La inmigración francesa fue protagonista en la industrialización azucarera

La inmigración francesa fue protagonista en la industrialización azucarera

La llegada del tren a Tucumán impulsó también la aparición de cuidadanos galos que se vieron atraídos por sutierra, en especial por la producción azucarera

“Todo comienza con Nicolás Avellaneda y su proyecto de traer el tren”, dice Gerardo Isas, presidente de la Sociedad Francesa, para referirse a la inmigración de ciudadanos franceses en Tucumán. “Está estrechamente relacionado con el desarrollo de la actividad azucarera y la mano de obra calificada que demandaba la incipiente industria”, añade.

Isas detalla que había franceses instalados en estos territorios en la época de la colonia, pero esa presencia no era significativa en términos de inmigración. Según los estudios realizados por él y su revisión de textos históricos, la llegada de Avellaneda a la presidencia de la República (período 1874-1880) representó un impulso para el desarrollo de las economías regionales, concretamente de las regiones Cuyo y Noroeste.

“Ese desarrollo estuvo sostenido por el Estado nacional, mediante el crédito, la política fiscal y las medidas de fomento directo. El tren cambia el mapa, transformándose en la condición de posibilidad para pertenecer a la economía atlántica” explica Isas en su libro Premiere Personne Pluriel, Una Historia de la Sociedad Francesa en Tucumán. Ese fue el contexto propicio para la llegada de técnicos y profesionales franceses en la provincia.

EXPERTOS. Los migrantes franceses de fines del siglo XIX eran técnicos que venía a trabajar en el.ferrocarril o en los ingenios. EXPERTOS. Los migrantes franceses de fines del siglo XIX eran técnicos que venía a trabajar en el.ferrocarril o en los ingenios.

La producción azucarera a gran escala significa una promesa de progreso. “En esa esperanza, los inmigrantes franceses cumplieron un rol específico -explica Isas en su libro-. Eran los que conocían el funcionamiento de ese complejo sistema que es un ingenio azucarero, además eran nuestros pocos primeros inmigrantes llegados al noroeste, provenían de la principal potencia extranjera que había sido además, desde mucho antes de la Independencia, nuestro fundamental modelo cultural”.

En el último cuarto del siglo XIX, el tren llega a Tucumán y paralelamente los ingenios comienzan su transformación a escala industrial: el sistema de producción abandona el trapiche de madera y comienza la industria pesada del azúcar. En ese contexto, hay técnicos galos que adquieren la dinámica de establecerse en la provincia durante los meses de cosecha y molienda, y regresar a Francia cuando el ingenio entra en receso. A este grupo se los denomina franceses regresantes.

HOMENAJE. Placa por los tucumanos que pelearon en la Primera Guerra Mundial.   HOMENAJE. Placa por los tucumanos que pelearon en la Primera Guerra Mundial.

“Todas las profesiones como metalmecánica, fundición, lo que tenía que ver con la física y la química viene de una raíz que tenía que ver con los inmigrantes franceses trabajando en los ingenios” dice Isas.

De acuerdo al especialista, muchos de los propietarios de los ingenios azucareros llegaron a ser de origen francés. Es el caso de Clodomir Hileret, fundador de la Sociedad Francesa y dueño del ingenio Santa Ana, instalado en 1889.

También pertenecían a propietarios de origen francés los ingenios San Pablo, instalado por Jean Nougués (1832), Lastenia, de Evariste Etchecopar (1838) y Francois de Port, ingenio Nueva Babiera (1879).

En 1889, además, León y Charles Rougés inauguran el ingenio Santa Bárbara y los hermanos Michel y Guillaume Griet compran, en 1905, el ingenio Amalia, dándole empuje y jerarquía.

Estos son algunos de los propietarios franceses que nombra el informe realizado por Gerardo Isas.

PUBLICACIÓN. En el libro “Premiere Personne Pluriel”, Isas cuenta el rol de los franceses en el proyecto industrial tucumano.  PUBLICACIÓN. En el libro “Premiere Personne Pluriel”, Isas cuenta el rol de los franceses en el proyecto industrial tucumano.

Conforme a datos aportados por el presidente de la Sociedad Francesa, el momento de máxima afluencia, había unos 5.000 franceses en Tucumán. Isas cita un texto de “Arquitectura y Urbanismo en Iberoamérica”, libro de Ramón Gutiérrez: “En tiempos del primer Censo, 1869, los inmigrantes franceses constituían la colectividad más numerosa, un 21% de la población extranjera. En el Censo de 1895 ese porcentaje bajó al 12,78% y se ubicaba a españoles e italianos con un 37,63% y un 31,18% respectivamente. Estas comunidades adquirieron mayor volumen numérico en los años en que se consolidó el Estado Nacional”.

“Era la gran mano de obra calificada que tenía Tucumán en aquel momento y quienes trasladaron sus conocimientos a los locales -resalta Isas-. El apego a la industria que tiene Tucumán es histórico y viene de esa raíz”.

La llegada de franceses a la provincia se interrumpe con la Primera Guerra Mundial. El quiebre es porque se queda sin mano de obra para exportar: las fuerzas humanas eran consumidas por el ejército nacional. Se invierte la corriente inmigratoria, porque algunos galos asentados en Tucumán deciden volver a luchar por su país. Entre los radicados en el país, además, hay quienes interpretan que sus hijos, a pesar de haber nacido en la Argentina, le deben algo al país.

Surge esta disyuntiva entre los franceses asentados en Tucumán: mandar los hijos a la guerra o no. Toda una decisión. Finalmente, 100 tucumanos descendientes de franceses partieron hacia el frente de batalla en Europa. Algunos volvieron, otros se asentaron en Europa o África, tras la guerra; y otros murieron.

“En la Sociedad Francesa tenemos una placa homenaje a los soldados tucumanos caídos en la Primera Guerra”, dice Isas. “Una caso que conocemos es de los hermanos Marcos Acevedo: uno se queda en Tucumán, otro se queda en África, tras la guerra, y el tercero se convierte en aviador y muere en combate”, relata. La afluencia de franceses en Tucumán, tal como había sido a principios de siglo, se interrumpe indefectiblemente en el año 14.

“La tradición francesa de aquellos años transmite ciertos caracteres o rasgos de su cultura”, relata el especialista. De alguna manera, el francés es absorbido por la cultura local, “que era una cultural afrancesada, o por lo menos tenía idealizados ciertos rasgos franceses o europeos. Desarmar el cabildo en 1908 para construir un palacio barroco francés académico fue un signo muy de la época, por ejemplo”, señala.

Isas agrega que la red eléctrica, la red interna de ferrocarriles y los sistemas de riego del proceso industrial de finales del siglo XIX y principios del XX, era una ingeniería atravesada por especialistas franceses. Fueron claves en el armado del Tucumán que se emprende en 1870.

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