La inseguridad y el miedo, preocupaciones cotidianas

La inseguridad y el miedo, preocupaciones cotidianas

Las preguntas cotidianas se cargan de mayor preocupación, incertidumbre, especialmente en las fiestas de fin de año. “¿Voy a casa de mis viejos, de mis hijos, o me quedo a cuidar la casa?”; “y si cuando vuelvo me doy con que me han robado todo, ¿qué hago, Dios mío?”; “¿atraparán a los delincuentes?” Al salir del banco o de un cajero automático, es inevitable mirar hacia todos los costados durante, por lo menos, una cuadra. Y si son nuestros viejos los que deben ir a cobrar, no hay que dejarlos vayan solos porque pueden ser víctimas de motoarrebatadores o pungas. Está por bajar del auto para ir a tomar un café: “¿Bajo la mochila donde llevo la computadora o la dejo? Y si la llevo y la pongo en una silla afuera o adentro del bar, tendré que estar atento para que nadie me la levante en un descuido”. “¡Salí sin cartera!”, “¡no camines por la calle hablando por el celular o mensajeando…”

Este temor que no es infundado, es consecuencia de la realidad que se vive. Por ejemplo, en la Nochebuena que pasó -como en las anteriores- se registraron varias denuncias de robos en distintos sectores de la provincia; las zonas más afectadas fueron la capital, Yerba Buena y Lomas de Tafí. Mientras los propietarios alzaban las copas en casa de algún familiar, los delincuentes aprovecharon para desvalijar sus domicilios.

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Se suelen repetir las fórmulas para combatir el delito, pese que no han logrado detener su avance. Tal vez por esa razón, el flamante ministro de Seguridad quiere intentar otras acciones. Se ha propuesto recuperar la confianza de los tucumanos. En su opinión, la sociedad debe volver a tener un vínculo con el policía. “La idea es que un agente de parada tenga contacto con el habitante de la cuadra donde fue asignado no solo para saludarlo, sino para que esté atento a sus necesidades. Si observa que dejó un bolso en el auto con la ventanilla abierta, que se acerque y amablemente le diga que se lo pueden robar. Prestándole la más mínima colaboración también será muy útil. Con este mecanismo estamos seguros que la gente volverá a confiar en ellos”, señaló.

El funcionario es consciente de que no será fácil revertir la imagen que la ciudadanía tiene de la Policía. Habló de la importancia de conocer las necesidades de los vecinos, así como controlar los barrios conflictivos. “La presencia policial no solo es para que bajen los delitos, sino para que los habitantes también se sientan protegidos”, afirmó.

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Hasta ahora las autoridades no han podido encontrarle la vuelta al asunto de la seguridad. El hecho de incrementar el número de agentes de equipar a la fuerza ha sido importante, pero no ha bastado para contrarrestar la delincuencia. Nos parece que la inseguridad tiene un trasfondo social, que es consecuencia de la inequidad, de la falta de educación y de oportunidades laborales dignas, realidad ideal para que fermente el consumo de sustancias ilegales y florezca el negocio de la droga. El narcotráfico busca siempre extender sus tentáculos en sectores del poder que protejan la actividad.

Quizás uno de los mayores desafíos del ministro sea combatir la corrupción en el seno de la misma fuerza. Sus propuestas son interesantes porque apuntan a algo fundamental como es recrear la confianza, lo cual permitiría trabajar con mayor eficacia en la prevención. En ese sentido, también habría que pensar en brindarle una formación más humanista al agente, porque ello le posibilitará en una mejor inserción social y cambiar su imagen de represor.

La inseguridad y el miedo se han incorporado hace tiempo a la vida cotidiana de los tucumanos. Una sociedad que viva constantemente atemorizada, difícilmente podrá alcanzar el bienestar.

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