano es el de las tarariras. Y con la llegada de las lluvias, aparecen los bagres monstruosos. El invierno, en cambio, está reservado para el pejerrey. “Todo es un proceso, un desafío. Nada es fácil en este dique”, se apuró en aclarar Burgos.

Según el deportista, las vedettes del lugar son las “taruchas”, los socos (como le dicen los santiagueños) o los dentudos (denominación popular) o las “tarus” (como la llaman los porteños y nombre que genera indignación en Fernando “Chancho” Saba que hasta amenazó con convocar una marcha para evitar el uso de la palabra). “No sólo son de buen tamaño, sino que además aquí se las pesca de otra manera totalmente diferente”, explicó Burgos. 

“Escaba es un dique de profundidad y casi sin vegetación. Como no ocurre en otra región, su pesca es muy complicada porque hay que analizar dónde puede estar”, añadió en la entrevista con LA GACETA.

EJEMPLO. Una de las EJEMPLO. Una de las

Por esas características únicas lo hacen especial. Por ejemplo, aquí la acción no arranca cuando comienzan a florecer los lapachos, una señal de que comienza la temporada de pesca variada. Hay que esperar hasta noviembre porque recién en esa época se calienta el agua y las tarariras rompen con su letargo. 

Primero se las tienta con carnada y después llegan los artificiales. Aquí hay que hacer un aportado: señuelos de flote (ranas antienganche o paseantes) o de subsuperficie (profundizan hasta 80 centímetros) no se usan. Se utilizan los de profundidad. 

“Lo mejor es que se puede hacer trolling para pescarla. Eso es lo llamativo. Recorrer esos paisajes a una muy baja velocidad arrastrando el señuelo para tentar alguna es indescriptible”, indicó el joven. “Pero en realidad también hacemos bait, ‘gareteamos’, al golpe y a la espera. Se puede hacer todo eso”, indicó.

“Es emocionante pescar tarariras en profundidad y en lugares sin vegetación. La lucha es mucho más fuerte porque el pez tiene espacio para hacerlo. Muchas veces pasa que cuando te ven, ofrecen más resistencia y te pueden sacar hasta 10 meros de multi”, explicó emocionado.

Con los pejerreyes es otra la historia. Burgos tenía cinco años cuando en los 80 se produjeron continuos desastres naturales que protagonizaron enormes mortandades. También fue testigo cuando el esfuerzo de los socios del club de Pesca de Escaba, con la colaboración de Carlos Rivieri de la Dirección de Flora y Fauna, se logró recuperar la población de las llamadas “flechas de plata”.

“Esta pesca es muy complicada. Con los años he llegado a la conclusión que no pican mucho porque tienen muchísima comida. Las mejores jornadas las vivimos cuando se detectaron mortandad de mojarras y camarones”, aclaró Burgos. “Aquí muchos se equivocan: no es que no hay, sino que se debe buscarlos. Y en eso corremos los lugareños tenemos una ventaja: vamos siempre”, agregó. Recomendó que se pesque haciendo deriva utilizando equipos de flote (chirimbolos o torombolos) o con chicoteras (a una profundidad de cinco metros). En invierno, con boya anclada a 20 metros de profundidad cerca de la desembocadura de los ríos.

Un paraíso

La construcción del dique obligó a modificar la geografía del lugar. Por ejemplo, se tuvo que construir un lugar para que los obreros pudieran vivir. Una especie de pueblo. Así nació Villa Batiruana. Tuvo una importante vida durante varios años, pero cuando terminó la obra casi se muere. Y no falleció del todo porque quedó enclavado en una zona encantadora para hacer turismo de aventura y, por supuesto, pescar.

En el antiguo cauce del Marapa se transformó en un encantador arrojo de aguas cristalinas. Ahí también se pueden concretar capturas de taruchas. “Es lo más parecido a la pesca de truchas que he visto en mi vida. Tenés que ser muy técnico en este lugar”, explicó Burgos.

