Temas que atraviesan a la sociedad

Temas que atraviesan a la sociedad

Denuncias por acoso en la UNT; la tragedia del Parravicini y las grietas que se multiplican en la ciudad; la pelea inverosímil por los túneles de la Mendoza y de la Córdoba; el vandalismo y el desastre de las cloacas… Todos estos temas poseen el peso suficiente para ocupar los títulos principales de una hipotética tapa de LA GACETA que refleje algunos (y sólo algunos) de los principales temas que atravesaron la ciudad y a sus habitantes durante el 2018. Ahora bien, la pregunta que surge es: ¿cómo se van a proyectar hacia 2019?

Un audio en el que se ridiculizaba a las mujeres que fue grabado durante una clase en la Facultad de Odontología -y viralizado en las redes sociales- dio pie a una serie de denuncias que derivaron en la suspensión de dos docentes. El primer caso ocurrió en esa unidad académica y el acusado es Eduardo Hassan (a quien se atribuyen los dichos del audio). El otro es Víctor Chocobar, docente de la Facultad de Derecho. Ambos fueron suspendidos.

Estos procesos administrativos avanzaron luego de la puesta en marcha del “Protocolo de intervención institucional ante denuncias por violencia de género, acoso sexual y discriminación de género”.

Bajo ese nombre difícil de recordar se encuentra un procedimiento que busca ser lo más claro y sencillo posible para que las personas que se sientan víctimas de cualquier tipo de abuso por cuestiones de género puedan asesorarse y realizar denuncias que deriven en una respuesta institucional. La resolución 2241/17 le dio el marco legal al Protocolo, que entró en vigencia el 30 de abril del año pasado. Y el caso testigo, con el que debutó el procedimiento, fue el de Hassan.

Más allá de la resolución que puedan tener estos casos puntuales, lo concreto es que la existencia del protocolo impulsó las denuncias. Donde antes reinaba la cultura del “mejor callate”, donde existía reticencia a hablar por temor a que las causas no prosperen y que, inclusive, haya represalias, hoy se advierte un cambio. “Hay más confianza”, asegura la referente del Protocolo en Derecho, Soledad Deza.

Es sí: es imposible soslayar que esto se da en el marco de una transformación cultural impulsada por movimientos como el #metoo y su versión argentina, #MiráCómoNosPonemos. Es también un signo de que en 2019 se puede profundizar este cambio de paradigma dentro de la Universidad y –por qué no- en otras instituciones tucumanas.

Una ciudad que se desmorona

Parece que fue necesario esperar que tres personas murieran aplastadas por escombros para que las autoridades empezaran a prestarle atención al estado de muchos de los edificios bajo cuya sombra caminan miles de tucumanos a diario.

El 23 de mayo, cerca de las 21, la fachada del ex cine Parravicini, se vino abajo y mató a Miguel Morandini, a María Cristina Sosa y a Víctor Hugo Aranda. En paralelo a la investigación judicial para determinar las responsabilidades por este hecho comenzaron las clausuras de edificios y las demoliciones (en la primera categoría se encuentra el templo de San Francisco, entre otros; en la segunda, inmuebles en distintas partes del centro).

La cuestión es que ninguno de estos edificios se deterioró luego de la tragedia del Parravicini; es decir, acumulaban años de descuido, pero parecen haberse vuelto visibles recién después de tres muertes ¿Qué otros riesgos similares acechan a los tucumanos y aún nadie controla? ¿Es necesario esperar una tragedia para que se empiecen a tomar medidas?

Problemas bajo tierra

Los túneles de las calles Mendoza y Córdoba que cruzan por debajo de las vías del ferrocarril quedaron en medio de la pelea entre la Provincia y la Municipalidad: la obra no está terminada. Y los que también quedaron en el medio de esta situación son los miles de tucumanos que los utilizan para cruzar de un lado al otro. Deben soportar los baches, la falta de iluminación, las inundaciones recurrentes, la falta de parquización del entorno, el funcionamiento irregular del semáforo de Córdoba y Marco Avellaneda, entre otros problemas.

Pero este no es el único problema que se produce bajo tierra en Tucumán: la red de cloacas colapsó y da la impresión de que la SAT no puede hacer más que ponerles parches a un sistema obsoleto que requiere una intervención profunda y millonaria.

En 2019, la política va a atravesar la vida de los tucumanos con virulencia. Y eso no es del todo una buena noticia. El año electoral nos puede deparar medidas más orientadas a sumar votos que a solucionar las cuestiones de fondo. De nada sirve que se maquille el Gran San Miguel de Tucumán.

Si queremos una ciudad más sana necesitamos empezar por lo básico: generar un sistema cloacal eficiente y moderno. Y es muy difícil que a eso se lo logre en los pocos meses que nos separan de las elecciones.

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