25 Marzo 2019
Rodrigo Hache
Tucumano. Licenciado en Teatro (UNT). Actor y performer. Actualmente trabaja en diversos proyectos de artes escénicas en Bueno Aires.
Eramos unos niños de Patty Smith
Lumen 212 páginas
Lo elijo porque...
Cuando conocí a Robert Mapplerthorpe quedé cautivado y perturbado casi en igual medida. Este libro es una bio del fotógrafo, pero también me hizo imaginar New York y soñar, cuando aún soñaba, en ser un artista y vivir como alguno de esos que considero inalcanzables. Y es, además, un libro sobre el amor profundo, aquel que supera las categorías de la carne.
Fragmento
“Nos despedimos y salí de su habitación. Pero algo me impulsó a regresar. Se había quedado dormido. Lo miré. Tan sereno como un niño viejo. Abrió los ojos y sonrió. “¿Ya has vuelto?” Y luego se durmió otra vez. Así pues, mi última imagen fue como la primera. Un joven dormido bañado de luz que abrió los ojos y sonrió con complicidad a una persona que jamás había sido una desconocida.”
Las partículas elemantales de Michel Houellebecq
Anagrama - 328 páginas
Lo elijo porque...
Una amiga lectora me dijo que debería leer a Houlllebecq. Es brillante y cínico. Absolutamente necesario. Un libro sobre la humanidad: religión, política, ciencia, sexualidad y la desaparición del deseo y la blandura de la carne, algo que a mí me da terror y asco. Este libro me dislocó la cabeza, me hizo pensar en irme del Tucumán hostil, en salvarme durante la juventud, en salvar mi deseo.
Fragmento
“Nunca, en ninguna época y en ninguna otra civilización, se ha pensado tanto y tan constantemente en la edad; la gente tiene en la cabeza una idea muy simple del futuro; llegará un momento en que la suma de los placeres y dolores, que cada cual se ve empujado a hacer tarde o temprano, conduce inexorablemente a partir de cierta edad al suicidio”.
La ilusión de los mamíferos de Julián López
Random House - 176 páginas
Lo elijo porque...
Un narrador relata los encuentros con su enamorado los domingos. Las imágenes que despliega son preciosas y desgarradoras, casi como transita, se incendia y se desvanece el amor entre dos varones, en un departamento de Caballito, tomando un vino del chino, como tantos de nosotres; y a veces en las calles y bares de Buenos Aires otoñal, esos que podemos reconocer.
Fragmento
“Entonces tal vez los domingos en los que descansé la furia de mi soledad sobre tu cuerpo fueron eso. ¿Estuve en ese departamento de dos ambientes que visitabas los domingos hasta que todo terminó y creí que irme a Berlín abriría una puerta?(...). Estar con vos fue la manera más hermosa de mí, una suspensión entre el horror de estar obligado a ser y la delicia de entrar al ritmo un poco más allá de tus ingles”.
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