A la conquista de la cumbre en Ojos del Salado

A la conquista de la cumbre en Ojos del Salado

Tres tucumanos protagonizaron una exitosa expedición a la zona fronteriza entre Chile y Argentina.

LIBRO DE CUMBRE. Los aventureros dejaron un mensaje en honor al indio Malli Mastan, que murió en esa zona, en abril de 2015. fotos gentileza fundación cumbres andinas LIBRO DE CUMBRE. Los aventureros dejaron un mensaje en honor al indio Malli Mastan, que murió en esa zona, en abril de 2015. fotos gentileza fundación cumbres andinas
04 Febrero 2018

Un cielo azul diáfano envuelve el paisaje. A la distancia, la vista muestra una escena repleta de montañas cargadas con rocas de un color tan oscuro como el petróleo. Los picos nevados y puntiagudos exageran la belleza natural del Paso de San Francisco, en la zona volcánica limítrofe entre Chile y Argentina. En ese territorio inhóspito, a más de 6.000 metros sobre el nivel del mar, la temperatura ambiente de madrugada llega a 30 grados bajo cero. Un grupo integrado por tres tucumanos cumplió el desafío de hacer cumbre en el volcán San Francisco y uno de ellos llegó al pico máximo de Ojos del Salado, el volcán más alto del planeta.

En total fueron 15 días de travesía para trasladarse en vehículo hasta el paso fronterizo hasta el regreso a Tucumán. El logro mayor se centró en Hernán Parajón, que hizo cumbre en solitario en el volcán Ojos del Salado (6.893 metros de altura). “Son experiencias que te ponen al límite -explicó Parajón-; la montaña es como una metáfora de la vida: representa lo que es el desafío de llegar a la cumbre, la soledad, el riesgo que siempre está latente y que va marcando los tiempos y el ritmo de la travesía”, agregó.

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Parajón es presidente de la Fundación Cumbres Andinas y experto montañista. Organizó el grupo junto a su hermano Manuel Parajón, médico deportólogo, y Marisa Ocón. El volcán es un cerro en el que no hay agua, por lo que había que transportarla para consumo. Además, el clima es muy cambiante por lo que los aventureros deben esperar lo que ellos llaman una ventana de buen tiempo. “La angustia durante la espera es lo más difícil de aguantar en la previa a atacar la cumbre -dijo Hernán Parajón; siempre estás pensando en que puede cambiar el clima y todo se puede frenar y desvanecer”. Entre el período de aclimatación y las subidas a los diferentes campamentos, en general, los montañistas suelen hacer cumbre el día 11 de la expedición. Sin embargo, Parajón lo hizo en el día nueve. La clave es llegar antes del mediodía al pico más alto por los posibles cambios climáticos. La experiencia en solitario en Ojos del Salado no permitía margen de error, porque no hay comunicación posible. Salió a las 5 de la madrugada y llegó a la cumbre a las 11.30. “El último tramo tiene una escalada, que no es muy técnica, pero si uno se cae no se salva”, resaltó.


La recompensa

El volcán nevado Ojos del Salado, se encuentra en la llamada “Ruta de los seismiles”, por superar los 6.000 metros de altitud. Es considerada la región del planeta con mayor densidad de volcanes, además de ser los más altos del mundo. Desde el territorio argentino, se parte desde la ciudad de Fiambalá, en Catamarca, situada a una altitud de 1550 metros. Se accede a través del Paso Internacional San Francisco. En total es un recorrido de 230 kilómetros asfaltados hasta el límite con Chile. El esfuerzo tiente su recompensa a la vista en toda la zona cordillerana. “El paisaje es bello -resaltó Parajón-; Al amanecer se despliegan todos los colores y hay un horizonte que realmente emociona”. La expedición tiene sus niveles de riesgo en todo el trayecto. Los expedicionarios deben aprovechar las “ventanas” de buen tiempo. A esa altura se congela el té que llevan en el termo y el nivel de riesgo es muy alto. En enero de 2015, el español Fernando Ossa murió tras permanecer dos días aislado en la cordillera de los Andes. El montañista participaba en una escalada con otros dos españoles al nevado Ojos del Salado. Parajón celebró su cumbre y tuvo una satisfacción extra, porque cuatro días después hizo cumbre en el volcán San Francisco. En esta segunda expedición ya estuvo acompañado por Manuel y Marisa. “Aproveché una ventana de buen tiempo y lo hice para probarme y ponerme límites y saber si podía o no”, aseguró.

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