El teatro, herramienta educativa y social valiosa

El teatro, herramienta educativa y social valiosa

30 Enero 2018

Se suele decir que es una expresión del alma. Surge como una necesidad de expresar a través de la palabra, imágenes, movimiento, la realidad que percibe y modela en el interior de su ser. “La función del arte en la sociedad es edificar, reconstruirnos cuando estamos en peligro de derrumbe”, sostenía Sigmund Freud, mientras que Albert Einstein afirmaba que “el arte es la expresión de los más profundos pensamientos por el camino más sencillo”. Una de las manifestaciones artísticas que quizás más se aproxima a la vida es el teatro.

No sólo es un entretenimiento, sino también una invitación a pensar sobre la condición humana. El teatro estimula la creatividad individual y grupal, así como la integración en conjunto a través del juego dramático, desarrollando el vínculo y la confianza personal. Por otro lado, al tratarse de un hecho vivo que genera, al mismo tiempo, comunicación. El teatro puede mostrarle a un niño no sólo un camino de formación, sino de entretenimiento dinámico.

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Sería interesante si cada establecimiento educativo contara con un elenco teatral que escenificara no sólo obras o adaptaciones de clásicos argentinos o universales, sino también creaciones colectivas basadas, por ejemplo, en personajes típicos del barrio o en mitos y leyendas. Podrían organizarse luego olimpíadas provinciales que permitan confraternizar entre los chicos y docentes.

El arte escénico es también una gran herramienta para trabajar en comunidades con problemas de adicción, tanto para alejar a los jóvenes del consumo, como para colaborar con su rehabilitación. Podría ser de gran utilidad en cárcel, como un medio de expresión de los reclusos, que podrían escribir y escenificar sus propias historias o problemas. En ese sentido, una experiencia importante se realizó alguna vez en la cárcel de mujeres.

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En 2011, se anunció la creación del Teatro Estable de Niños y Jóvenes de la Provincia, cuyo elenco estaría integrado por dos grupos de 25 niños y jóvenes respectivamente, que asistían a clases gratuitas en el desaparecido Centro Cultural Juan B. Terán. Uno de los profesores dijo en la ocasión que más allá de lo actoral, lo que se buscaba era una formación integral como personas. Lamentablemente, la promisoria experiencia no tuvo continuidad en el tiempo.

Varias décadas atrás ya se había realizado una experiencia exitosa. En 1954, Luz Pérez Rojas creó el Teatro Infantil de la Provincia que en 20 años de labor llegó a estrenar 21 obras. Luego en la primera mitad de la década de 1990, durante la gestión de Rosa Ávila como directora provincial de Teatro, se impulsó la creación de talleres infanto juveniles, dirigidos por Cristina Hynes O’Connor, cuyo objetivo era que de que allí surgiera un elenco teatral, pero estos fueron cerrados durante el gobierno de Bussi.

Si hubiese una decisión política, el Ministerio de Educación y la Universidad Nacional de Tucumán podrían unirse y propiciar un proyecto para extender la práctica teatral en todos establecimientos educativos e implementarla también en sectores de la comunidad que padecen las adicciones, como una herramienta terapéutica y de inclusión social. Tucumán cuenta una Escuela de Teatro de la UNT, con un elenco provincial oficial y numerosos grupos independientes. El teatro podría poner su grano de arena para oxigenar espiritualmente a la comunidad.

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