Controles descontrolados

Controles descontrolados

En el panel del gobernador Manzur se encendieron luces rojas esta semana. La relación con su antecesor genera más dudas que certezas. El manejo de un gabinete que no termina de ser propio. La novela sin final de Yerba Buena.

Al tablero de mando del canciller Juan Manzur se le encendieron demasiadas luces rojas esta semana. La sonrisa del mandatario provincial se desdibujó cuando el conflicto citrícola cerró los caminos. Era un problema del sector privado, pero afectó la tranquilidad y le complicó la vida a más de un vecino.

Mientras apretaba el botón de llamado al ministro de Desarrollo Productivo (Juan Luis Fernández) y a la secretaria de Gobierno (Carolina Vargas Aignasse) para que apaguen el fuego, el mismo canciller seguía explicando por qué retiró el pliego que él mismo había firmado para que Facundo Maggio fuera juez. Adujo que tomó esa decisión por “reclamos de la sociedad” y porque “existía un malestar público y notorio”. Es innegable que después del fallo del 2x1, se habían encrespado los ánimos y podía serle contraproducente nombrar a un defensor de represores. Sin embargo, el pliego de la designación de Maggio había seguido todos los caminos institucionales que correspondían y nadie -sin excepción- había puesto el grito en el cielo formalmente. Manzur, con sus idas y vueltas, no fue claro. Los mensajes que emite son confusos, algo en lo que siempre quiso diferenciarse de su antecesor, pero parece que le resulta difícil.

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Las alarmas seguían sonando en el tablero del canciller cuando explotaron también las denuncias de la violencia y de la humillación en la Escuela de Policía. La máxima autoridad del Poder Ejecutivo mantuvo un prudente silencio hacia afuera del palacio. No hubo castigos a quienes actuaron indebidamente. La sociedad argentina tiene muy malos recuerdos de este tipo de agresiones y abusos. A fines del siglo pasado la muerte del soldado Omar Carrasco se llevó puesta una institución como fue el servicio militar obligatorio. En Tucumán, pareciera que no pasa nada.

La luz se encendió en otra punta del tablero. Fue la más inesperada y, tal vez, la peor. En la última reunión del bloque de legisladores oficialistas se elevaron voces muy críticas contra el mandatario provincial. Le reclaman por su indecisión. Los legisladores también despotricaron contra los hermanos Yedlin (Pablo y Gabriel, secretario general de la Gobernación y ministro de Desarrollo Social, respectivamente) y contra el ministro del Interior, Miguel Acevedo. Los díscolos se quejan de que estos funcionarios -que también tienen chapa de candidatos- se mueven con total prescindencia de los legisladores. Estos sienten que ellos también deberían recibir los beneficios de compartir los efectos de esta precampaña electoral que se puso en marcha sin que aún se hayan definido las listas a postulantes a diputado nacional.

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Ya había más luces rojas encendidas que manos para desactivarlas cuando se prendió otra alerta. El encuentro de jefes comunales del NOA que se hizo en Jujuy había encontrado en esa provincia a los intendentes de Cambiemos Roberto Sánchez (Concepción) y Mariano Campero (Yerba Buena) y a los oficialistas Carlos Najar (Las Talitas), Jorge Yapura Astorga (Tafí Del Valle) y Patricia Lizárraga de Orellana (Famaillá). Pero también se contó a 28 delegados comunales que llegaron a la “Tacita de plata” desde diferentes sitios de la provincia. ¿Por qué esto se convirtió en un problema? Porque las invitaciones a este tipo de encuentros solían llegar al Ejecutivo y desde allí se las derivaba, pero ahora van directamente a cada una de las instituciones del interior. La duda en el Ejecutivo es si Acevedo estuvo de acuerdo en estos viajes (de los oficialistas específicamente) o si, en todo caso, no puede controlarlos y se le están escapando de las manos. El mayor temor es que, después de estas reuniones, los asistentes vayan ganando independencia y autonomía respecto del Gobierno provincial y en favor del nacional. ¿Habrá represalias contra los viajeros? Mientras analizan la respuesta, los que no fueron juran ser fieles al oficialismo y esperan que sí.

