En Escaba de Arriba están aislados desde hace 26 días

En Escaba de Arriba están aislados desde hace 26 días

Centenares de pobladores sólo pueden salir de la localidad a caballo y por sendas peligrosas. La escuela permanece cerrada.

LA GACETA / FOTOS DE OSVALDO RIPOLL LA GACETA / FOTOS DE OSVALDO RIPOLL

Atrapados en medio de los cerros sin caminos de salida ni servicios de emergencia. Así viven desde hace 26 días los casi 200 vecinos de Escaba de Arriba. Esto ocurre a causa de la destrucción de un tramo extenso de la ruta 358, que conduce al lugar. El desmadre del río Chavarría, el mismo día que desbordó el dique de Escaba, los condenó a este padecimiento que todavía no tiene final a la vista.

“Las obras son complicadas y se necesita de maquinarias que recién comenzaron a llegar ayer (por el martes). Hay tramos destruidos y para abrirlos necesitamos explosivos. Esta situación nos desespera”, contó el lugareño Damián Molina.

La escuela 318, a la que asisten cerca de 40 chicos, continúa sin dictar clases. “Los docentes quieren que llevemos a nuestros hijos hasta el pueblo de Escaba, pero cada vez que salimos sólo lo podemos hacer a caballo y arriesgando la vida. Atravesamos sendas muy angostas y peligrosas. A los chicos no los vamos a exponer a eso”, advirtió José Enrique Bazán. “Ellos son los que deberían venir, porque para eso les pagan”, renegó.



Desde la represa de Escaba hasta Escaba de Arriba hay unos cinco kilómetros ascendentes. El primer corte se produjo a tres kilómetros de la población. Hay dos interrupciones más en el camino. Los vecinos abrieron una senda entre la espesa vegetación serrana que se extiende junto a un filo riesgoso. “Algo teníamos que hacer para poder salir en caballo a comprar los productos que necesitábamos y a hacer diligencias en la ciudad. El problema es ahora con los chicos y con nuestros padres, que no pueden pasar por aquí” apuntó Bazán. “Aquí nadie se puede enfermar, porque no tiene posibilidades de recibir asistencia. Ni siquiera hay teléfono”, agregó.

El miércoles recién se restableció el servicio de energía eléctrica para un 60% de la población. Los otros tendrán que esperar que se rehabilite el tránsito para que los operarios puedan reparar los daños que provocó el agua en el tendido. Según la comisionada comunal, Miriam Boydo, desde hace casi un mes el helicóptero de la Provincia vuela una vez a la semana hasta Escaba de Arriba a dejar alimentos y agua. También transporta a un médico que atiende a los enfermos. Sin embargo, Bazán aseguró que eso ocurrió sólo en dos ocasiones. “Aquí no necesitamos agua, porque tenemos la de las vertientes, que es mas pura que las que nos traen. Nosotros exigimos urgente la reconstrucción del camino y el reencauce del río. Sin camino no tenemos salida y con el río en estas condiciones convivimos con una bomba de tiempo”, sostuvo doña Ramona Argañaráz.

La mujer reveló el trauma severo que le dejó (al igual que al resto de los vecinos) la creciente del 12 de abril: cuando al fotógrafo se le activó el flash de la máquina, Ramona se asustó y miró al cielo pensando que se avecinaba una tormenta. “Uno a veces se despierta sobresaltada, porque sueña con el río que nos tira abajo esta barranca y la casa que nos costó levantar”, contó.

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Su vivienda precaria está en la ladera de un cerro que se encuentra a la orilla del Chavarría; es la más expuesta a los embates del río. Por eso, Ramona se alegró cuando vio que las máquinas de Vialidad de la Provincia trabajaban en la apertura de un badén. Se trataba del comienzo de una larga labor que, incluso, no tiene ni un plan de acción definido.

“El río debe ser reencauzado. Se vino muy cerca del camino mientras que antes estaba a varios metros. Por eso nuestra casa ahora corre peligro. Le explicamos a un ingeniero lo que hay que hacer y nos dijo que eso se lo repitiéramos eso al maquinista”, contó Damián, hijo de Ramona. El hombre también espera que la comuna le ayude a construir una casa más segura. En Escaba de Arriba la vida transcurre en medio del silencio y el trabajo con los animales. Sin embargo, sus pobladores están muy ligados a la vida de la ciudad, porque en ella acceden a los servicios médicos y se abastecen de mercadería. Ese vínculo hoy está cortado.

Un poco mejor

En Escaba de Abajo, en cambio, la gente respira más aliviada. Los propios vecinos, ayudados por personal de la comuna, construyeron un paso peatonal a través del río Singuil y Vialidad ejecuta un badén con caños de cemento. Las brutalidad de las aguas amainó y por ahora pueden pasar camionetas y tractores. Boydo dijo que la Provincia se comprometió a reconstruir el puente que el río se llevó. El restablecimiento del servicio de electricidad también generó calma en la población. Además, las clases se reanudaron en la escuela 190.

“Uno ya está acostumbrado a estas contingencias de la naturaleza. A veces caen piedras enormes en el camino y no se puede pasar. Otras veces padecemos fríos de terror. El docente que es designado aquí sabe a lo que se expone”, explicó Jorge Castillo, director de la escuela 190. “Lo buenos es que ya podemos pasar al otro lado, hay electricidad y funciona la escuela”, concluyó.

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