Acoso: “Nunca hay que decir ‘¿qué puede hacerme este loquito?’”

Acoso: “Nunca hay que decir ‘¿qué puede hacerme este loquito?’”

Una víctima brindó un desgarrador testimonio de su experiencia.

PAOLA TACACHO. Su tragedia hizo visibilizar estos dramáticos casos. PAOLA TACACHO. Su tragedia hizo visibilizar estos dramáticos casos.
03 Agosto 2023

“Estos problemas no deben minimizarse. Hay alternativas para salir de este infierno. Es injusto y cuesta años salir adelante, pero hay que hacer todo lo que esté al alcance”, aseguró Sonia Aguilar, una víctima que logró que la Justicia condenara al acosador que la hizo vivir una pesadilla durante varios años.

- ¿Cómo fue su caso?

- El comienzo fue horrendo. Me negaron tres veces una medida de protección y tuve que recurrir a una jueza de Familia de Monteros para que me la diera. Una vez que firmó la resolución empezaron a moverse con el caso. Toda esa situación fue una semana después del crimen de Paola Tacacho.

- ¿Se sintió más tranquila con la medida a su favor?

- No, para nada. Salió la medida, pero no podía notificarlo porque nadie sabía dónde vivía. Un pariente que es un conocido político de la provincia le dio la información a la Policía del lugar donde residía. Así lograron notificarlo, pero a la media hora de firmar la resolución, se presentó nuevamente en mi consultorio.

- ¿Cómo fueron esos días en su vida?

- Me sentía totalmente desprotegida. Encima usó la letra de una canción para avisarme que me mataría. El femicida de Tacacho lo hizo a través de una poesía. Ahí se me prendió la lamparita y me di cuenta de que algo malo podía pasar. Al principio pensaba ‘¿qué me puede hacer ese loquito?’. Pero después descubrió que había hecho lo mismo con otras tres chicas. En este tipo de situación hay que sentir miedo.

- ¿Cómo fue el proceso?

- Muy complicado. El acosador fue entrevistado por un psiquiatra que demostró que no tenía problemas. Tuve que poner uno de parte para que hiciera otro diagnóstico. Ante la diferencia, hubo una junta médica que terminó confirmando que no estaba bien.

- Pero en su caso se recurrió a una figura legal inédita para procesarlo…

- Sí, pero pasó porque tuve el tiempo y los recursos para hacerlo. ¿Cuántas personas saben de esta posibilidad? Pocas. Por eso la Justicia es para pocos.

- ¿Volvió a acosarla después de haber sido condenado?

- Nunca más. Hubo un incidente que generó alarma, pero fue rápidamente solucionado y aclarado.

- ¿Qué pasó?

- En el fallo condenatorio se ordenó la colocación de un sistema dual. A él le pusieron una tobillera y a mí me dieron un dispositivo que suena cada vez que se me acercara. A la semana, hubo una alerta y, en cuestión de minutos, había policías en mi casa y en la de él. Todo porque se había sacado la pulsera por sentirla incómoda. Creo que en realidad lo hizo para ver qué pasaba si lo hacía.

- ¿Cree que todo esto pasa porque el acoso no está tipificado como un delito?

- Obviamente. Pero también hay que modificar la Ley de Salud Mental que tiene varios puntos injustos. Es hora que nuestros legisladores piensen en estos casos.

- ¿Qué recomendación les haría a las personas que pueden estar sufriendo un acoso?

- Nunca hay que minimizar lo que puede llegar a pasar con una persona que tenga un problema de salud mental. No estoy discriminando a nadie. Nunca quise que estuviera en un calabozo o encerrado en el Hospital Obarrio. Siempre pretendí que sea tratado y medicado para que pueda vivir en paz. Si al final yo también viví todo un calvario. También lo hice por las centenares de chicas que por miedo se llaman al silencio.

- ¿A qué se refiere?

- Porque durante todo ese tiempo tuve todo tipo de problemas. Tuve conflictos con mi pareja, con mis amigas y con el trabajo. No podía salir sola a ningún lado por el miedo que sentía. Eso me hizo mucho daño. Recién ahora estoy recuperándome y perdiendo los miedos.

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