El artista, el crítico y la política

El artista, el crítico y la política

Berger y sus dardos contra la vida consumista.

01 Septiembre 2019

ENSAYO

PANORÁMICAS. ENSAYOS SOBRE ARTE Y POLÍTICA JOHN BERGER

(Editorial Gustavo Gili -  Buenos Aires)

Panorámicas. Ensayos sobre arte y política reúne un conjunto de textos con fechas disimiles: perfiles, notas, ensayos, relatos que vinculan el arte, la literatura y la política. En uno de ellos escribe un perfil emotivo del filósofo marxista Ernst Fisher. Narra la última conversación antes de la muerte del pensador austriaco.

Otro texto refiere un recorrido de lectura de la novela oceánica de James Joyce. En otro recupera los escritos curiosos de un pensador curioso: Max Raphael, quien reescribe o continúa la inconclusa y fallida teoría del arte de Marx.

En un artículo escueto lanza una hipótesis osada, una idea que sintetiza el método de varios de sus ensayos: a propósito del Renacimiento, sugiere que lo que distingue a los pintores renacentistas italianos y flamencos del resto del arte occidental es que los renacentistas no rompieron los límites del arte; es decir, los artistas renacentistas se guiaron más por el tema pictórico que por la interpretación subjetiva que guió las búsquedas de Goya, Rembrandt o Turner. Los renacentistas se nos aparecen, entonces, con una claridad nítida debido a que ellos no impusieron su subjetividad ante el objetivo de la claridad visual, esa cualidad que Berenson relacionó con “los valores táctiles”.

En un artículo temprano, a propósito de la estética soviética, Berger dice: “la mayor parte de la pintura rusa es mala. La nueva pintura está todavía en pañales. La mayor parte del arte occidental es igualmente malo. Pero por razones opuestas”. Berger condena a ambas estéticas, tanto a la rusa comunista como a la estética del vanguardismo capitalista.

Lo central es que, a pesar de su filiación marxista, no se enceguece por la pertenencia ideológica. Su perspectiva está dirigida por la idea que tiene sobre la relación del arte con la vida. Al final del artículo, agrega: “una verdadera tradición solo se puede construir sobre la base de una conciencia general de que el arte debe ser una inspiración para la vida, y no un consuelo”.

Este artículo fue publicado en 1954. En el contexto de nuestro presente, se podría decir que el arte puede inventar y ampliar el sentido de la vida y que no debe brindar un consuelo frente al fatalismo del consumo arrasador. En este libro, también, en una especie de carta a destiempo Berger le hace un regalo a Rosa Luxemburgo, recupera a los románticos, el cubismo y la función histórica del museo. En un ensayo contundente pronostica el fin del retrato ya que considera que su desaparición forma parte de la crisis de la individualidad moderna.

Pregunta esencial

¿Tiene sentido la crítica en el capitalismo tardío, en la época de las redes sociales? Aunque esta pregunta no está formulada en el libro de Berger, entiendo que es lícita hacerla en el marco del conjunto de ensayos y artículos de Panorámicas. Si seguimos al crítico cultural Max Fischer, podríamos decir que en el realismo capitalista, la crítica nos ayuda a pensar un universo paralelo a la opresiva atmósfera del presente. No se trata ya del realismo plano y dogmático del socialismo del Este sino del realismo monótono del capitalismo tardío. Desde el marxismo crítico, Berger lanza sus dardos sobre el círculo negro de la miserable vida consumista del siglo XXI.

En el ensayo breve El crítico ideal y el crítico combativo, Berger sostiene que la crítica más adecuada es la que responde a una pregunta que puede parecer obvia o baladí: ¿para qué sirve el arte aquí y ahora? El crítico más modesto atiende a la cuestión de qué puede decir una obra hoy, en el mundo contemporáneo. Una obra de arte (sea cual sea su origen geográfico e histórico) nos permite ampliar el horizonte de la mirada sobre la realidad. En este sentido, la obra de arte contribuye a que las personas “conozcan sus derechos sociales”.

Rápidamente, el autor aclara que con esto no quiere decir que el arte tenga una función de propaganda, como en el realismo socialista (o en el realismo capitalista de Occidente, agregaría). Lo que Berger aventura es que el arte que nos abre la mirada del mundo nos ayuda a entender mejor nuestra situación social en el presente: nos mejora o nos brinda una leve llama de esperanza.

Si acaso el arte nos ayuda a mirar más allá del feo espejo del capitalismo financiero, en ese caso nos impele a protestar contra el asfixiante aire viciado del presente consumista. De este modo, el arte tiene una evidente dimensión antropológica y, con esto, una insoslayable dimensión política.

© LA GACETA

FABIÁN SOBERÓN

PERFIL

John Berger nació en Londres, en 1926, y murió en París, en 2017. Fue crítico de arte, pintor y uno de los más destacados escritores de su época. Participó de la Segunda Guerra Mundial como parte del Ejército británico, hecho que marcó su vida. Escribió artículos como crítico de arte en el New Statesman y en el Tribune, bajo la supervisión de George Orwell. Entre sus ensayos sobresale Modos de ver, libro de referencia para toda una generación de historiadores de arte. En 1972 ganó el prestigioso Booker Prize por su novela G y, en los 80, publicó la célebre trilogía De sus fatigas. 

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