Hallan tortugas de 205 millones de años

Hallan tortugas de 205 millones de años

Su caparazón, uno de los misterios de la paleontología, tiene rasgos únicos. Inexplicable.

WALUCHELYS. La nueva especie está entre las más antiguas de América. WALUCHELYS. La nueva especie está entre las más antiguas de América.
15 Agosto 2020

Waluchelys cavitesta las llamaron, y sus caparazones abren algunas preguntas y cierran otras.

“Siempre intrigó a los investigadores cómo se conformó el caparazón, porque en el registro fósil había animales sin caparazón y, luego, de repente, aparecían animales con caparazón”, cuenta en entrevista con la Agencia CTyS-Unlam Juliana Sterli, del Museo Egidio Feruglio (MEF) y del Conicet. “Había discrepancia sobre si había aparecido de forma repentina en las tortugas o si habría especies que indicaran un cambio gradual, pero en los últimos años se han conocido especies en el linaje de las tortugas que tenían costillas ensanchadas, y algunas hasta un plastrón (parte ventral del caparazón) que darían lugar, millones de años después, a lo que sería el caparazón”, agrega.

Ahora se acaba de publicar en la revista “Papers in Palaeontology” el hallazgo, en un yacimiento al sudeste de la provincia de San Juan, en la localidad Balde de Leyes, de cuatro ejemplares de una nueva especie de tortuga.

“El origen del caparazón en las tortugas es uno de los temas más cautivadores de la evolución de tetrápodos (vertebrados con miembros). Esta nueva especie está entre las tortugas más antiguas que se conocen, y su estudio nos aportó datos sobre cómo se originó su caparazón”, agregó Sterli, y contó: “se observa una estructura absolutamente nueva y además, inesperada: las placas que forman la periferia del caparazón tienen unas cavidades internas”, añadió.

El nombre Waluchelys combina la palabra tortuga en lengua diaguita (walu) y en griego (chelys), en tanto que “cavitesta” hace referencia a esa particularidad de las cavidades internas (cavum). Su tamaño -según el trabajo publicado rondaba los 40 centímetros.

“El primer ejemplar lo hallamos en 2015 y los restantes, en campañas sucesivas en 2017 y 2018”, contó Ricardo Martínez, del Instituto y Museo de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de San Juan (IMCN) y del Centro de Investigaciones de la Geósfera y la Biósfera (Cigebo). Estos cuatro especímenes permitieron reconstruir cómo era gran parte del caparazón, de la cintura pélvica, de la cintura escapular (la articulación del hombro) y parte del cráneo.

“En el yacimiento encontramos también fauna y flora desconocida a nivel mundial, desde animales muy pequeñitos a otros de muchos metros y toneladas, como el Ingentia prima, la famosa especie que mostró que el gigantismo en dinosaurios comenzó 30 millones de años antes de lo que se pensaba hasta que la dimos a conocer, en 2018”, agregó Martínez.

Placas y cavidades

“Con Waluchelys constatamos el importante grado de variación que puede ocurrir en un tipo particular de placas del caparazón, las periféricas -resaltó Ignacio Cerda, del Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología de la Universidad Nacional de Río Negro-. La microestructura del hueso que las compone indica que se formaban mediante mineralización de tejidos preexistentes, particularmente de la dermis, como lo reportado en dinosaurios acorazados. Pero las cavidades internas, cuya función es de momento desconocida, no aparecen en ningún otro tipo”.

Se estima que Waluchelys, como todas las tortugas ancestrales de América, no retraía cabeza ni patas, como lo hacen las actuales, dentro del caparazón, porque tenían otra constitución.

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