Sarmiento, constitucionalista

Sarmiento, constitucionalista

¿Argentina… y Provincias Unidas del Rio de la Plata?

27 Septiembre 2020

Por Ricardo de Titto

PARA LA GACETA - BUENOS AIRES

En mayo de 1860 sesionaba la Convención reformadora de la Constitución Nacional. El “empalme” de Buenos Aires con una Constitución ya escrita y aprobada ponía sobre el tapete una gran variedad de cuestiones de principios. Uno de los debates en ella fue alrededor del nombre de la nueva República unificada.

Para fundamentar sus puntos de vista Sarmiento, con conciencia de la transición y a la vez de la misión histórica en la que estaba embarcado, incursiona en un análisis histórico que enmarca al texto a analizar evitando malquistarse con Urquiza y los hombres de la Confederación y, sobre todo, intentando convencer a los porteños de la necesidad de avanzar sin acentuar las rencillas del pasado: “Esa Constitución que vamos a examinar fue dada el año 52, señores, cuando no había prensa en la República Argentina, ni la había en el mismo lugar en donde se discutió. Los pueblos no tomaron parte en el debate: dos o tres jurisconsultos, o que se consideraban tales, fueron los que proyectaron la Constitución, y la sancionaron en circunstancias terribles, en medio de la guerra y de los desastres, bajo pretexto de que era preciso salvar el país”. Sarmiento enfrenta el divisionismo de facciones y aboga por un debate amplio y sin restricciones: quienes intentan cercenarlo “faltan a sus deberes; privan a la Convención de la libertad completa de discusión que es necesaria, y no llenan el mandato que aceptaron”.

La sesión del 11 de mayo culminaría de modo “apoteótico”. Sarmiento inició su última alocución con un toque propio de su genio: “Si después de haber luchado treinta años el partido federal con el unitario, no hubiera existido una palabra que pudiera reunirlos sin mengua de sus creencias, habría sido preciso inventarla con ese solo objeto”. Preparaba así el terreno para sostener una idea que ha vencido a los tiempos y está vigente en la letra del artículo 35 de la Constitución, la inclusión del término “Provincias Unidas del Río de la Plata” como denominación oficial de la República o Confederación Argentina.

“No agregaré sino unas pocas palabras a las hermosísimas que ha escuchado la Convención, como para poner fin a este largo debate resumiéndolo en un pensamiento sintético. Tomado así como bandera de conciliación y de paz, el nombre ilustre de Provincias Unidas sería un bálsamo para las pasiones que dividen la República Argentina. Una de las cosas más hábiles que pudiera hacer el genio de los hombres sería transformar el campo de lucha de los partidos, cambiando la cuestión por medio de las palabras nobles. (…)”

“Sería preciso que Buenos Aires midiera elevar un grito unánime, universal, diciendo a todas sus hermanas: pongo las palabras de Provincias Unidas del Río de la Plata al frente de la Constitución, para reunirme a los que fueron mis enemigos, olvidar nuestras antiguas disensiones, abrazarnos como hermanos que vuelven a verse después de largos años de separación. Nosotros queremos poner el nombre de Provincias Unidas del Rio del Rio de la Plata a nuestra patria común, que es el nombre que nos legaron en la historia nuestros padres. (…)”

“Hemos principiado este debate tan difícil en los términos más acres y con el corazón cargado de hiel. (…) Todas las pasiones hostiles han desaparecido y hoy estamos en fin reunidos en los mismos sentimientos. Todos hemos concluido por hacernos justicia. ¡Que se levanten, pues (volviendo la vista hacia los bancos de la oposición y poniéndose involuntariamente de pie) y que exclamen con nosotros!: ‘¡Queremos unirnos, queremos volver a ser las Provincias Unidas del Rio de la Plata!’.”

El acta describe el emotivo cierre: “La Convención se pone de pie en masa; las tribunas de la barra, sofocadas por un inmenso concur¬so, se conmueven; el presidente y secretarios se le¬vantan de sus asientos, y todos los concurrentes, y los convencionales, dándose las manos, prorrumpen en gritos de ¡Vivan las Provincias Unidas del Río de la Plata! ¡Viva la Convención de Buenos Aires! ¡Viva Sarmiento! – disolviéndose la sala después de declarada por aclamación sancionada la reforma, en medio de la emoción pública”.

En síntesis, los trabajos del sanjuanino en la reforma de 1860 lo revelan como uno de los convencionales más activos: fue informante de las enmiendas a los artículos 5, 6, 30, 36, 41, 43, 86, 91 y 101 y sobre la inclusión del 33 y el Diario de sesiones da cuenta de su participación en casi todos los debates.

© LA GACETA

Ricardo de Titto – Historiador.

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