El acceso a la vivienda en España se ha convertido en un desafío cada vez mayor para la población. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y del portal inmobiliario Idealista, en 2024 el precio medio del alquiler en el país aumentó un 11,56%, hasta los 13,02 euros por metro cuadrado, mientras que el salario medio bruto subió apenas un 3,8%, alcanzando los 27.559 euros anuales. El alza del alquiler triplicó así la evolución de los sueldos, intensificando la llamada tasa de esfuerzo de los hogares.
Ese desequilibrio significa que los españoles destinan, de media, un 45% de sus ingresos al pago del alquiler, muy por encima del límite del 30% que marcan los organismos internacionales como umbral sostenible. Un piso medio de 80 metros cuadrados cuesta ya 1.042 euros al mes, cuando el salario permitiría, según esos estándares, un gasto máximo de 689 euros.
Este fenómeno no es nuevo, pero se ha agravado tras la pandemia. En comparación con los datos de 2019, el alquiler ha subido un 27%, frente a una mejora salarial del 17,5%. Y si se toma como referencia el sueldo mediano —más representativo que la media, ya que divide la población en dos mitades— la situación es aún más crítica: en 2023 fue de 23.349 euros brutos al año, lo que implicó una tasa de esfuerzo cercana al 48%, uno de los niveles más altos en Europa.
El alquiler, prioridad y problema nacional
La presión sobre los inquilinos ha hecho que el acceso a la vivienda se ubique como el principal problema del país, según el barómetro de julio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Desde Funcas, uno de los centros de estudios económicos más reconocidos de España, ya advierten que esta crisis puede actuar como un cuello de botella para el crecimiento económico, frenando la movilidad laboral y la integración de población inmigrante.
Por si fuera poco, el Banco de España ha alertado en su último informe de Estabilidad Financiera sobre una posible sobrevaloración del precio de los inmuebles, situando su coste hasta un 8,5% por encima de su valor de equilibrio. Aunque las condiciones hipotecarias han mejorado ligeramente, el encarecimiento de la vivienda neutraliza cualquier alivio financiero.
La oferta no alcanza: déficit hasta 2037
El problema no solo está en los precios, sino también en la escasez de oferta. Según cálculos de Funcas, el desajuste entre demanda y construcción es de 600.000 viviendas, a pesar de que en 2024 se terminaron 101.000 unidades, la cifra más alta en 13 años. Aun así, sigue muy por debajo de lo necesario: con una inversión sostenida del 3% anual y la creación de 160.000 nuevos hogares al año, el déficit no comenzaría a reducirse hasta 2027, y no se corregiría del todo hasta 2037.
Además, según un informe de Fotocasa y la Universitat Pompeu Fabra (UPF), la disponibilidad de inmuebles en el mercado bajó un 9,3% durante este año. La mayoría de las viviendas puestas a la venta se adquirieron en menos de seis meses, lo que refleja la tensión extrema del mercado.
En resumen, la evolución del mercado inmobiliario español en 2024 no solo evidencia un problema de asequibilidad, sino también una amenaza estructural que afecta al conjunto del sistema económico y social del país. Y mientras la oferta sigue sin alcanzar a la demanda, para muchas familias, pagar el alquiler es —cada vez más— un lujo.