El deportista indicó que para tener éxito en esta zona hay que vadear el río y tentar a los monstruos con una sutileza única con los equipos de fly o bait. “Es como acariciar a una mujer. Si sos torpe, las ‘taras’ se asustan y no vuelven más. El paisaje y la fauna son los otros encantos. Una vez nos topamos con unos 20 chanchos del monte y no sabíamos qué hacer. Pensábamos que nos atacarían, pero se terminaron escondiendo en el monte, por suerte”, relató.

Escaba, ese mágico y legendario lugar de pesca

Leyendas y algo más

En los 50 hubo un boom por Escaba. En sus memorias que nunca fueron escritas, pero siempre las cuenta en charlas de café, Miguel “El Loco” Quesada contó que los capitalinos llegaban en gran número a ese espejo. “Había que tomar un tren o un ómnibus hasta Alberdi y de ahí otro al dique. El problema era que el colectivo no tenía la capacidad para llevar a todos. ¿Qué hacíamos? Viajábamos en el techo. No dos o tres, sino 15 o 20 bien amontonados para que nadie se pierda”, explicó el pescador que también es conocido como “Efemérides”.

A Burgos se le dibujó una sonrisa a la hora de hablar de los mitos que nacieron en ese lugar. Por ejemplo, contó que en la que en “La quebrada del hombre muerto” -se la bautizó así porque después de un derrumbe apareció un esqueleto- habita una tararira monstruo que nadie la puede capturar. 

UNA PRUEBA. UNA PRUEBA.

“Un primo, al pasar por el lugar, pensó que había enganchado un tronco. Pero después nos dimos cuenta, cuando comenzó a sacarle el multi, que era esa bestia. No hubo manera de poder levantarla. Terminó cortando todo”, relató.

“El Gran Tula” es el nombre del pejerrey monstruo que aseguran las pescadores existió en los 80 en ese espejo. Lleva ese nombre en honor al histórico guardapesca que se desempeñaba en el lugar. “Cuenta la leyenda que el hombre estaba pescando bagres y que le picó esa bestia. Dicen que tenía más de tres kilos. Lamentablemente no lo pudo pescar, pero todos hablan de ese ejemplar”, destacó.

“Y después está la leyenda de Los Bagres Monstruos”, contó riéndose Burgos. “No es una historia, sino una realidad”, aclaró rápidamente. “En Escaba hay bagres grandes, pero muy grandes. Su pique es muy fuerte y a más de uno se les llevó la caña porque no la tenían en su mano. Cada vez que hay una bajante, se observan los equipos podridos. Esa no me la contó nadie, la sufrió mi padre ‘Rudy’ que tuvo la suerte que el ‘bicho’ no se clavó y, al tener mango de corcho, quedó flotando y la pudo recuperar”, concluyó. Así es Escaba. Un lugar mágico y lleno de historias para pescar.

Para tener en cuenta

Distancia: 135 kilómetros aproximadamente.

Combustible: 28 litros al menos para hacer el recorrido ida y vuelta.

Alojamiento: se puede recurrir a la Hostería de Escaba o al Club de Pesca. Las tarifas llegan hasta $600 por persona y por noche, según la comodidad que se elija.

Campings: el valor promedio del peaje es de $100 por persona y por jornada.

Para los pescadores:

Especies: se pueden pescar tarariras, bagres y pejerreyes.

Equipos:

Tarariras: equipos de bait con señuelos de profundidad y cucharas ondulantes. Con carnada un equipo mediano de variada. También se las puede capturar con fly.

Pejerreyes: un equipo normal para este tipo de especia. Se recomienda tener chirimbolo, torombolo, chicoteras y equipos de media agua. En el invierno, es obligatorio llevar una boya anclada.

Bagres: equipos comunes.

Carnada:

Para la tararira: corazón, mojarrones, filete de sábalos y rodajas de bagre.

Para el bagre: mojarras medianas, tripa de pollo, sanguijuelas y lombrices.

Para el pejerrey, filete de mojarras que pueden estar o no teñidos.

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