¡Sólo un capítulo más! Nada peor que el bajón al final de una serie

¡Sólo un capítulo más! Nada peor que el bajón al final de una serie

Es tan fuerte la atracción que generan las ficciones que el espectador siente una poderosa sensación de vacío cada vez que llegan al final. Hay distintas estrategias para afrontar este “estrés post series”, pero nada es más efectivo que encontrar cuanto antes una nueva. De lo contrario, el sufrimiento no se termina.

“Solo un capítulo más. ¡Pero si sólo quedan cuatro y termina la serie! Le doy para adelante y ya está. No puedo aguantarme. Necesito saber el final”. Frases recurrentes que pululan en nuestra cabeza y en las de miles de usuarios de Netflix y de otras plataformas on demand, que no pueden evitar la tentación de ver en un par de días una temporada entera de su ficción favorita. Y después de devorar toda la serie, sobreviene una pregunta casi existencial: “¿y ahora qué?”.

¿Quién no ha sentido alguna vez una especie de vacío interior o bajón al despedirse de esa historia que tanto lo atrapó? ¿Es verdad que existe el estrés post series? Todavía no han llegado casos al diván. Sin embargo, los profesionales de la salud mental no niegan el gran impacto que están teniendo las series en la vida de las personas.

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“Los finales siempre duelen”, explica la doctora Gabriela Abad, psicoanalista. Y esa angustia que generan las cosas que culminan es también aplicable a las series, afirma.

Que se haya terminado la ficción significa que se acaba el vínculo afectivo que habíamos tejido con los personajes y que tendremos que buscar cómo llenar ese espacio diario que tanta felicidad nos daba. Y nos angustia creer que no encontraremos otro “Merlí”, otra “Casa de Papel”, otra “Breaking bad”.

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“Me pasó con ‘Downtown Abbey’. Quedé muy angustiada al final porque sentía que había establecido un gran lazo con todos los personajes. Y sentí un vacío al llegar al final. Así que de vez en cuando volvía a ver mis capítulos favoritos de la serie hasta que la levantaron”, explica Teresa Albornoz (35).

La misma receta usa Romina Mitre (38) para no extrañar tanto una ficción que llega a su fin. “Soy de hacer grandes maratones de series. Me pasó con ‘Game of Thrones’, ‘Breaking bad’, ‘Stranger things’, ‘La Casa de Papel’ y ahora ‘Merlí’. Me encierro en casa a ver un capítulo detrás de otro hasta que termino, y duermo sólo de a ratos. Únicamente salgo para ir a trabajar. Me genera ansiedad mientras la veo; si estoy fuera de casa me dan ganas de volver para continuar la historia. Cuando las termino de ver maratónicamente las empiezo de nuevo pero más tranquila, uno o dos capítulos por día, y así evito la angustia o el vacío del final”, detalla.

Mariana Jorge (27) admite que la necesidad de comerse toda una serie, además de generarle insomnio y ansiedad, la obliga a estar esquivando spoilers. Apenas termina una historia no deja que la pena la domine. Enseguida busca algo nuevo. Aunque le preocupa dar vueltas y aburrirse hasta hallar una nueva ficción indicada para ella, confía en los algoritmos (brindan recomendaciones en base a lo que vio el usuario).

¿Por qué enganchan?

Abad analiza en profundidad el fenómeno: “los sujetos, en cada época, cocinan sus angustias con los ingredientes que poseen. Hoy las series son un componente importante para tapar los vacíos que nos habitan”.

Según ella, dado que estas ficciones son hoy un objeto más que nos brinda el capitalismo para consumir, poseerlos, gozar de ellos, saber, nos ubica en una posición social. “La serie significa al espectador, lo determina, lo ubica en un contexto social; en definitiva, lo incluye. Para participar de las redes, las charlas entre amigos y hasta análisis políticos, el mandato es ¡hay que ver series!”.

Sostiene Abad que, en coincidencia con las características de consumo de la sociedad actual, las series están pensadas para la glotonería. No imponen el tiempo de espera, salvo el de la próxima temporada. “La inmediatez, la disposición al antojo del espectador, no está sujeta a las coordenadas del tiempo de una programación y obviamente no se necesita asistir a ningún lugar; lo tengo en casa. Esto nos lleva fácilmente a un consumo sin medida. Tienta, provoca, invita al exceso y los sujetos somos presa fácil que creemos encontrar en esas pantallas un lugar de alojamiento, una contención. Pero es efímero y virtual”, advierte. Y en ese sentido -opina- los finales impactan más en el espectador y le causan estrés si esa ficción que veía estaba funcionando como el tapón de sus propias imposibilidades para afrontar el mundo.

¿Cómo se piensan?

Desde la cocina de las series, el director de “Muñecos del destino” (se emite por Canal 10 los lunes, miércoles y viernes), Patricio García, admite que hoy al hablar de éxito, más que evaluar la calidad de una ficción se piensa en cuánto engancha al espectador, si le provoca ansiedad, ganas de no despegarse de la pantalla.

Con el objetivo de que el usuario haga maratones interminables, las nuevas formas de narrar que imponen las series exigen más emociones, más suspenso, más momentos de clímax, más adrenalina y finales de capítulos abiertos, que causen una necesidad irrefrenable de ver lo que sigue, explica García, que es guionista y musicalizador. Todo es parte de una estrategia. Incluso la empatía entre los espectadores y los personajes es un proceso artístico que se piensa mucho cuando se escribe un guión, remarca. Y concluye: “sin dudas, la ansiedad por ver otro episodio casi es inducida”.

