Cartas de lectores: ayer
18 Febrero 2024

Cuando era chico (no hace tanto) comíamos en casa una dieta a base de carne vacuna. Milanesas con puré, churrasco con ensalada, asado con fritas. La carne, como buen país agrícola ganadero, era lo normal, lo que todos comíamos, aún los pobres, que nada tenían que ver con los pobres actuales. De vez en cuando aparecía un “linyera”, que todos conocían y que aparentemente había adoptado esa vida por decisión propia. Mi abuela le preparaba un sándwich de queso de rallar (un reggianito riquísimo). Gran trozo de queso, que mi abuela sacaba de la horma. Comprábamos hormas de queso, no “paquetitos”. Con el pan pasaba algo parecido, se ponía rápidamente duro y lo rayábamos para hacer pan rallado para milanesas. La leche venía en botellas con gruesa capa de nata. No era agua coloreada, era leche. Muchas verduras y frutas, se cultivaban en jardines y patios traseros, como la espinaca, la acelga, los limones, las mandarinas, las naranjas y los higos, que eran exquisitos. Debajo de la higuera teníamos un gallinero, con gallinas que se alimentaban de maíz, gusanitos e higos. Comíamos una gallina en días especiales, como cumpleaños o Navidad. Los huevos eran grandes y de color; las yemas, bien coloradas. La calidad de la alimentación era muy superior a la actual, no había acidulantes ni conservantes, no les agregaban vitaminas; con las naturales estaban bien. Pero además, los alimentos eran accesibles, no había hambre en la Argentina. Nuestra Argentina.

Esteban Tortarolo

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