Viven en La Costanera y fueron al cine por primera vez en su vida

Viven en La Costanera y fueron al cine por primera vez en su vida

Más de 20 vecinos de esa barriada (desde niños a adultos) disfrutaron de la experiencia. Otras miradas.

FELICES. Los chicos de La Costanera posan sonrientes en la puerta del cine. FELICES. Los chicos de La Costanera posan sonrientes en la puerta del cine.
22 Agosto 2018

Vamos, vamos, vamos. Risas para subir al colectivo. Vamos, vamos, vamos. Risas para sacar la entrada, para entrar, para comprar pochoclos, para sentarse. Hasta que se apagaron las luces y empezó la película. Unas veinte chicas y chicos de La Costanera fueron por primera vez al cine: aunque lleve semanas en cartelera , “El Ángel” fue el estreno del séptimo arte para la mayoría de los 22 espectadores, los más grandes. Para los más chicos, “Los Increíbles 2”.

La idea surgió hace poco más de un mes en el grupo de recuperación de consumo de drogas que mantiene el comedor de noche para adictos en el barrio. Cocinan las noches de los martes alrededor de 100 raciones de comida para trabajar en dos de los problemas que más crecieron en los últimos años en las barriadas: el hambre y el consumo de paco. Cada vez menos comida y cada vez más paco.

El comedor nocturno funciona como una estrategia de tratamiento del grupo “Ganas de Vivir”, una experiencia de asistencia y prevención de adicciones de la Secretaría de Adicciones del Ministerio de Desarrollo Social, coordinado por los profesionales Emilio Mustafá, Zulma Juri y Manuel Romano. “Lo que es común para la gente de clase media o alta es algo totalmente nuevo para muchos chicos de las barriadas populares. Esto tiene un efecto de fortalecimiento subjetivo, de valoración personal. Es una experiencia que los ayuda mucho”, valoró Mustafá.

De los márgenes al centro

Quienes viven en los márgenes de la ciudad, los marginados, fueron al centro a divertirse, a disfrutar. Los chicos contaron que al centro -y de noche- sólo fueron a trabajar cartoneando, a pedir dinero o de emergencia a un hospital, a una comisaría.

“Es hermoso, primera vez en mi vida que vengo así al centro. Es hermoso salir al centro a disfrutar. Yo entré con los chicos a ver Los Increíbles. Es hermosa, pero bueno, ahora hay que volver al calvario, a la realidad del barrio”, suspiró Josefina Medina. Fue la primera vez en el cine para la mujer de 35 años.

Para quienes la economía del día a día pasa por buscar qué comer, la salida tuvo su sacrificio. Los $ 550 pesos que constaron los viajes en colectivo ($ 12,50 por 22, ida y vuelta), salieron de la caja que obtienen de la feria de ropa que hacen una vez al mes. Las entradas, de donaciones que consiguió el equipo técnico del Ministerio.

A Josefina no la convencieron los precios: “me parece mucho $70 los pochoclos, con esa plata compraba maíz y un pote de aceite y hacía olladas de pochoclos”, bromeó.

Todos estuvieron contentos con las películas, con la segunda parte de la familia de superhéroes de Disney y con la historia de Carlos Robledo Puch. “Está piola. Estaría bueno que haya un cine en el barrio también”, dijo Magalí Flores (17 años). Carlos Díaz (24 años) estaba muy contento: “es una experiencia muy linda, me gustaría poder venir más seguido. No es lo mismo ver una película en la tele, con una DVD o un video en un celular que una pantalla así de grande”.

Daniel López (27 años) coincidió con Magalí: “¿por qué no puede haber algo para que tengamos cine en el barrio, o que vengamos más seguido?”. El resto de los integrantes del grupo pensaba igual: Yaneth, Eduardo, Ruth, Raysa, Mario, Braian, Daniel, Elsa, Jaqui, Josefina, Nicolás... reírse debería ser un derecho.

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