15 Agosto 2013
MOSCÚ.- Cerca de cumplir 27 años, los esfuerzos hacen cada vez más mella en el cuerpo del jamaicano Usain Bolt, cuyos sueños de récords imposibles se diluyen ante la certeza del paso del tiempo.
"Uno nunca sabe, pero no creo que esté ahora en la forma necesaria para los récords del mundo", dijo el estadounidense Maurice Greene, ex plusmarquista mundial del hectómetro.
Con casi dos metros de altura, a Bolt siempre le ha costado levantarse de los tacos y llegar a su máxima potencia. Pero una vez que lo logra, no hay forma de pararlo.
El sábado pasado Justin Gatlin de 31 años lo exigió en los 100 metros más que nadie antes. Bolt ganó, pero fue la más lenta de sus grandes victorias. Él fue siempre un hombre de grandes campeonatos. Es en la lucha por las medallas cuando el sprinter se motiva, cuando da lo mejor de sí. Por eso, su primer crono por encima de 9"70/100 en una gran final marca un cambio de tendencia.
"Quería correr más rápido, pero sentí dolor en las piernas en las semifinales y preferí reservar. Vine aquí para hacer el trabajo y ganar", dijo el domingo. "Nos centramos menos en los tiempos que en las victorias", había advertido antes de llegar a Moscú.
El dolor es algo con lo que deben convivir los atletas, pero resulta cada vez más difícil conforme pasan los años. Bolt pretende llegar a Río 2016 y defender sus títulos olímpicos, pero nunca un sprinter ganó en unos Juegos con 30 años o más, excepto el británico Linford Christie, que lo hizo a los 32 en Barcelona 92.
Bolt habló de la posibilidad de correr en 2014, un año de transición entre Mundiales, en los Juegos de la Commonwealth en Glasgow. En cualquier caso, encontrar la motivación y la energía que lo lleve a través de horas, días y meses de duro entrenamiento hasta Río 2016 no será fácil.
Y menos aún volver a correr en los tiempos en los que lo hizo en Berlín 2009, cuando estableció su récord en los 200 metros. Tiene pocas horas para recuperarse antes de volver mañana a la pista del Luzhniki para las rondas previas de su prueba fetiche. Quizá su última oportunidad para desafiar a lo imposible.
"Uno nunca sabe, pero no creo que esté ahora en la forma necesaria para los récords del mundo", dijo el estadounidense Maurice Greene, ex plusmarquista mundial del hectómetro.
Con casi dos metros de altura, a Bolt siempre le ha costado levantarse de los tacos y llegar a su máxima potencia. Pero una vez que lo logra, no hay forma de pararlo.
El sábado pasado Justin Gatlin de 31 años lo exigió en los 100 metros más que nadie antes. Bolt ganó, pero fue la más lenta de sus grandes victorias. Él fue siempre un hombre de grandes campeonatos. Es en la lucha por las medallas cuando el sprinter se motiva, cuando da lo mejor de sí. Por eso, su primer crono por encima de 9"70/100 en una gran final marca un cambio de tendencia.
"Quería correr más rápido, pero sentí dolor en las piernas en las semifinales y preferí reservar. Vine aquí para hacer el trabajo y ganar", dijo el domingo. "Nos centramos menos en los tiempos que en las victorias", había advertido antes de llegar a Moscú.
El dolor es algo con lo que deben convivir los atletas, pero resulta cada vez más difícil conforme pasan los años. Bolt pretende llegar a Río 2016 y defender sus títulos olímpicos, pero nunca un sprinter ganó en unos Juegos con 30 años o más, excepto el británico Linford Christie, que lo hizo a los 32 en Barcelona 92.
Bolt habló de la posibilidad de correr en 2014, un año de transición entre Mundiales, en los Juegos de la Commonwealth en Glasgow. En cualquier caso, encontrar la motivación y la energía que lo lleve a través de horas, días y meses de duro entrenamiento hasta Río 2016 no será fácil.
Y menos aún volver a correr en los tiempos en los que lo hizo en Berlín 2009, cuando estableció su récord en los 200 metros. Tiene pocas horas para recuperarse antes de volver mañana a la pista del Luzhniki para las rondas previas de su prueba fetiche. Quizá su última oportunidad para desafiar a lo imposible.