Así en la tierra como en el cielo

Así en la tierra como en el cielo

Parece fuegos de artificio. Pero son misiles. La piel se pone de gallina, mientras se siente el ruido de las bombas. Muy cerca. No es la recepción de un equipo de fútbol en un estadio argentino. Son misiles que lanzan desde Gaza hacia tierra israelí. Los habitantes de ese país están acostumbrados a eso. No llegan hasta Tel Aviv ni hasta Jerusalén, dos de las poblaciones más densamente pobladas en Israel. No caen a tierra y, si lo hacen, siempre en territorio descampado. En las carreteras, de un lado flamea la bandera palestina y del otro la judía. Uno siente esa extraña sensación de que, en los próximos 100 metros estará en un frente de batalla. En ese mismo camino hay sirenas y bocinas. Una voz femenina avisa los pasos que hay que seguir cuando desde Gaza lanzan misiles. El cielo israelí tiene protección. Le llaman la “cúpula de hierro”. Es una protección antimisilística que se activa para evitar daños a la sociedad de ese país. Por las dudas, las viviendas cuentan con refugios subterráneos si llegara a fallar el sistema de protección. Es infalible. Lo viví hace exactamente un año atrás, cuando cubrí la visita oficial del gobernador Juan Manzur a territorio judío. Es la misma sensación que puede tener cualquier integrante de la Selección nacional que jugará en Tel Aviv. Los israelíes son calculadores. Defienden todo a su alrededor. Así en la tierra, como en el cielo.

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