Muchas piezas son víctimas de la depredación

Muchas piezas son víctimas de la depredación

Hay obras que no se pueden restaurar porque no se cuenta con presupuesto. En el espacio público no hay arte contemporáneo.

LOLA MORA. El escultor Angel Díaz restaura el retrato de la artista. LA GACETA / JOSE NUNO LOLA MORA. El escultor Angel Díaz restaura el retrato de la artista. LA GACETA / JOSE NUNO
02 Diciembre 2007
Las esculturas de hierro, en el parque, suelen ser blanco de delincuentes. A la lista de las que fueron robadas o dañadas, en enero del año pasado se agregó una estatua titulada El Idilio, que estaba emplazada en la entrada sudeste y desapareció. Tenía una altura de 70 centímetros. "Siempre desaparecen figuras de hierro del mismo tamaño. Antes se habían llevado otras dos esfinges y se las encontró tiradas en un canal. Frente a la casa del Obispo Colombres había una vestal (doncella) que fue derribada y se le quebró la cabeza. Una vez que la restauró el escultor Herman Langlouis, la volvieron a instalar en el mismo sitio, pero al poco tiempo la robaron", contó Elena de Avellaneda, jefa de Estadísticas y Archivo de Espacios Verdes.
En un patio de la mencionada dirección permanece desde hace años una de las esfinges robadas y recuperadas. La pieza está rota y no se la puede restaurar porque no hay un presupuesto destinado al efecto, según explicó Avellaneda.
Encargado de la restauración de obras dañadas, el escultor Angel Díaz lleva a cabo una tarea solitaria en el taller que la Municipalidad tiene en el parque. Ahora trabaja con un busto de cemento de Lola Mora que estaba frente a la Casa de la Cultura municipal y que un día amaneció destruido.
Díaz considera que la mayor parte de la gente que visita el parque lo hace con una actitud depredadora. "Muchos vienen a este sector del parque a tirar basura. Si ven algo de hierro, se lo llevan -dijo-. A este busto de Lola Mora ya lo rompieron dos veces. La autora (Griselda Nasif) ya no quiere saber nada con la Municipalidad".
El escultor trabaja también con un busto del almirante Guillermo Brown, que estaba en la plaza homónima del barrio Victoria.

En el espacio público no hay arte contemporáneo
No hay en los espacios públicos de la capital tucumana otra clase de esculturas que no sean las que siguen la estética clásica, neoclásica y naturalista, propia del siglo XIX y la primera mitad del XX. Tal observación es fruto de un estudio realizado por la licenciada en Arte Lilian Prebisch.
"La escultura pública es un modo de expresión estereotipado, poco comprometido con el entorno urbanístico y con el público", escribe en su trabajo, donde se registra que en esta ciudad hay unas 115 esculturas emplazadas en espacios públicos.
A pesar de que en Europa la tradición monumentalista continúa, pero cada vez con menos fuerza, en América Latina los totalitarismos producen un atraso al conservar y reexplotar el arte monumental en su forma más tradicional, carente de actualidad y significación moderna, según la especialista.
"Para instaurar una concepción más contemporánea de la escultórica en los espacios públicos, desde el Estado tiene que haber una apertura hacia nuevas formas de expresión artística", agregó Prebisch.
Como ejemplo de ciudades donde existe un concepto más actualizado, la experta mencionó a Córdoba. También en Resistencia (Chaco), la llamada "ciudad de las esculturas" se lleva adelante una política de producción escultórica contemporánea, destinada al espacio público, como atractivo turístico. "Este mismo interés por la producción de esculturas contemporáneas, se suman Palpalá (Jujuy) y muchos otros lugares del país donde se organizan encuentros artísticos -dijo la docente-. Pero las obras se ubican arbitrariamente en los espacios públicos de la ciudad. Tampoco eso es lo ideal. Creo que no hay que llenar los espacios por llenarlos, sino hacer un estudio interdisciplinario con los urbanistas y paisajistas, para pensar desde otro punto de vista el espacio público".
Con respecto a los monumentos de estilo tradicional, Prebisch aclaró que la mayoría tiene su valor y hay que conservarlos, pero a la vez generar espacios públicos con expresiones nuevas.

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