El tono justo para una película notable

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EL ÁNGEL | THRILLER/DRAMA - PM16 - 126’

MUY BUENA

ORIGEN: Argentina, 2018. DIRECCIÓN: Luis Ortega. CON: Lorenzo Ferro, Chino Darín, Daniel Fanego, Mercedes Morán, Cecilia Roth, Luis Gnecco, Peter Lanzani, Malena Villa. GUIÓN: Luis Ortega, Sergio Olguín y Rodolfo Palacios. FOTOGRAFÍA: Julián Apezteguia.

Se puede matar sin pasión, casi como un acto tan reflejo como irreflexivo. Carlitos, por ejemplo, carece de gestualidad cuando asesina. No se inmuta, no da mayores explicaciones porque no las tiene ni las necesita. Es un hedonista que, a fin de cuentas, tampoco luce fascinado con el momento que dice disfrutar. Pero a veces se permite bailar, desear o derramar una lágrima. Carlitos es Carlos Robledo Puch, el más famoso de los asesinos seriales argentinos, abordado por Luis Ortega en una película irresistible en sus formas y en su esencia.

“El ángel” prescinde de la precisión histórica, porque este no es el Robledo Puch de la biografía sino el moldeado por Ortega. Tal vez por eso eligió un debutante para el papel, arcilla pura para construir su personaje, no el de los diarios. Lorenzo Ferro, de asombroso parecido con aquel Robledo Puch que la crónica policial inmortalizó a comienzos de los 70, aprovecha esa minuciosa dirección actoral y copa la pantalla con un juego de androginia excepcional.

Ortega se toma su tiempo para registrar el raid destructivo de Carlitos, delincuente juvenil devenido en asesino irrecuperable sin mayores fundamentos. El mal por el mal mismo. La relación con sus padres, tan distante y engañosa como la que entabla con una novia de ocasión, contrasta con su ingreso al clan Ibáñez, una familia de ladrones de poca monta que será su trampolín a las ligas mayores del hampa. En el medio, imparables, van sucediéndose los robos y los crímenes.

La puesta en escena de “El ángel” es formidable, desde la reconstrucción de época -magnífica la paleta de colores elegida por Julián Apezteguia- a la banda de sonido, en la que conviven Billy Bond, Pappo y Manal con Leonardo Favio, Heleno, Johnny Tedesco y, por supuesto, Palito Ortega. Las marcas temporales, que incluyen el magnetismo irradiado por la TV del momento, son un activo fundamental de la película.

Tal vez los rubros actorales no sean parejos. El que está espléndido es Daniel Fanego en el papel de Ibáñez padre. Es la poderosa figura -más viril que paterna- que seduce a Carlitos, aunque pronto el veterano ladrón que por nada del mundo quiere volver a la cárcel quedará subsumido en el horror que acompaña a Robledo Puch en cada una de sus decisiones. Esa es la clave: el horror, por más que esté personificado en un chico con cara de ángel.

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