Caótica, difícil e informal: así es la primera experiencia laboral de jóvenes tucumanos

Caótica, difícil e informal: así es la primera experiencia laboral de jóvenes tucumanos

Necesidad y búsqueda de independencia fueron los motores que los impulsaron a salir a las calles a buscar trabajo.

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09 Febrero 2020

Ansiosos y angustiados, pero siempre con muchas expectativas. Así se sienten jóvenes tucumanos ante sus primeras experiencias laborales. 

En su mayoría, sostienen que durante sus primeros trabajos vivieron momentos difíciles, entre los que mencionaron lo que les costó acostumbrarse a situaciones de maltrato, por ejemplo. Sin embargo, a pesar de los obstáculos, sostienen que atravesar esa situación los ayudó a forjarse y a ganar "rodaje". 

En sus relatos, muchos de los jóvenes señalan que conseguir el primer trabajo es sinónimo de precarización e informalidad.

 “Tenía 17 años cuando entré a trabajar a un restaurante frente a la plaza Urquiza, nos tomaron para ser niñeras del local. Trabajábamos unas ocho horas seguidas, seis días a la semana. Cuando terminábamos teníamos que limpiar todo, era excesivo y más si venís de cuidar a niños por horas, que es aún más agotador”, señaló Rocío Romero.

“Ganábamos muy poco pero realmente lo peor eran las condiciones laborales, me maltrataban todo el tiempo, me gritaban y culpaban de cosas que yo no había hecho. Era constante el acoso por cualquier detalle, en muchas oportunidades volví llorando a mi casa. Después me di cuenta del nivel de violencia implícita, la tensión y miedo que teníamos que soportar, una completa deshumanización del empleado”, contó indignada.

“Al ser un trabajo en negro y yo muy chica creo que se aprovecharon de mi ignorancia y vulnerabilidad, prácticamente no me explicaron nada del trabajo, así es como se fue deteriorando la relación hasta que decidí renunciar para entrar a la facultad. Cuando me fui me sentí mal por los empleados que se quedaron”, lamentó.

 “Mi primer trabajo fue a los 18 años, por supuesto, en negro y como no tenía experiencia acepté la mitad del sueldo. En ese lugar, tuve que sufrir el maltrato de los dueños, sus insultos y gritos. Sentí el abuso que ejercieron por mi falta de conocimiento y de mi mala situación económica,  me pagaban la mitad pero me exigían el doble”, aseguró Jessica Delgado.

Otros testimonios

 “Lo primero que a mí me salió fue en un Call Center, de entrada, en la entrevista te tratan muy bien y con la mejor onda. Yo entre en una época en la que tomaron muchísima gente y te prometían que después de renovarte dos veces el contrato quedabas en efectivo pero a mí me desvincularon a los seis meses”, contó Priscila Soria.

Quienes trabajan en atención al público aseguran que lo primordial es contar con mucha paciencia y “capacidad de aguante”, ante la intolerancia de la gente. “Es un trabajo particularmente complicado, no te dan recursos en la capacitación para atender ciertos reclamos de los clientes pero exigen que jamás les levantes el tono y soportes todo tipo de insultos y faltas de respeto. Además tenés que lidiar con solo tener cinco minutos para ir al baño en una jornada de seis horas, aparte del estrés y el maltrato constante”, amplió.

“En ese trabajo el estrés era tal que me generó un montón de enfermedades: gastritis, migraña y alergias. Si bien aprendí un montón porque me ayudó a romper con mi timidez, definitivamente no volvería a trabajar en una empresa de ese rubro”, describió.

“Empecé a trabajar a principios de 2018 en un bar de Barrio Norte; tenía 19 años. Quería independizarme y comenzar a tener mi propio dinero. Si bien el puesto que tomé era de moza, tenía que hacer todo: limpiar baños (a pesar de que tenían un personal de limpieza), regar plantas, limpiar vidrios, preparar café, a veces lavar platos, atender en caja, etcétera”, señaló Julieta Daruich.

“Recuerdo que en la primera entrevista el encargado me dijo que sería un trabajo en blanco pero jamás firmé un contrato. Finalmente lo terminé dejando por el constante hostigamiento sexual de mis compañeros y la complicidad del gerente, nunca pude hablar con nadie que realmente me escuchara y tuviera voluntad de detener el acoso”, concluyó.

Con mejor suerte

No obstante, otro grupo de adolescentes asegura haber sido afortunados puesto que gozaron de seguridad laboral, una remuneración adecuada al trabajo realizado y especialmente, la posibilidad de trabajar con compañeros pacientes y empáticos. 

 “En el secundario hice un intercambio cultural en Estados Unidos y volví con un buen nivel del idioma, lo que me permitió acceder a distintos puestos. Así fue como empecé a trabajar a los 17 años como profesor de inglés. Si bien no estaba en blanco, igualmente me pagaban bien y eran respetuosos conmigo, lo cual valoro hasta el día de hoy”, dijo Martín Urtubey.

