La noche tucumana es el escenario de la nueva novela de Diego Puig

La noche tucumana es el escenario de la nueva novela de Diego Puig

El escritor conduce un taller de lectura de autores clásicos y otros contemporáneos, mientras prepara el lanzamiento de su próximo libro en agosto.

EN PLENA ACTIVIDAD. En cuarentena, Diego Puig trasladó sus talleres de literatura al espacio virtual on line.   EN PLENA ACTIVIDAD. En cuarentena, Diego Puig trasladó sus talleres de literatura al espacio virtual on line.

“Las fiestas y el amor comparten la promesa de convertir lo ordinario en extraordinario. Siempre creyó que ese era su don”, dice Diego Puig en un fragmento de su próxima novela, refiriéndose a Isolina, la protagonista. El escritor tucumano, de 37 años, considera que un buen texto debe reunir siete características bien desarrolladas: el lenguaje, las imágenes sensoriales, la construcción del personaje, la trama, y trabajar emoción, ideas y recursos técnicos.

Formado en un colegio de Noruega con alumnos de 100 países diferentes, licenciado en Ciencia Política y Filosofía de la Universidad de Colby (Estados Unidos), Puig fue asistente de investigación y docente. También trabajó en moda en Nueva York y en Buenos Aires, en cine y en programas de comprensión de textos. Incursionó en emprendimientos gastronómicos, en periodismo (con LA GACETA), y es becario del Fondo Nacional de las Artes. Su segundo libro -de cuentos, “Vírgenes infinitas”- se presentó en 2018 en el Virla.

Actualmente está en Tucumán, dando talleres de lectura en modo virtual, mientras prepara el lanzamiento de su nueva novela “It girl: la chica del momento” para mediados de agosto.

- ¿Cómo trabajas con el taller de lectura actualmente?

- En marzo hemos pasado de modalidad presencial a virtual, a raíz de la cuarentena. Desde abril se ha paralizado todo, hasta que la necesidad de los participantes hizo que ellos me propongan retomar los talleres de manera virtual. Es curioso, porque tengo un grupo de señoras mayores con las que vengo trabajando desde el año pasado, y una de ellas nunca en su vida había usado una videollamada. Su primera experiencia fue para participar del taller de lectura. Estamos con un ritmo muy lindo. Al principio, la modalidad virtual puede ser muy agotadora para el que coordina, porque uno tiende a suplir la ausencia física con el volumen y el tono de la voz. Yo terminaba agotado por esa intensidad que le ponía. Pero esas cosas se han ido acomodando y hoy fluye. Tengo grupos de lectura, otros de escritura, alumnos individuales... y estamos todos contentos.

- ¿Cuál es el material que usas?

- En los talleres trato de exponer a los lectores a la amplia gama de posibilidades que tiene la lectura. Se tiende a leer siempre los mismos nombres o las mismas temáticas, y yo quiero romper con eso. Leemos mucho contemporáneo argentino, latinoamericano y escritores anglosajones, con los que tengo una sensibilidad especial. En este momento estamos leyendo clásicos, pero el mes que viene tenemos literatura internacional. Vamos a leer a la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, traducida por mí al español, y también Amos Oz (Israel), Sara Mesa (España), Kjell Adskildsen (Noruega) y Haruki Murakami (Japón).

- ¿Qué género y qué autores son tus preferidos?

- El cuento es el formato que más se presta para un taller, por su extensión. Para mí, las dos grandes potencias del siglo XX en materia de cuentos, son la norteamericana y la argentina. Entre los norteamericanos, Jhumpa Lahiri, Lucia Berlin, Truman Capote, John Cheever, Eudora Welty y J. D. Salinger. De los argentinos contemporáneos prefiero a María Gainza, Federico Falco, Flavio Lo Presti, Hebe Uhart, Rodolfo Fogwill, Camila Sosa Villada y Hernán Vanoli.

- ¿Sobre qué trata tu futura novela?

- Es mi primera novela tucumana publicada en Tucumán. La edita Gerania, a raíz de una convocatoria que hicieron ellos a principios de año y va a salir el mes que viene. La escribí cuando volví a la provincia después de estar viviendo en Buenos Aires. Yo he pasado aquí ciertos años gloriosos de mi juventud, de esa adolescencia tardía que es la de los boliches, las juntadas con amigos, el after, la ley del 4AM, y cuando volví sentía que extrañaba mucho eso. Pero ya no era la persona que podía volver a bailar sobre los parlantes en el boliche. A partir de cierta idea sobre el paso del tiempo, cómo nos vemos y cómo nos ven, cómo nos construimos internamente y socialmente, encaucé todo eso en una historia. Es una chica que es una “it girl”, una especie de celebridad de la noche tucumana, pero precisamente por eso ninguno de los chicos de su ambiente burgués acomodado la elige como pareja. Se termina casando con un jugador de fútbol. La novela trata sobre esa relación, el antes y el después, las ganas de ella de conquistar la noche, cómo extraña cuando es más grande, y los vínculos sociales en todo ese contexto.

- ¿La interacción social que viviste en Tucumán es muy distinta a la de otros lugares del país o del mundo?

- Aquí hay cosas que son propias de este ambiente, por ejemplo la desfachatez con la que nos comunicamos con un desconocido o esa eterna casualidad de que siempre tenemos amigos en común, conocemos a alguien al menos de oído o más o menos nos reconocemos casi todos. Esa proximidad con el desconocido no se da tan fácilmente en otros lugares. También somos un poco más “indios”, tenemos cierta cuota salvaje, ingobernable. Tenemos cierto gustito por la transgresión, por correr los límites. Aunque uno también disfruta del orden. Me gusta mucho Buenos Aires, pero hoy elijo Tucumán. En mi experiencia, uno puede ser feliz en un lugar en cierto momento de su vida, pero volver en otra etapa no significa que se podrá repetir lo anterior. Toda especulación sobre dónde uno quiere estar es un juego mental, más que una realidad.

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