Nació un nuevo personaje: el maratonista profesional

La forma compulsiva de ver series ha dado lugar a una nueva clase de fan, bautizado como el “binge racer” o maratonista profesional. Son usuarios que logran ver hasta el final una nueva temporada entera durante las 24 horas siguientes al estreno. Y al parecer, no son sólo unos pocos locos. Según un estudio de Netflix, 8,4 millones de usuarios en todo el mundo han consumido así sus producciones favoritas, como ser “Stranger things” o “House of cards”, entre otras.
Algunos especialistas sostienen que el fenómeno de las series comparte algunos trazos propios de cualquier adicción. Un estudio que realizo la firma Neuromarketing Labs para Fox y Vodafone, confirma que algunas ficciones como “The walking dead”, “Breaking bad”, “The Big Bang Theory” o “Game of Thrones” pueden llegar a originar síntomas físicos de adicción: a sus fanáticos les aumenta el ritmo cardíaco, sudan más y se les acelera la respiración. Y si las dejan de ver, sufren de abstinencia.
En una reciente entrevista con NBC News, la psicóloga Renee Carr sostuvo que una maratón de series hace que nuestro cerebro produzca dopamina y nos genere placer. 
“Es la señal del cerebro que se comunica con el cuerpo para decirle ‘esto se siente bien. ¡Deberías seguir haciendo esto!’ Cuando estás atrapado viendo tu programa favorito, tu cerebro produce continuamente dopamina y tu cuerpo experimenta un efecto similar al de las drogas. Experimenta una pseudoadicción al programa porque desarrollas antojos de dopamina”, señaló.
Consultado sobre este tema, el psicólogo Arturo Gómez López prefiere hablar de un consumo abusivo de series antes que de una adicción en el sentido clínico de la palabra.
“Creo que las series nos enganchan tanto, con sus personajes y sus tramas, porque en cierta forma nos sentimos identificados con algo que efectivamente nos pasa o que nos gustaría que nos pasara. No creo que estas ficciones generen adicción en el sentido estricto de la palabra, que es una acción compulsiva hecha para anestesiar una angustia. Sí puede generar mucha motivación al verla. Claro que estoy hablando de generalidad y podría haber algún caso en particular”, evalúa Gómez López.
Según analiza el especialista, es común padecer crisis de ansiedad durante la trama de la serie porque casi siempre hay una o varias situaciones de conflicto y hay que esperar que este se resuelva. O porque muchas veces ese drama no tiene la resolución que esperábamos. “Si eso ocurre en el final, probablemente cause estrés en la persona -apuntó-. Lo mismo pasa si el cierre es ambiguo”.
La forma compulsiva de ver series ha dado lugar a una nueva clase de fan, bautizado como el “binge racer” o maratonista profesional. Son usuarios que logran ver hasta el final una nueva temporada entera durante las 24 horas siguientes al estreno. Y al parecer, no son sólo unos pocos locos. Según un estudio de Netflix, 8,4 millones de usuarios en todo el mundo han consumido así sus producciones favoritas, como ser “Stranger things” o “House of cards”, entre otras.

Algunos especialistas sostienen que el fenómeno de las series comparte algunos trazos propios de cualquier adicción. Un estudio que realizo la firma Neuromarketing Labs para Fox y Vodafone, confirma que algunas ficciones como “The walking dead”, “Breaking bad”, “The Big Bang Theory” o “Game of Thrones” pueden llegar a originar síntomas físicos de adicción: a sus fanáticos les aumenta el ritmo cardíaco, sudan más y se les acelera la respiración. Y si las dejan de ver, sufren de abstinencia.

En una reciente entrevista con NBC News, la psicóloga Renee Carr sostuvo que una maratón de series hace que nuestro cerebro produzca dopamina y nos genere placer. “Es la señal del cerebro que se comunica con el cuerpo para decirle ‘esto se siente bien. ¡Deberías seguir haciendo esto!’ Cuando estás atrapado viendo tu programa favorito, tu cerebro produce continuamente dopamina y tu cuerpo experimenta un efecto similar al de las drogas. Experimenta una pseudoadicción al programa porque desarrollas antojos de dopamina”, señaló.

Consultado sobre este tema, el psicólogo Arturo Gómez López prefiere hablar de un consumo abusivo de series antes que de una adicción en el sentido clínico de la palabra.

“Creo que las series nos enganchan tanto, con sus personajes y sus tramas, porque en cierta forma nos sentimos identificados con algo que efectivamente nos pasa o que nos gustaría que nos pasara. No creo que estas ficciones generen adicción en el sentido estricto de la palabra, que es una acción compulsiva hecha para anestesiar una angustia. Sí puede generar mucha motivación al verla. Claro que estoy hablando de generalidad y podría haber algún caso en particular”, evalúa Gómez López.

Según analiza el especialista, es común padecer crisis de ansiedad durante la trama de la serie porque casi siempre hay una o varias situaciones de conflicto y hay que esperar que este se resuelva. O porque muchas veces ese drama no tiene la resolución que esperábamos. “Si eso ocurre en el final, probablemente cause estrés en la persona -apuntó-. Lo mismo pasa si el cierre es ambiguo”.

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