¿Quién es el DT?

Tal vez no sean tantas las luces rojas encendidas; sin embargo, dan muestras de cierto descontrol por parte del canciller Manzur, a quien le explotan problemas que no deberían salpicarlo. Las razones principales son porque él tiene un equipo prestado. Ha llegado al poder con demasiados condicionantes y por lo tanto su gestión siempre está supeditada al grado de autonomía que es capaz de conseguir.

Los ministerios de Desarrollo Productivo y de Educación son, aparentemente, los que funcionan más acertadamente y conteste a los criterios del gobernador. El resto está integrado por hombres y mujeres que José Alperovich conoce a la perfección. Son, indudablemente, jugadores a préstamo. Y, Manzur, hasta aquí, no se ha decidido a ser el gran DT, se limita y contenta con su rol de canciller.

Esto que siempre se supuso como parte de un juego en equipo entre el ex gobernador y el actual se ha convertido en un problema que estalla cada vez con más frecuencia. La mayor sorpresa está en los organismos que administran los hermanos Yedlin. Los viejos amigos y compañeros de estudio de Manzur dejan dudas porque más de una vez dan señales de fidelidad a José Alperovich. La pregunta más simple y directa sería por qué el gobernador no prescinde de aquellas personas que tienen más sintonía con el ex titular del Poder Ejecutivo. Porque no puede y/o porque no quiere. Si bien ambas contestaciones tienen el mismo sentido, no son equivalentes. Si Manzur no puede será porque Alperovich sigue al frente del Gobierno como sigue subido al avión oficial de la provincia que el miércoles lo trajo hasta estas tierras. Hay más dudas que certezas -y por lo tanto hay desconcierto- en el Palacio y los rumores de ruptura que tenían plazo fijo para después de los comicios empiezan a convertirse en un ruido molesto.

Aún en el supuesto de que Manzur y Alperovich sean la misma cosa y el mismo proyecto, resulta muy grave y contradictorio que el gobernador no pueda manejar áreas trascendentales como Seguridad o Gobierno, o que cualquier decisión correctiva no dependa de la decisión de Manzur sino de una negociación con “el hombre que lo inventó”. La confección de la lista de diputados será clave para confirmar o desmentir los vientos rupturistas.

El canciller, en tanto, se preocupa por seguir aceitando las relaciones con la Nación para que todo lo que consiga sea sin la intervención de su archirrival José Cano. En la Casa Rosada ya aprendieron que detrás de las sonrisas y de los buenos modos de Manzur se esconde la decisión de no transformar las reglas de la política electoral tucumana. Por eso seguirán proliferando los acoples y los partidos políticos seguirán siendo sellos inertes que se aplican en casas vacías sin fervor ni pasión. El oficialismo se conformó con el libro “Tucumán dialoga”, una enumeración de buenas intenciones que no cambiarán las tristemente célebres imágenes de las elecciones provinciales.

Todos pierden

En la heterogénea Yerba Buena todo repercute. Las tensiones entre Alperovich y Manzur, las travesuras del general Osvaldo Jaldo y la guerra del legislador Ariel García con el ministro José Cano repercuten en la ciudad que se desparrama al pie del cerro. El papelón institucional que significó negarle a la ciudadanía la cobertura de la décima banca parece que llega a su fin. Apenas aterrice el concejal de Cambiemos Marcelo Rojas, el cuerpo volvería a sesionar para que de una vez por todas el radical Rodolfo Aranda se siente en el escaño que no se quería cubrir. Existiría un pacto de caballeros entre el departamento Ejecutivo y el Concejo de Yerba Buena para que esto ocurra, pero después de tantas promesas incumplidas habrá que esperar que se concreten los hechos.

En esta pelea de cargos, nombramientos y de fallidos intentos por doblegar el poder intervinieron muchos actores provinciales y de esa ciudad y perdieron todos.

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