El dos por cuatro hoy está de fiesta

El dos por cuatro hoy está de fiesta

En homenaje a Carlos Gardel y a Julio De Caro, que nacieron un 11 de diciembre, se celebra hoy el Día Nacional del Tango. La iniciativa de Ben Molar.

11 Diciembre 2016
Nueve años los separaban, pero una fecha de nacimiento, el tango y la amistad los unieron. Uno le puso un sello imborrable a la música ciudadana. El otro le insufló nuevos aires en la década del 20. “La idea surgió cuando yo iba al cumpleaños de Julio De Caro, en 1964, y dije: ‘¡qué curioso un día como hoy nacieron Julio De Caro y Carlos Gardel, y son dos de los caminos del tango: la música y la voz!’ Entonces, peleé 11 años para que se estableciera el 11 de diciembre el Día Nacional del Tango”, recordaba Ben Molar, compositor, autor, productor, figura entrañable del dos por cuatro.

Gardel había nacido en 1890 y De Caro, en 1899. La Secretaría de Cultura de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires promulgó el 29 de noviembre de 1977 el decreto Nº 5830/77 por el cual se instauraba esta efeméride; en diciembre de ese año se aprobó el decreto a nivel nacional.

Tucumán siempre ha respirado tango y le ha aportado un músico relevante como José Luis Padula, autor de “Nueve de Julio”, una pieza clave en el repertorio. La danza ha conquistado no sólo a los jóvenes –también a los mayorcitos-, han proliferado academias. El canto rejuvenece cultores nuevos que lo viven con intensidad.

Chamuyo de bandoneón

La simpatía se posa en la mirada. En los gestos de su voz comienza a dibujarse un sentimiento hecho tango. Ana Marcilla (34 años) es una las flores actuales que aroma el dos por cuatro.

“Al tango llegué porque desde muy chiquita escuchaba a mi papá hablar del tango, cantarlo, describir al Polaco casi como a un dios, a Julio Sosa… Más que llegar a mí el tango, crecí con él, me toca el alma. Soy nostálgica, amo a mi barrio, la plazoleta Mitre; me apasionan su gente, sus detalles y me duele el desastre que el progreso obró sobre él. El tango es Buenos Aires, es un montón de barrios, inmigrantes, bulines, calles, amores, amigos, guitarras, bandoneones y adoquines; mi arrabal tiene todo eso. Me zumba el alma cuando escucho una zamba, pero el chamuyo del bandoneón me saca de plano. Me fui de mi barrio hace unos años, pero las estrellas de la esquina de la casa de mi vieja, como si fueran manos amigas, me dicen: ‘quédate aquí’… por eso creo que canto tangos”, dice la intérprete.

Un fuera de serie

Es un maestro. Y si bien el folclore circula por sus venas, el tango es también su alimento espiritual. Basta escucharlo tocar en el piano “Flores negras” para darse cuenta cuántas emociones laten en Luis Víctor Pato Gentilini (85).

“El tango es la música de un aluvión migratorio que se concentra en el Río de la Plata, es la historia de hombres que dejaron la familia en España, en Italia, y llegaron en soledad. Es música de los suburbios, de los inquilinatos, que trata de hacer la vida llevadera. Me toca las fibras más íntimas. El folclore y el tango nacieron juntos en mí; escucharlo a Gardel a los siete años por los altoparlantes que ponían en las plazas de Catamarca para difundir música, que era el tango… Gardel fue un tipo fuera de serie, un marginal, pintón, bohemio, un cantorazo tremendo y un compositor inigualable. Julio De Caro y su hermano Francisco fueron dos hijos de un señor, a quien se plantaron siendo adolescentes y se fueron de la casa porque no los dejaba tocar tango. Flores Negras, Loca bohemia, son tangos fundamentales. Francisco fue un formidable creador. El tango está absolutamente vivo, los músicos nuevos son formidables, estudian, son muy serios”, afirma Gentilini.

Todo en mi vida

Voces gloriosas del tango habitan su guitarra. Tal vez su corazón nació anudado a una bordona. Miguel Ruiz es sinónimo de esa música, llamada de Buenos Aires.

“El tango es todo en mi vida, soy tango en potencia, me he anucado con él. Tiene poesía, pena, alegría, cuenta la vida. No lo tiene ninguna música... tal vez el bolero. Con el tango me dado el lujo de poder vivir. Es difícil elegir un cantor de los tantos que acompañé. A mí me gustó toda la vida Edmundo Rivero, pero también Miguel Montero, que tenía un jilguero triste en la garganta, como lo describió Rivero. De Caro ha sido un músico modernísimo, lo hizo evolucionar al tango; dejó una obra de una calidad musical tremenda. A Gardel aprendimos a quererlo por su tremenda afinación y emoción en el canto, la sutileza de su voz, su forma de decir el manejo de agudos y de los graves. ‘Gardel nos sigue dando de comer a los cantores’, dijo Alberto Marino. Le Pera quedó opacado por Gardel que era un genio para hacer semejantes músicas. En Tucumán, hay muy buenos intérpretes de tango, pero les falta Obelisco, calle Corrientes... De los actuales, a Ana Marcilla le veo una posibilidad muy grande. La acompañé en la FET, me gusta mucho su color de voz y se planta muy bien en el escenario”, manifiesta.

Nací gardeliano    

Su calva se apasiona. El cuore bombea con fuerza cuando libera en el canto ese “paredón tinta roja en el gris del ayer...” Samuel Kaufman (93 años), educador cooperativista, no se achica cuando le piden que cante.

“De jovencitos vivimos el tango, la milonga, el fox trot y el jazz… Éramos muy gardelianos, reproducíamos en las terrazas escenas de la película Tango Bar. Gardel me atraía como cantor, captaba perfectamente nuestros sentimientos. Me gustaba ese violín sinfónico de De Caro. Pero mi preferido era en esa época, tipo 18 años, era Pugliese. Para el baile estaban D’Arienzo y De Angelis. Rivero era un decidor del tango, como después lo hizo el Polaco Goyeneche. Fue una época de gloria. Escucharía todos los días la orquesta de Di Sarli con Roberto Rufino, que tenía una señoría extraordinaria para cantar, y el Polaco joven. He nacido gardeliano. La poesía de esa época traerla ahora es difícil para los chicos. La palabra bien hecha y justa lleva un mensaje. Manzi es mi poeta preferido, también por lo que fue en su vida, hombre público, periodista, hasta obras de teatro escribió”, comenta Samuel.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios