PEDRO ALMODÓVAR. FOTO/EL PLANETA URBANO
El cineasta español Pedro Almodóvar ha compartido recientemente su lista de películas favoritas de lo que va del siglo XXI, como parte de una encuesta elaborada por The New York Times entre destacados creadores e intérpretes del cine contemporáneo. La selección, que no sigue un orden jerárquico sino alfabético, refleja las obsesiones, afinidades estéticas y preocupaciones temáticas del director manchego, y recorre una diversidad de geografías, estilos y lenguajes cinematográficos.
En palabras del propio Almodóvar, estas elecciones no responden a una lógica de gusto convencional, sino a la huella que las obras han dejado en su sensibilidad como creador. En la lista hay espacio para el dolor de la vejez, la exploración del deseo, la crítica social, el surrealismo íntimo y la disidencia estética. De Haneke a Lanthimos, pasando por Martel, Guadagnino y Kiarostami, el resultado es un mapa del cine más inquieto y luminoso de los últimos 25 años.
La vejez, el deseo y la identidad
Entre sus películas seleccionadas aparece Amor, de Michael Haneke, un drama devastador sobre el deterioro físico y emocional de una pareja de ancianos, que obtuvo la Palma de Oro en Cannes y conecta directamente con Dolor y gloria, uno de los films más personales de Almodóvar.
Otra de las elegidas es Call Me by Your Name, de Luca Guadagnino, un relato de iniciación homoerótica entre un adolescente y un joven investigador, donde la sensualidad, el verano y la pérdida se entrelazan, recordando la exploración del deseo que ha marcado buena parte de la obra del manchego.
Directores radicales, estéticas únicas
Almodóvar también incluye títulos de cineastas que han sabido romper moldes con audacia: Canino, de Yorgos Lanthimos, que retrata una familia encerrada bajo reglas absurdas y violentas, es una fábula inquietante sobre la educación, el control y la deformación de la realidad. La ciénaga, de la argentina Lucrecia Martel, es otra obra icónica que muestra la decadencia de la clase alta con una estética opresiva y sensorial; Martel ha estado vinculada a la productora de Almodóvar, El Deseo, en varias ocasiones.
También figura Ida, del polaco Paweł Pawlikowski, una cinta en blanco y negro que transita el descubrimiento de la identidad en la Polonia posnazi. La joven protagonista, una novicia huérfana, recorre el pasado familiar y político en una búsqueda íntima y existencial.
Más sorpresiva es la inclusión de Tigre y dragón, de Ang Lee, un clásico del cine de artes marciales o ‘wuxia’, que combina poesía visual, espiritualidad y acción estilizada. Una elección que resalta la amplitud de miradas del cineasta español.
Obras que perduran en la memoria
Almodóvar también celebra la elegancia de El hilo invisible, de Paul Thomas Anderson, una historia ambientada en el mundo de la alta costura, cargada de tensión emocional y poder simbólico. Le sigue Roma, de Alfonso Cuarón, una obra autobiográfica que retrata con sensibilidad la vida de una empleada doméstica en el México de los años 70, aunque el propio Almodóvar matiza su valoración al señalar cierto sesgo clasista.
Completan su lista Ten, del iraní Abbas Kiarostami, una obra audaz sobre las restricciones sociales a las mujeres en Irán, filmada dentro de un coche en diez conversaciones, y Toni Erdmann, de Maren Ade, una comedia dramática que examina con surrealismo y ternura el vínculo entre un padre excéntrico y su hija ejecutiva.
Un reflejo de su universo creativo
La selección de Pedro Almodóvar no solo revela sus gustos cinematográficos, sino que funciona como una extensión de su propia obra. Hay en todas estas películas un interés por los márgenes, por la complejidad de las relaciones humanas y por un lenguaje visual y narrativo que busca siempre ir más allá de lo establecido.
El manchego, que sigue siendo una de las voces más influyentes del cine europeo, reafirma así su admiración por autores que, como él, entienden el cine como una forma de arte capaz de conmover, cuestionar y resistir.