Rodríguez Marañón, el presidente al que le faltó prudencia

Rodríguez Marañón, el presidente al que le faltó prudencia

Era titular de la Corte cuando sus cuatro vocales compañeros lo sancionaron en 1989. Abogados critican el color peronista de la Justicia.

14 Septiembre 2020

Encontrar la sanción a un miembro de la Corte es una tarea complicada. El archivo de LA GACETA “se acuerda” de que algo pasó en junio de 1989. El sancionado fue, nada más ni nada menos, que el presidente de la Corte de aquel entonces. Por unanimidad sus cuatro vocales compañeros decidieron llamarle la atención al doctor Carlos Alberto Rodríguez Marañón por no actuar conforme a la investidura que tenía.

La dictadura ya se había retirado y el gobernador peronista Fernando Riera utilizó los últimos días de 1983 para armar la Corte Suprema de Justicia. En el último día de ese año mandó los pliegos a la Legislatura que por aquel entonces era bicameral (Diputados y Senado). Luis Antoni, Estratón Lizondo, Jesús Santos y Alejo Pedraza eran números puestos. Faltaba el quinto vocal. Riera decidió poner en ese lugar a un abogado cuyos mayores antecedentes eran ser un viejo militante del peronismo, como lo era el mismísimo gobernador. Finalmente, el 4 de enero de 1984 el hombre de bigotes tupidos en el centro de los labios y afinado en las puntas juró como presidente de la Corte de Tucumán.

Como si el tiempo se hubiera congelado y los hechos históricos se repitieran, al Colegio de Abogados no le cayó bien la designación. Le preocupaba que la Corte tuviera color peronista. Por ese entonces el presidente de la institución que nuclea a los abogados, Hugo Fabio, manifestó que “deben prevalecer los antecedentes de probidad y de capacidad antes que la pertenencia política a una fracción partidaria”, tal cual lo recuerda una nota del periodista Carlos Abrehu.

Rodríguez Marañón salió indemne de aquellos embates. En 1989 seguía siendo presidente de la Corte. Lo acompañaban los vocales René Mario Goane, Pedro David Zanoni, Oscar Emilio Sarrulle y Alejo Pedraza. A ninguno de los cuatro le tembló el pulso cuando tuvieron que sancionar a su presidente.

Corría junio de 1989 cuando un chofer de la Corte había protagonizado un accidente y fue cesanteado por la Corte. Rodríguez Marañón se pronunció en disidencia pero utilizó términos agraviantes para el cuerpo en su pronunciamiento.

Duró poco su planteo ya que los demás vocales no dudaron en apercibir al presidente porque “no actuó acorde al mayor deber de prudencia, pleno y veraz conocimiento que le impone su investidura”.

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