Qué hago si mi hijo no se conforma con nada

Qué hago si mi hijo no se conforma con nada

LLegan más casos a los consultorios de chicos que presentan el “síndrome del niño emperador”. Los padres tienen miedo de poner límites.

CÓMO PONERLES LOS LÍMITES. Es importante, a la par de darles mucho amor y atención, saber decirles “no”. CÓMO PONERLES LOS LÍMITES. Es importante, a la par de darles mucho amor y atención, saber decirles “no”.

Los berrinches en el supermercado se volvieron escenas cotidianas. Para Tiziano (6) la cosa empezaba pidiendo algo en la góndola de las golosinas y luego en la de juguetes. Sus padres dudaban y, entonces, él empezaba con los gritos y el llanto. Como no sabían sobrellevar la vergüenza de semejante “espectáculo”, Juan Martín (38) y Luciana (37) preferían ceder ante la exigencia del niño. 

En cada reunión familiar, Tiziano lloraba y se iba a un rincón para que todos se compadecieran de él y le dieran con los gustos. La cosa empeoró cuando el pequeño “decidió” que sólo quería comer milanesas con papas fritas. Todos los días, en el almuerzo y en la cena. En una consulta médica, porque le dolía el estómago, el pediatra estaba sorprendido. “Esta dieta es muy perjudicial para la salud del niño”, explicó. Los padres contestaron: “se lo dijimos doctor, pero no hace caso. Ahora que se lo dice usted esperemos que entienda”.

Nunca esperaron que el médico les diera un diagnóstico tan desconcertante. “Ahora le van a dar este remedio. Pero la semana que viene tendrán que buscar un terapeuta porque ustedes y su hijo necesitan ayuda. Lo que Tiziano tiene es el ‘síndrome del niño emperador’”, explicó el profesional.

Fue como un baldazo de agua fría. “Pero estoy agradecida de que me lo hayan dicho. Tiziano se nos había ido de las manos. Necesitaba muchos límites y amor”, resume la mamá.

Cecilia López, psicóloga especialista en niños, da algunas pautas que pueden servir para reconocer si tenemos un hijo con “síndrome del niño emperador”. En general, se trata de un chico que no se conforma con nada, que llora por todo. Entonces, los adultos empiezan a querer conseguirle cosas o a querer satisfacer sus demandas. “Son chicos demandantes, pero si nos ponemos a profundizar, son niños que vienen arrastrando carencias afectivas importantes”, remarca.

Javier Urra, doctor en Psicología y autor del libro “El pequeño dictador”, aborda la problemática: son niños que piensan que todos giran a su alrededor, ven a los padres como “cajeros automáticos” y a los profesores como alguien a quien pagan sus padres. Niños a los que pocas veces -o nunca- los progenitores les han dicho “No”.

“Es algo que se ve cada vez con más frecuencia en el consultorio. Una característica típica de estos tiempos en que las madres tienen que salir a trabajar: se va distorsionando el orden de jerarquía. Los adultos a veces se sienten culpables por no tener todo el tiempo para atenderlos y van perdiendo el mando de su función paterna. Y los hijos toman el control. Chicos caprichosos y demandantes, padres rehenes… ellos sufren, los adultos no saben cómo actuar. Llegan con miedo de poner límites”, describe López.

En parte, según la experta, son padres que tuvieron una educación muy estricta y quieren hacer con sus hijos todo lo contrario. “Yo les digo: está bien que no quieran repetir, que sean más flexibles. Pero autoridad y límites son necesarios en la crianza”, resalta. López deja en claro que uno niño no nace tirano. “Desde que nacen hay papás que están pendientes del bebé, de darle todo y más. Y los chicos tienen una capacidad increíble de adaptarse a lo bueno y a lo malo. Los niños son manipuladores por naturaleza. Hay que trazar una línea, que ellos sepan que no pueden hacer lo que quieran”, explica. Y sostiene que cuando un hijo se les va de las manos es necesario buscar ayuda.

Ana Carolina Ovadilla, coach certificada en Programación Neuro Lingüística e Inteligencia Emocional, trabaja en un jardín de infantes rodante y cuenta que cada vez hay más casos de chicos con características de niño emperador. “Es importante no responsabilizar al chico, sino entender que es culpa de la crianza que tuvo. La buena noticia es que se puede revertir. ¿Cómo? Entendiendo, primero, como padre que actué mal pero no lo hice con mala intención”, resume.

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