Cuando el estrés por llevar dinero a casa para pagar deudas está ausente, las cosas resultan más amenas. Existe la posibilidad de elegir sin demasiadas restricciones y decir ‘no’ cuando los términos de contratación no son los acordados previamente. “En mi caso, mi familia tiene una buena situación económica así que definitivamente no lo hice por necesidad, sino más bien por conseguir mi propio dinero y no depender tanto de mis padres”, acotó.

“Pude aprender muchas cosas y tengo buenos recuerdos, pero si algo tengo que destacar es que sentía es una fuerte presión por hacer bien mi trabajo, me sentía constantemente a prueba, más aun sabiendo que no tenía un título que me habilitara para dar clases.  Al año siguiente, contrataron a otra persona para ocupar mi lugar, llegué de vacaciones y me di con la sorpresa de que ya no tenía trabajo, eso fue raro porque no me avisaron de antemano. De todas maneras, ya no me entusiasmaba seguir ahí porque me surgió la posibilidad de ser ayudante estudiantil en mi facultad, donde estoy en blanco y, aunque la carga horaria me permite estudiar sin problemas, todavía continúa la lucha docente por sueldos más justos, incluidos los de los de nosotros, los ayudantes estudiantiles”, agregó.

“En mi caso tuve la posibilidad de comenzar en el estudio contable familiar, el primer mes iba solo tres veces a la semana y eran pocas horas al día con una paga mínima a modo de capacitación. Pasó el tiempo y las exigencias fueron aumentando pero pude ir aprendiendo poco a poco y hasta ascender dentro de la empresa. El ambiente, al ser mi viejo el dueño y conocer de antes a los otros empleados, me resultó bastante tranquilo y acogedor”, comentó Sergio Lossi.

Dar el salto hacia la independecia

A pesar de la variedad de contextos, la mayoría de adolescentes sostiene que las ganas de superarse a sí mismos y salir del famoso ciclo de “pá dame plata para salir” es lo que los impulsó a tomar la gran decisión de salir a la calle a conseguir su propio dinero. 

 “En 2017 mi papá quedó sin laburo y tuve que buscar un empleo para ayudar en mi casa, hasta ese momento yo solo trabajaba esporádicamente pero con el tiempo, el mismo impulso propio por dejar de cargar a mis viejos con mis gastos me llevó a buscar mi independencia. La sensación de tener mi sueldo y el primer dinero "propio" es hermosa, te da la posibilidad de ser tomar tus propias decisiones y salir tranquilo sabiendo que no le pedís plata a nadie, lo que te compras lo usas  orgulloso porque sabes que lo conseguiste con esfuerzo tuyo, nadie te lo puede quitar”, contó Gerónimo Carrer.

Asimismo, enfatiza la dificultad que tienen aquellos universitarios que deben trabajar y estudiar al mismo tiempo: “durante épocas de clases se hace todo más complicado, faltar para prepararte para los exámenes significa no tener ese respaldo económico que necesitas para poder comprarte un libro, un apunte, algún útil que necesites o para pagarte el bondi”.

“Por otro lado al principio uno en su inocencia e inexperiencia cobra lo que le quieren pagar, en mi caso que estoy en negro, de no tener ningún ingreso a tener unos $600 por jornada laboral es un montón, pero cuando pasa el tiempo te haces más grande y tenes que hacerte cargo de más responsabilidades te das cuenta que estas laburando por poca plata”, agregó.

“Trabajar desde joven te da otra disciplina, valoras más las cosas, entendes que todo tiene un costo, maduras más rápido en cierta forma porque mientras ves que otras personas de tu edad salen de joda, vos vas a trabajar y eso, aunque a veces sea frustrante, te sirve para tener más herramientas en el futuro, para afrontar el mundo real en donde si no te avivas te comen vivo”, concluyó el joven estudiante.

¿Cómo actual ante la vulneración de algún derecho laboral?

Ante casos de maltrato verbal y/o psicológico, acoso, u ante otro tipo de violación de algún derecho de los trabajadores, los especialistas laborales recomiendan una serie de acciones. 

“Lo primero que se debe hacer es recurrir a un profesional del derecho, es decir, a un abogado. Cabe recordar que el trabajador también puede recurrir al Ministerio de Trabajo a través del área competente para denunciar la vulneración  de dichos derechos laborales. Las condiciones de trabajo deben ser seguras, saludables y no degradantes para la dignidad humana”, sostuvo el especialista Víctor Elbio:

“Al momento de entablar una relación laboral las personas deben saber que tienen derecho de gozar de condiciones de trabajo equitativas,  a un salario justo, igual salario por igual trabajo e igualdad de remuneración por trabajo de igual valor. Además de un descanso adecuado y tiempo de ocio, así como vacaciones periódicas pagadas”, aclaró.

Por su parte, el abogado Rodolfo Gilli remarcó que la edad mínima para trabajar es 16 años. “Está prohibido emplear menores de esa edad. Los jóvenes de entre 14 y 16 años pueden ser empleados solamente en empresas que son operadas por sus padres o representantes y las condiciones de trabajo no deben ser peligrosas, puesto que en ese caso, los jóvenes deben tener al menos 18 años”, precisó.

Además, señaló que las horas de trabajo no pueden exceder las tres horas por día y 15 horas semanales, mucho menos, afectar la asistencia escolar de los adolescentes.

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