La influencia de Gernuchoff en la literatura nacional

La influencia de Gernuchoff en la literatura nacional

Mónica Szurmuk rescata la obra del autor de “Los gauchos judíos” y su paso por el periodismo.

MÓNICA SZURMUK. “Gernuchoff nos lleva a una variedad de mundos”. Telam MÓNICA SZURMUK. “Gernuchoff nos lleva a una variedad de mundos”. Telam
26 Junio 2018

Cuando en una reciente entrevista para Télam a Mónica Szurmuk le preguntaron por qué había biografiado a Alberto Gerchunoff (1883-1950), ella respondió: “entender a Gerchunoff es entender el campo literario argentino de la mitad del siglo XX y también la inserción de la cultura argentina en el mundo”. ¿Como no escribir, entonces, “La vocación desmesurada: Una biografía de Alberto Gerchunoff”?

Szurmuk es doctora en Literatura Comparada por la Universidad de California, investigadora del Conicet y autora de “Mujeres en viaje” y “Miradas cruzadas: Narrativas de viajes de mujeres en la Argentina 1850-1930”. “A través de la figura de Gerchunoff podemos entrar a una variedad de mundos: el de la prensa, el de la literatura, el de la política, el de la comunidad judía y el de la diplomacia -agregó-. Sin embargo, y a pesar de que ‘Los gauchos judíos’ lo transformó en bestseller en la década de 1910 y luego en autor obligado en programas escolares, el resto de su obra ha permanecido olvidada”.

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Gerchunoff -destacó Szurmuk- era un escritor y un periodista importante que se codeaba con los autores fundamentales del campo literario argentino e internacional. “Fue el primero en invitar a Borges a publicar poesía en castellano en la Argentina cuando Borges volvió de Europa”, resaltó.

- ¿Qué marca dejó Gerchunoff en el periodismo nacional?

- Fue un periodista nato. Dirigió un diario en Chascomús antes de cumplir 20 años. A los 21 era director de “El censor” y en 1910 asumió la dirección de “El orden”, de Tucumán, mientras seguía colaborando con “La Nación” y “La Vanguardia”. Su habilidad narrativa transformaba eventos policiales en historias humanas. Una de sus marcas es su compromiso periodístico para iluminar las injusticias de su tiempo: la ocupación estadounidense en Nicaragua, la República española, la discriminación contra los negros en los Estados Unidos, el fascismo en la Argentina y, por supuesto, la violencia nazi en Europa. Cuando en 1927 se le encargó que creara el diario “El Mundo”, convocó un grupo de periodistas extraordinarios (Roberto Arlt, Leopoldo Marechal, Conrado Nalé Roxlo, Francisco Luis Bernárdez...). Para la sección “carreras” contrató un poeta, para “policiales”, un cuentista. Era un diario moderno, con fotografías, corresponsales en capitales latinoamericanas y europeas. En los primeros números aparecieron artículos sobre el sufragio femenino escritos por las feministas Elvira Rawson y Julieta Lanteri.

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- ¿La desmesura a la que se refiere el título tiene relación con el rol de Gerchunoff en la cultura argentina?

- Creo que lo que se nota en él, y que es parte de su desmesura, es que todo está relacionado: no hay mucha separación entre la literatura, el periodismo, la política y la gestión cultural. Los intelectuales refugiados de la Guerra Civil Española se recomendaban unos a los otros buscar a Gerchunoff apenas bajados del barco; muchos recordaban años después que la primera cena en Buenos Aires la había pagado Gerchunoff. Participó en la creación de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y la Sociedad Hebraica Argentina; fue político y candidato a diputado. Fundó bibliotecas, dio cursos e hizo campaña por toda América latina para conseguir votos en la ONU para la creación del Estado de Israel.

- La adopción del castellano como lengua literaria es un eje clave en su obra. ¿Cómo se explica la renuncia de su lengua natal, el ídish?

- Es un tema crucial. Él renuncia al ídish de joven porque apuesta todo a un futuro argentino; luego lamenta haber perdido la lengua materna. Escribe un texto desgarrador en 1936 referido a la nostalgia de gueto; cuenta que va a un café de Corrientes a escuchar el ídish, a ver los personajes del mundo que está por acabarse. Y lo dice antes de la Segunda Guerra, antes de que el Holocausto destruyera por completo el mundo del ídish en Europa oriental. Sin embargo “Los gauchos judíos” es un libro lleno de palabras transliteradas del ídish. De esto se ha hablado muy poco, porque la versión para las múltiples ediciones del libro fue la publicada en 1936, y es un texto más castellanizado, donde la mezcla con el ídish se borra.

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