Advierten que se incrementó el poder de fuego de las bandas narcos en los barrios

Advierten que se incrementó el poder de fuego de las bandas narcos en los barrios

Desde la Policía remarcaron que las guerras armadas entre clanes ya dejaron varios muertos y heridos en distintas zonas de la capital. Los uniformados suelen secuestrar armas de los calibres 40, 11 y 9 milímetros cuando salen a investigar esos crímenes.

UNA ESCENA REPETIDA. Peritos de la Policía comienzan a trabajar en la escena del crimen después de un enfrentamiento entre bandas narco. la gaceta / foto de foto de antonio ferroni (archivo) UNA ESCENA REPETIDA. Peritos de la Policía comienzan a trabajar en la escena del crimen después de un enfrentamiento entre bandas narco. la gaceta / foto de foto de antonio ferroni (archivo)
06 Febrero 2017
Casi siempre los enfrentamientos entre bandas de narcotraficantes terminan con muertos de uno u otro bando. Esos ataques no solo les cuestan la vida a los llamados “soldaditos” (jóvenes adictos al servicio de los “transas”) sino también a vecinos inocentes que desafortunadamente quedan en medio de esa guerra que ya se cobró decenas de víctimas, sobre todo en los barrios más calientes de la capital tucumana.

Uno de los casos más recordados es el de la adolescente María de los Ángeles Ramallo (15), quien el 14 de noviembre de 2015 quedó en medio de un tiroteo entre las bandas de “Los Garra” y “Los 30”, durante una disputa por el control del poder narco en el barrio 11 de Marzo. Ese enfrentamiento dejó en claro que los traficantes de drogas habían aumentado notablemente su poder de fuego.

Son varias las bandas narcos en pie de guerra y con muertos de ambos lados, como las familias Reyna-Farías (de los barrios Juan XXIII “La Bombilla” y Manantial Sur) y Toro-Carrión (ambas de Villa 9 de Julio). Se trata de los cuatro clanes que protagonizaron los enfrentamientos armados más violentos a lo largo de todo 2016.

Vecinos de los barrios La Costanera y Villa 9 de Julio no dudan en confirmar que en esas barriadas es fácil conseguir un arma de fuego de manera ilegal. Y los vendedores de drogas no vacilan al momento de usarlas para “ajustar” a quienes pongan en duda su liderazgo en el negocio.

Siempre presentes

El comisario Hugo Cabezas, jefe de la división Homicidios de la Policía, explicó que en casi todos los enfrentamientos entre bandas narcos están presentes las armas de fuego. “Algunas guerras entre clanes ya dejaron varios muertos y heridos. Muchas veces, durante la investigación de un crimen narco, encontramos armas y municiones de calibres 40, 11 o 9 milímetros. Estas son armas de gran poder de fuego que antes no había y que, por lo general, son robadas dentro de la provincia”, sostuvo.

La abogada penalista Geraldine Salazar opinó que los “transas” tienen cada vez más armas y de mayor calibre. “El consumo de drogas les permite hacer el trueque con los adictos. Los chicos roban tanto armas cortas como largas y después las cambian por las sustancias que consumen. No hay diferencia de calibre en ese sentido. En barrios como La Costanera es imposible controlar el movimiento de armas”, advirtió.

Según aseguró la letrada, hay cientos de armas robadas que no están secuestradas en ningún lado y no se sabe si las decomisaron o no. Salazar se refería a las armas que desaparecieron de los depósitos judiciales o policiales. “Esos sitios no son garantías para depositar armas”, agregó. En tanto, otras fuentes consultadas señalaron que existe un mercado negro de fabricantes de armas y municiones que proveen a los clanes que se dedican a la venta de drogas. Según ese dato, inclusive fabrican armas nuevas rejuntando piezas de otras que ya no están aptas para su uso y las vuelven a poner en circulación.

Para ponerle una fecha a la escalada de violencia armada en La Costanera, los vecinos recuerdan dos casos: el primero es el crimen de Walter Santana, un joven adicto que en la madrugada del 25 de diciembre de 2008 fue a la casa de un “transa” para pedirle que le fiara una dosis de paco. El dealer se negó, discutió con Santana y le dio un tiro en el pecho.

Ese asesianto causó tal conmoción entre los habitantes de la humilde barriada ubicada a la vera del río Salí, en el límite este de la capital, que significó el nacimiento de “Las Madres del Pañuelo Negro”, un grupo de mujeres con hijos adictos que luchan contra los traficantes de drogas.

“Fue la época del boom del paco en La Costanera. Desde entonces a los transas les sobran las armas de alto calibre. No sé de dónde las sacan, incluso tienen pistolas reglamentarias. ¿Dónde las consiguen? Bueno, la plata hace bailar al mono”, ironizó ante LA GACETA Verónica Medina, esposa de Santana.

“Ahora la historia se repite, casi 10 años después, con la muerte de mi hermano Emanuel Alejandro. El 1° de enero lo mató la banda narco de los hermanos Ocón”, agregó Medina, quien explicó que se trata de uno de los clanes más temidos de la zona. “Son los dueños del barrio, a todos los vecinos les cierran la boca con plata”, se lamentó. Apenas tres meses después de la muerte de Santana, el 21 de marzo de 2009, Hugo Daniel “El Rengo Ordoñez” Tevez, uno de los narcos más temidos de La Costanera, fue asesinado de ocho tiros en un ajuste de cuentas. Tevez (ex pareja de Margarita Toro, señalada en esa época como una de las líderes narcos de Villa 9 de Julio) caminaba junto a sus sobrinas cuando fue interceptado por un tal “Tití”, quien lo acribilló a balazos y luego se dio a la fuga.

Esos casos son la muestra fiel de la violencia que domina al barrio y que tiene como principal motivo el dominio de la venta de drogas.

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