Alexandra Kohan: "La risa tiene una potencia subversiva”

Alexandra Kohan: "La risa tiene una potencia subversiva”

Es la autora de El sentido del humor, libro en el que explora lo que el humor hace de nosotros, en nosotros. Su relación con el poder, la crueldad, la censura, la verdad. “La risa siempre generó inquietud”, sostiene.

26 Enero 2025

Por Flavio Mogetta para LA GACETA

Si hay un concepto que atraviesa todo el libro El sentido del humor de Alexandra Kohan, editado por Paidós, es el Witz de Sigmund Freud. El Witz como ocurrencia, como constitutivo de las formaciones del inconsciente junto con los olvidos, los lapsus, las operaciones fallidas; asociado a lo inesperado, a lo sorpresivo, a lo efímero, lo momentáneo, junto con los sueños “la vía reggia de acceso al inconsciente”, mal traducida al español como chiste y que produce “un resquicio en la lengua por donde pasa un sentido nuevo, un sentido verdadero, un sentido que toca lo singular, que lo rasga con el filo de la agudeza produciendo, sorpresivamente, una verdad que acontece y que no puede existir sino de manera fragmentaria”.

El humor, la risa o el chiste a partir de su efecto sorpresivo, disruptivo o subversivo muchas veces buscan ser silenciados, apagados, disciplinados o castigados, por eso no es extraño el escuchar desde la infancia frases del tipo: “¿De qué te reís?”.

“Sí, dicho en un tono punitivo. Porque primero la risa genera para el que está afuera del que se está riendo una especie de persecución, como que dicen: ‘te estás riendo de mí’. El que está afuera de la risa no puede pensar eso de otra manera. Al mismo tiempo no deja de ser otra manera de subrayar la risa como algo que no corresponde en ciertos lugares o diría que todavía tiene una potencia subversiva. La risa tiene y genera esto. Algo que está por fuera un ratito de la norma a la que estamos sometidos. En ese modo de preguntar sobre la risa hay uno que se usaba mucho; el ‘¿de qué te reís?, contalo así nos reímos todos’, que decía la maestra. Y tenía que ver con eso, con no dejar afuera al que no se está riendo porque si dejarlo afuera implica que esa persona se sienta un poco perseguida seguramente, pero no deja de ser llamativo que se sancione de esa manera la risa”, comenta Alexandra Kohan.

-Mencionaste a la risa asociada a una fuerza subversiva y en el libro aparece mencionado el vacío en la Poética de Aristóteles con respecto a la Comedia del que se vale Umberto Eco para construir su novela policial medieval El nombre de la rosa, donde asocia la comedia aristotélica a lo disruptivo y a lo diabólico.

-Desde Aristóteles para acá, la risa siempre es disciplinada o está por fuera de la norma o agujereando o resistiendo la norma. Hay distintos modos de concebir la risa en relación a la autoridad. Es interesante que en Aristóteles los comediantes quedan en los márgenes de la ciudad. La risa siempre generó inquietud y tuvo su peso. Depende también del contexto, no es lo mismo reírte en público que reírse en privado. Pero lo constante es que la risa tiene la potencia de agujerear la norma, al menos un instante. No se trata de vivir fuera de la norma sino liberarnos un rato de esa presión que ejerce la autoridad.

-Hablaste del humor o los comediantes en Aristóteles ubicados en los márgenes o en las afueras y en el libro hay menciones al inconsciente como fragmento, pero no como el fragmento de una totalidad, sino como los restos de un desvío. Y aparece una vez más el concepto freudiano de witz.

-No se trata de fragmentos que van a constituir una totalidad, sino que lo fragmentario insiste en sí mismo, hay una analogía, por eso el libro está escrito por fragmentos. Eso fue adrede, como si dijéramos no se puede sino hablar de esta manera fragmentaria acerca del witz, que es el término alemán que supuestamente se traduce como chiste, pero muchos autores dicen que no habría que traducir así porque adentro del witz hay mucho más. Hay ironía, genio, agudeza, sorpresa, la gracia que tiene alguien independientemente si cuenta chistes. Si uno lo traduce por chiste queda demasiado aplanado. El inconsciente, cuando se manifiesta, lo hace fragmentariamente. Si pensamos en todas las formaciones del inconsciente, los chistes, los lapsus, los sueños, los síntomas, todo es fragmentario.

-En los tiempos que nos toca vivir, muchas veces actuamos o nos presentamos como mercancías a partir del uso que hacemos de las redes, las aplicaciones o los teléfonos, y ese uso lleva también a la aparición del aburrimiento. Contrapuesto a esto tenemos a la risa asociada al humor y no como algo que se busca sino como algo que se encuentra.

-Hay un texto que tomé de Juan José Becerra que se llama “Ángeles caídos” y que habla de que estamos todos hablando igual y consumiendo lo mismo, y pensando igual a partir del modo de estar hoy en día en las redes sociales, que no tiene que ver con si uno tiene o no un usuario de red social porque las redes desbordaron hacia todos lados. Efectivamente hay una dificultad para soportar la diferencia en principio, para soportar lo que no se sabe, la sorpresa del hallazgo. Es habitual que antes de llamar a alguien le escribís para advertirle que lo vas a llamar. Mensajes que previenen, gestos precavidos, evitando importunar. Son textos preparatorios que hacen imposible la sorpresa. En esa prevención se produce mucho aburrimiento. Todo ya se sabe cómo va a ser. Estamos poco dispuestos -y estamos generalizando- a la sorpresa de lo que no sabemos y con la risa justamente pasa eso; no se puede buscar, se encuentra. Por eso es tan lindo cuando uno se encuentra riendo con otros, un placer enorme e incomparable con otros placeres que uno puede compartir.

-Hay algo interesante que se da con la risa involuntaria de los bebés, que incluso aparece cuando están durmiendo.

-La risa es siempre involuntaria y es muy lindo en los bebés ver cómo se ríen y a veces cómo se ríen a carcajadas. Otra cosa que trabajo es lo que dice Lacan sobre la risa como primera comunicación del bebé. Un niño chiquito cuando se cae, antes de llorar mira al adulto para ver si se tiene que reír o llorar, y si el adulto dice “no pasa nada”, entonces el niño no llora. Freud dice que la risa para los adultos es un modo de recuperar la risa infantil perdida, perdida -dice Freud- por los canales de la educación, las buenas costumbres y la actividad. Los niños se ríen todo el tiempo, cuando no los estás censurando. Poesía, risa y juego son tres cuestiones que uno va perdiendo a medida que va convirtiéndose en adulto. El humor y la poesía tienen que ver con el juego con el lenguaje. Jugar con las palabras y no juegos de palabras, es gracioso subvertir el código.

-¿Cómo nace El sentido del humor?

-Creo que el libro fue una ocurrencia. Sobre el humor y el psicoanálisis vengo estudiando hace muchísimos años, más de veinte y, sin embargo, no se me había ocurrido escribir antes sobre el humor. Escribí un libro sobre el amor y otro sobre el cuerpo; el humor está en esos dos libros porque yo no escribo sobre temas cerrados sino sobre una zona que se contamina. En el amor y en el cuerpo hay cosas del humor, y en El sentido del humor hay cosas del amor y el cuerpo, pero son ocurrencias. Fue una ocurrencia escribirle a la editora y decirle “quiero escribir un libro sobre el humor”. Fue un desvío porque estaba abocada a otro libro.

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