24 Agosto 2019
Para los lectores apasionados no existe mayor satisfacción que el infinito fluir de la imaginación ante una buena pieza literaria. En esta aspiración y con un eterno despertar de la lengua, es que aparece el nombre de Jorge Luis Borges. Traductor, crítico literario, profesor de Literatura Inglesa en la Universidad de Buenos Aires y director de la Biblioteca Nacional (1955-1974), Borges es una de las figuras imprescindibles del siglo XX. Su esencia se encuentra en el germen de las primeras revistas literarias del país, como “Prisma”, “Proa” y “Martín Fierro”.
La colección de títulos que detenta la firma de Borges incluye poesías, ensayos y cuentos con una narrativa poblada de metáforas. En sus libros puede descubrirse un estilo literario único, con una reiteración constante de cuestiones como el paso del tiempo, la fragilidad del espacio, los azarosos caminos del destino y las distopías.
Aunque su figura haya desaparecido el 14 de julio de 1986, los cimientos de sus palabras se mantienen como un precedente ineludible. Al respecto, sus lectores y los teóricos aluden a la capacidad de Borges para transitar sobre la dimensión atemporal, entre una suerte de ficción y de erudición. “Buscó la figura bifronte de un escritor que fue al mismo tiempo cosmopolita y nacional”, referenció Beatriz Sarlo en “Borges, un escritor en las orillas”.
Acorde con una estadística presentada por el Instituto Cervantes, fechada en 2018, en Europa se venden en promedio unos 60.000 ejemplares anuales de las obras de Borges, con un importante protagónico de “El Aleph” (1949), “El hacedor” (1960), “El libro de arena” (1975) y “Los conjurados” (1985).
Aquel toque de determinismo ante la realidad, presente en esta última obra, también fue vivenciado en primera persona por el escritor cuando una deficiencia visual heredada de su padre derivó en una progresiva pérdida de visión, hasta la ceguera definitiva. Desde entonces, el literato debió redactar sus libros en compañía de secretarias que pudieran traspasar las palabras a las hojas en blanco. En honor a su nacimiento es que hoy se celebra el Día del Lector.
Homenaje a la medida
Con el deseo de conmemorar los 120 años del nacimiento del autor de “Ficciones”, la Fundación El Libro decidió repartir por las calles de Buenos Aires y por las provincias del NOA, 100.000 poemas de escritores argentinos clásicos y contemporáneos.
“La idea es motivar el hábito de la lectura, que es una cosa que no tiene contraindicaciones”, detalló a la agencia Reuters Alejandro Vaccaro, presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).
La “suelta de poemas” será gratuita e incluirá postales del consagrado escritor y de autores trascendentes como Antonio Requeni, Alejandra Pizarnik, Julio Cortázar y Alfonsina Storni.
“Dos personas me han hecho la misma pregunta: ¿para qué sirve la poesía? Y yo les he dicho: ‘bueno, ¿para qué sirve la muerte? ¿Para qué sirve el sabor del café? ¿Para qué sirve el universo? ¿Para qué sirvo yo? ¿Para qué servimos? Qué cosa más rara que se pregunte eso, ¿no?’”, dijo alguna vez Borges.
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