Cuando el deporte inspira

Cuando el deporte inspira

LUGAR DESTACADO. Las chicas del fútbol son una inspiración para mucha gente. LUGAR DESTACADO. Las chicas del fútbol son una inspiración para mucha gente.

“Para las pibas que juegan al fútbol en la Villa 31 un podio de la Selección en los Juegos Panamericanos representa muchas cosas, pero, ante todo, representa la idea de que ser jugadora tiene un valor”. Mónica Santino, pionera en la lucha del fútbol femenino en la Argentina, sabe que el deporte es mucho más que un podio. Por algo entrena a las chicas de la Villa 31 en Buenos Aires. Pero sabe también que la medalla de plata inédita ganada en la madrugada del sábado por la Selección en Lima puede servir de inspiración a muchas jóvenes que, como le sucedió a ella misma, sufrieron durante décadas burla, discriminación y rechazo. Las pibas del equipo La Nuestra, que Santino dirige en la Villa 31 “saben por primera vez de memoria los nombres de todas las jugadoras, desde la arquera hasta la última”, me contó la propia Mónica apenas horas antes de la final que Argentina perdió por penales ante Colombia, rival con historia propia, con jugadoras que denunciaron por acoso a entrenadores de formaciones juveniles.

Más allá del podio, histórico para el fútbol femenino de la Argentina, Santino recordó sin embargo con énfasis las ausencias en Lima de jugadoras clave de la Selección que un mes antes nos había emocionado en el Mundial de Francia. Jugadoras que fueron marginadas porque siguieron reclamando tras el Mundial, como tuvieron que hacer desde siempre para dejar de ser ignoradas. El nivel de un Panamericano está lejos del de un Mundial. Por eso, la Selección volverá a precisar del talento de las marginadas para seguir creciendo, para darle más audacia a su juego. Será tarea de los dirigentes recomponer lo que se ha dañado. Saber que nombres como los de Estefania Banini, “Flor” Bonsegundo o Belén Potassa, por citar a algunas, merecen ser recuperados. Son algunos de los nombres que inspiran a las pibas de la Villa 31 y de muchos otros equipos del país. Como inspiran también los nombres de Delfina Pignatiello, Luis Scola o cualquier otro de los deportistas que compitió y ganó medalla en Lima o que simplemente emocionó por su entrega en los Panamericanos que finalizan hoy en Perú.

¿O acaso no emocionó la dignidad de Las Gigantes, la selección femenina de basquetbol, para seguir compitiendo aún tras la durísima frustración por el grave error de camisetas que decretó la derrota reglamentaria ante Colombia, partido clave que hubiese permitido aspirar a semifinales? Es tentador el atajo. Caer en el lugar común de criticar sin siquiera permitirse un mínimo análisis. Ya estaba el voleibol criticando a su dirigencia por deudas, malos viajes y otros desaciertos. Pero no es igual la Confederación Argentina de Basquetbol (CABB), una dirigencia impulsada por la propia Generación Dorada. “Se pueden criticar un montón de cosas -me dijo Sergio “Oveja” Hernández, DT de la Selección masculina que viaja mañana a Europa para llegar afilada al Mundial de China- pero nada que ver con eso que se quiere hacer creer de desamparo del básquet a la Selección femenina. Es todo falacia”.

Hernández habló con las jugadoras tras el incidente. Y las apoyó sin discusión. Pero aclaró que nunca vio a una dirigencia de la CABB “hacer tanto por el básquet femenino”, atribuyó a un error humano la “negligencia” cometida con las camisetas y recordó que él mismo casi se queda sin poder dirigir a la Selección en un partido de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 porque se olvidó su credencial y no le permitían ingresar al estadio. Pudo hacerlo sólo porque la distancia era corta y le dio tiempo de buscar la credencial. ¿Podría haber pedido Colombia dar más tiempo para que se jugara el partido? ¿No son los Juegos Panamericanos, que forman parte del declamado espíritu olímpico, una competencia de élite, claro, pero que también pretende hacer un culto a la deportividad? “Se priorizó la lógica instrumental, fama, dinero, medallas, y no la lógica competitiva del deporte, que requiere un enfrentamiento para ver quién es superior”. Me lo dice César Torres, que enseña filosofía e historia del deporte en Estados Unidos y es acaso una de las voces más autorizadas en Latinoamérica para hablar de olimpismo.

Es que el deporte es mucho más que un podio y que un sexto o séptimo puesto en un medallero final. Argentina es un país con cultura deportiva histórica, como lo confirmó la gran colección de medallas ganadas en Lima por selecciones masculinas y femeninas. Muy dependiente, eso sí, de una pelota. Pelota de fútbol, básquet, voley, hockey o de lo que fuere. Todavía siguen costando más las otras disciplinas, más allá de individualidades que siempre aparecen y del crecimiento de la natación, aunque especialistas más finos avisan que, si bien tienta el gran titular del diario hablando de medalla, también hay que mirar tiempo, calidad del rival y rendimiento. Como sea, en equipo o individualmente, sus triunfos ayudan e inspiran. El país vive hoy el primer paso electoral para elegir gobierno. Ojalá que, quien resulte ganador, comprenda también que el deporte es, justamente, mucho más que un podio. Que es esfuerzo, planificación, salud y educación. Y que sirve para inspirar a muchos, muchísimos más.

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