LA GACETA en Japón: un paseo gastronómico por Tokio sin probar una pizca de sushi

Los salteados de pollo, cerdo o carne son los más típicos en los bodegones nipones: cuanto más rojos aparezcan, más picantes serán.

PAISAJE DEL MEDIODÍA. Los lugares para comer se inundan de oficinistas que buscan, para almorzar, platos cuyos precios arrancan en los siete dólares. foto de Pablo Hamada PAISAJE DEL MEDIODÍA. Los lugares para comer se inundan de oficinistas que buscan, para almorzar, platos cuyos precios arrancan en los siete dólares. foto de Pablo Hamada

Por Pablo Hamada

(De nuestro enviado especial) Lejos de parecer una comida popular, el sushi en Japón también es un bocado para pocos. Tomo, un guía turístico que trabaja en Tokio, cuenta que con su esposa suelen ir a un local de estas exquisiteces una vez al mes. Sus hijos, en cambio, frecuentan los llamados kaiten-zushi. Son restaurantes que tienen una cinta transportadora alrededor de una barra. Allí desfila el sushi en platos de distintos colores que luego servirá para darles el precio, siempre más popular.

Pero quien quiera degustar de sabores iguales o más tradicionales que el sushi tendrá que perderse entre las calles y los gigantescos edificios de la ciudad, tal como lo hacen sus miles de trabajadores, todos los días. El idioma podrá parecer un impedimento, pero en muchas vidrieras las cartas están exhibidas con fotos de cada ítem del menú.

Como todo en Japón, la jerarquía estará presente también en un recorrido gastronómico. Los comercios que están al nivel de la calle serán más baratos y los que ubican en altas plantas de edificios estarán reservados en su mayoría para el mundo corporativo.

Si se trata de un trabajador común, la mañana puede arrancar con un desayuno de pescado. Existen pequeños cafés con promociones que incluyen una pieza de salmón a la plancha acompañado con arroz, huevo apenas cocido y algas. Los sabores del mar darán el empuje para una larga jornada.

Luego el paisaje del mediodía se inunda de oficinistas vestidos con pantalones oscuros y camisas blancas que buscan platos que cuestan desde 7 dólares. En cualquiera de los negocios elegidos el agua es gratis y se puede tomar cuantas veces se quiera. Los salteados de pollo, cerdo o carne son los más típicos en los bodegones nipones y cuanto más rojos aparezcan en la foto de la carta, más picantes serán a la hora de degustar.

Otro plato auténtico de Tokio es el “omurice”, una pieza de arroz envuelta en masa de huevo y su nombre parte de una mezcla entre las palabras inglesas “omelette” y “rice”. Es esponjoso, suave y suele estar acompañado de carne. Para probarlo se puede optar por alguno de los restaurantes en altura ubicados al frente de la estación principal de trenes de la ciudad.

A la noche, luego de trabajar entre 10 y 12 horas, es un buen momento para compartir con amigos un “okonomiyaki” o pizza japonesa. Se trata de distintos tipos de masas con huevo e ingredientes que van desde vegetales, mariscos hasta hongos.

En la zona de Akasaka existe un restaurant donde este plato se prepara en una plancha caliente que está en la mesa de los propios clientes. El mozo trae el revuelto y como parte de la conversación, los comensales preparan a su gusto su comida. Luego, cuando ya está a punto, se pueden agregar salsas, algas o pescado seco. La idea es compartir el momento, ya relajados y con cerveza de por medio.

Ya sea en las alturas o al nivel del paso de peatones, el té verde siempre estará incluido en el menú de los habitantes de Tokio. En forma líquida o bien como helado, este alimento milenario ayuda a la digestión y perdona cualquier exceso cometido hasta con palitos.

La noche en otoño suele ser fresca en esta metrópolis. Terminado el banquete es buen momento para caminar en veredas iluminadas por carteles infinitos y frecuentadas por algunos oficinistas pasados de copas. Ya sea por la cerveza o por el sake, no perderán la gentileza, esquivarán a todos y andarán solos hasta llegar a casa. Mañana habrá que comenzar de nuevo.

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