Hojeando el diario: Zabala y una prueba atlética con situaciones extrañas

Hojeando el diario: Zabala y una prueba atlética con situaciones extrañas

El “Ñandú”y el tucumano Delgado corrieron 10 kilómetros. El local lo hizo descalzo 2.000 metros.

LA GLORIA. El “Ñandú” alcanza la meta y gana la medalla dorada en las olimpíadas de Los Angeles en 1932. LA GLORIA. El “Ñandú” alcanza la meta y gana la medalla dorada en las olimpíadas de Los Angeles en 1932.

Por nuestra provincia pasaron las figuras más reconocidas de diversas actividades tantos culturales como políticas y deportivas. En esta ocasión toda la provincia se mostró convulsionada por la presencia del ganador de la medalla olímpica en la maratón de 1932 de Los Ángeles, Juan Carlos Zabala, en mayo de 1935.

Eran tiempos cuando el atletismo atraía multitudes. Más de 6.000 personas se dieron cita en el estadio del club Bomberos, en calle 25 de Mayo y España. Allí Zabala y el crédito tucumano Humberto Delgado realizaron las 35 vueltas previstas al circuito, de casi 290 metros y acondicionado para hacer un recorrido de 10 kilómetros.

El cronista señaló: “el estadio de Bomberos presentó un aspecto imponente con un concurso de público que llenó por completo todas las instalaciones”, y reconoció que la apertura de las boleterías varias horas antes de la justa permitió un ingreso “sin apretujones ni molestias”.

Lo más llamativo fue que como preliminar se disputó un partido entre Central Norte y Central Córdoba. Durante su desarrollo el público pedía la presencia de Zabala, olvidándose del match.

Pese a que el lugar no era una pista atlética y que el césped estaba un poco alto al decir del corredor internacional, la prueba (que se corrió en 32 minutos y 28 segundos por el ganador y poco más de un segundo más por Delgado) significó romper el récord sudamericano que era de 32 minutos 55 segundos obtenido en Chile poco más de un mes antes.

EN BOMBEROS. Unas 6.000 personas colmaron el estadio de 25 de Mayo y España para ver correr a Zabala y a Delgado.  EN BOMBEROS. Unas 6.000 personas colmaron el estadio de 25 de Mayo y España para ver correr a Zabala y a Delgado.

El medallista olímpico reconoció la valía del “Zuri” Delgado al expresar: “ha sido un rival muy serio y me llena de felicidad poder decir que en Tucumán he debido actuar con toda atención y desenvolverme durante la prueba con el control necesario para vencer a este muchacho, que quiero como hermano de las pistas pedestres, por lo mismo que ya hemos corrido uno frente al otro y ya nos hemos repartido triunfos que nos han tocado por igual a ambos”.

Sin zapatos

Cabe destacar que la prueba tuvo dos corredores nada más y que en el medio de ella al tucumano se le salieron los zapatos.

Zabala relató: “soy el primero en lamentar que en el transcurso de la lucha haya perdido Delgado sus zapatos debido a las alternativas de la carrera, la cual se desenvolvió en un tren y en una posición muy idéntica. Eso precisamente ha sido lo que ha motivado que yo, claro que involuntariamente, tocara alguna vez con la punta de los zapatos a Delgado y se aflojara su calzado motivando la pérdida en plena carrera. Por lo demás tanto él como yo hemos recibido las caricias de los clavos de los zapatos, cosa inevitable cuando una carrera se desarrolla en tren tan reñido como la que hemos cumplido nosotros”.

La largada estuvo a cargo del gobernador, Miguel Campero, quien dijo: “Listo. Pronto” y se escuchó el disparo de largada. Hasta la séptima vuelta estuvo al frente el “Ñandú” Zabala y Delgado pegado atrás.

“Fue en la séptima vuelta cuando Delgado en medio del aplauso cerrado pasó al frente y se mantuvo adelante hasta la vigésima octava vuelta”, relataba nuestra crónica. Ambos corredores siempre estuvieron juntos, mientras el olímpico demostró “criterio, control, precisión y domino técnico” para mantenerse expectante para aprovechar su oportunidad. Pero en esa vuelta ocurrió lo impensado: el atleta local perdió el zapato del pie derecho. Pero esa pérdida no fue fortuita sino que se debió a que “Zabala, que marchaba pegado, tocó con la punta de su calzado a Delgado lo que determinó su pérdida. Más adelante, sin posible intención, Zabala volvió a pisar con la punta de su zapato a Delgado, momento en que el corredor tucumano prosiguió el tren sin calzado ya”. Tras estas circunstancias el maratonista rosarino se adueñó de la punta y el “Zuri” lo seguía de cerca pero “en inferioridad de condiciones al correr descalzo lo que le impedía afianzarse bien”.

La última vuelta fue para el infarto. Ya se había recorrido casi la mitad, y Zabala en un “rush potente” se alejó 10 metros de su perseguidor pero Delgado no se quedó atrás; aceleró con vehemencia para llegar a la meta con una diferencia de menos de dos metros y sin zapatillas. El público, que alentó durante toda la prueba, ovacionó a ambos competidores durante más de 10 minutos.

Delgado felicitó a Zabala y le restó importancia a haber perdido sus zapatos. “El incidente es una cosa común en competencias de esta naturaleza y no puedo en ningún momento culpar a mi gran adversario de ello, todo fue obra de la mala suerte y nada más”, dijo.

Trayectoria

Zabala inició sus actividades allá por 1924 en el colegio de Marcos Paz. En octubre de 1926 realizó la primera prueba bajo control de la Federación Atlética Argentina, y ganó los 3.000 metros. En 1927, 1928 y 1929 ganó los campeonatos argentinos de 3 y 5 kilómetros. Fue segundo en ambas distancias en el Sudamericano de 1929, en Lima. En 1931 realizó una gira por Francia, Austria, Hungría, Checoslovaquia, Alemania, Bélgica y Rumania, entre otros países. Sólo perdió una carrera.

El Ñandú tuvo una infancia triste. Hijo de Manuel, desaparecido en 1917 durante la Primera Guerra Mundial, y de la francesa Ana María Boyer, que murió tras enterarse de lo ocurrido a su marido. Así, quedó huérfano a los seis años bajo la tutela de su padrino, León Cabal.

A los nueve años aprendió a correr, primero bajo la mirada de Alberto Regina, por entonces profesor de la Asociación Cristiana de Jóvenes y después fue discípulo de Alejandro Stirling, un entrenador austríaco.

Su participación en Los Ángeles casi se frustra ya que no tenía edad suficiente para competir. El presidente Agustín P. Justo, que siempre mostró mucho interés por el deporte, había apoyado su carrera y, ordenó que le generaran un nuevo documento para poder ser atleta olímpico. Aunque había nacido el 11 de octubre de 1912, en su nuevo documento se leía: 21 de septiembre de 1911.

El mismo Zabala admitió la trampa: “Se lo conté a Pierre de Freddy, el presidente del Comité Olímpico Internacional, algún tiempo después. A él también le parecía una regla ridícula”, comentó en una entrevista con El Gráfico.

También se lo relacionó con Heinrich Himmler, jefe supremo de los SS y de la Gestapo y de tener simpatías con los nazis. “Lo decían porque yo conocía mucho a Himmler. A él le gustaba correr, y lo hacíamos juntos. También lo conocí a Hitler. Pero no se olvide que en 1937 me prohibieron ingresar en Alemania porque saqué a varias familias judías a Dinamarca. Más tarde, el propio Hitler dio la contraorden para que me dejaran entrar”, detalló en una entrevista con el diario La Nación, en 1980.

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