El desafío de salir del encierro para alcanzar la armonía

El desafío de salir del encierro para alcanzar la armonía

Ezequiel Martínez filtra el lenguaje cinematográfico en la puesta en escena de su obra “Los últimxs”

PERSONAJES ENCERRADOS. Una obra que cuestiona la idea del macho. Foto de Fernanda Paola Córdoba . PERSONAJES ENCERRADOS. Una obra que cuestiona la idea del macho. Foto de Fernanda Paola Córdoba .
25 Agosto 2017

ACTÚA HOY

• A las 22 en La Sodería (Juan Posse 1.141).

“Ella me miraba raro, no me miraba... Después se fue todo al carajo y nosotros quedamos aquí y ellas allá. El viaje hacia el oasis será la escapatoria hacia la tierra prometida para vivir como antes pero mejor, todxs juntxs en armonía”.

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Esa es la síntesis argumental con la cual de promociona “Los últimxs”, la obra escrita y dirigida por Ezequiel Martínez que subirá a escena esta noche en La Sodería, con las actuaciones de Martín Bettella, José Gramajo y Maximiliano Sierra. En el grupo estuvieron inicialmente María José Medina y Soledad Funes, y ahora se completa con Paula Marcoux en roles técnicos y artísticos de asistencia. El elenco se formó con un equipo que ya había trabajado junto en anteriores proyectos, y a partir de ese conocimiento previo que estructuró la nueva propuesta.

El texto comenzó a pensarse el año pasado como guión de un cortometraje que finalmente fue rodado, en paralelo a la reescritura para adaptarla como obra teatral. Gira alrededor de la relación y del vínculo entre tres varones encerrados en un mismo lugar y su búsqueda de alcanzar una situación mejor.

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“Los tres personajes comparten el deseo de viajar a un lugar donde todas las personas convivan en armonía, tienen la ilusión de llegar allí y la esperanza de concretar un sueño y hacerlo realidad. La obra es una especie de guiño burlón a la construcción del concepto clásico del macho argentino. En la historia, las que miran raro son todas las mujeres de quienes se habla”, explica Martínez.

Ese recorrido que encaran sin salir nunca de la habitación que ocupan se impulsa a partir de una ilusión: llegar a la meta o al destino que se identifica con un oasis, pero de interpretación abierta, según el director: “todo depende de lo que es ese oasis para cada uno, porque vivimos en una actualidad que obliga a muchos, si no a la mayoría, a pensar en un lugar mejor para estar y vivir”.

“Todavía creo que es posible la armonía si sabemos cómo podemos alcanzarla, si salimos de los encierros; el problema es que no todos ni todas empujan hacia el mismo lado. En cambio, son la codicia y la ignorancia las que se entrometen en el camino que se encara”, sostiene.

Ficción o realidad

“Hay muchos factores que pueden determinar si llegar a destino terminará siendo una ficción o una realidad. La determinación y el empuje que uno puede tener para lograr un cometido podría generar que llegués a buen puerto. Sin embargo, actualmente nos vemos atravesados por esta caótica e injusta realidad en la que vivimos, y son esos factores externos los que pueden hacer que esa idea de llegar a un lugar o a un momento deseado sea sólo una ficción en nuestro imaginario y no alcance a transformarse en una realidad”, alerta el autor y director.

Agrega que la decisión de la puesta en escena responde a una estética “corroída por el tiempo y por la espera, sumergida en un ambiente casero en donde los objetos y los muebles están a punto de romperse al igual que los vínculos entre ellos”. “Algo de ese lenguaje cinematográfico original se filtró intencionalmente en el planteo escénico -sostiene-, porque la obra tiene el propósito de generar un mundo que está atravesado por la actuación en primer plano, con los vínculos, la poética y lo pictórico como parte del encuadre general”.


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