Una tucumana recorre el mundo con su violín

Una tucumana recorre el mundo con su violín

La violinista Sofía Roldán Cativa cumple 10 años radicada en Europa pero sueña con organizar un festival de música de cámara en Yerba Buena.

ARTISTA INTEGRAL. Roldán Cativa está concluyendo su segunda maestría. LA GACETA( INÉS QUINTEROS ORIO ARTISTA INTEGRAL. Roldán Cativa está concluyendo su segunda maestría. LA GACETA( INÉS QUINTEROS ORIO
18 Enero 2017

Sofía Roldán Cativa habla desde la joven madurez que tiene a sus 28 años, de los cuales ya pasó 10 de vida en el viejo continente, atrapada entre las cuatro cuerdas de su violín. Su familia (quedó en Tucumán) está más que acostumbrada a la lejanía y no sólo por el tiempo transcurrido sin volver a radicarse en su casa.

“No fue tan difícil adaptarme a vivir en Europa y lejos de mi provincia, porque mis padres me enseñaron a ser muy libre e independiente, a no tener miedo. Todos los días eran una aventura, y lo siguen siendo”, expresó.

La artista lleva adelante su carrera desde varios aspectos, con fuerte dedicación al lado académico: a la licenciatura y al máster en música orquestal que ya obtuvo en Frankfurt (Alemania), le suma ahora una segunda maestría, esta vez en la especialidad de músico solista que acaba de concluir en la Universidad Mozarteum de Salzburgo (Austria).

“Para la tesis final elegí una obra de Alberto Ginastera, la Pampeana N°1 para violín y piano. Es el compositor latinoamericano más conocido en Europa, aunque mi idea es impulsar que se lo toque más a él y a otros argentinos como Luis Gianneo, Ariel Ramírez, Carlos Guastavino, Gilardo Gilardi...”, detalla.

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Estudiar y tocar

Por otro lado, no deja de tocar: la invitan en varias orquestas, y ahora es miembro titular de la Haydn Philarmonie de Viena, fundada hace 30 años e integrada por austríacos y húngaros (ella es la única intérprete del continente americano).

“Terminar la universidad es muy importante, pero también cuenta la experiencia tocando. Y eso se gana con los años”, dice con una sonrisa sin edad la joven experimentada en viajes, violín al hombro, desde los seis años: sea a Córdoba o a Chile, a festivales o conciertos, o después en la fila de la Orquesta Juvenil de la Universidad Nacional de Tucumán, dirigida por Gustavo Guersman.

La distancia se cuenta doble en el hogar de los Roldán Cativa ya que Andrea (hermana menor de Sofía) también es violista y está haciendo carrera en Alemania. “Ella está haciendo una maestría y es profesora de viola; le está yendo muy bien. Nos vemos bastante seguido porque sólo nos separa un viaje de seis horas”, cuenta orgullosa la mayor de las músicas.

Sofía habla de proyectos: “me falta un año para obtener un doctorado en violín, y me quedan sólo clases; las materias teóricas ya las terminé de cursar. Tengo muchos planes y para este año me esperan viajes y giras con la Haydn Philarmonie a Budapest, China, Taiwán y Japón. Además hace poco me invitaron a tocar en una orquesta del sur de Austria. En Salzburgo, donde vivo, estoy integrando un ensamble de cámara, y voy hacia mucho más, siempre tocando. Ahora estoy en las orquestas, pero mi sueño es afianzarme en la música de cámara”.

Le adelanta un deseo a LA GACETA. “Quiero fundar un festival internacional de música de cámara en Yerba Buena, que es mi cuidad. He participado en varios festivales en Viena y en Nueva York y de ellos tomé experiencia en cómo organizarlos. La idea es traer a mis profesores europeos, a colegas y a amigos que ya tocaron en el teatro Colón y que quieren venir a tocar y a conocer el Norte. Para mí sería un doble agradecimiento: por un lado a Tucumán, que siempre va a ser mi provincia, y por otro a los maestros que me han formado. De ellos aprendí que siempre se trata de poner objetivos y de luchar por ellos para poder alcanzarlos”, sostiene.

En la lista de lo pendiente también figura componer, una actividad que le gustaría pero que, aclara, actualmente no le dan los tiempos. “Mis estudios no son sólo tomar clases de violín sino además leer mucha literatura y visitar museos, porque todo se relaciona con cada momento del arte”, explica.


Sus ídolos

Entre los músicos a los que tiene como referencia cita a uno que ya no está, el ruso David Oistrakh, quien falleció en 1974, 15 años antes que ella naciera. Pero también tiene como ídolos a Maxim Vengerov, con quien tomó clases, y a su profesora, Esther Hoppe, “de quien aprendí muchísimo”, avisa.

Sobre los autores que está interpretando, cuenta que se centra en mucha música contemporánea, pero que ama el barroco porque “está lleno de colores y plantea muchas improvisaciones, hace sentir libre al músico... Bach, Rameau, Vivaldi y muchos más”. “También me gusta el romanticismo como período: Tchaikovsky, Rachmaninoff, Schumann, Schubert...”, puntualiza.

El repertorio de la vida musical de la violinista no es limitado. Entran además el jazz, el blues o el pop con los amigos; y las salidas aparece el cine, pasarla bien cocinando juntos o encontrándose con su hermana Andrea. “Austria es muy bonito, chiquito, todo queda cerca -cuenta-. Además voy seguido a Alemania; estoy a sólo seis kilómetros de la frontera”, señala.

Son 11.370 kilómetros menos que los que debe recorrer para volver a Tucumán, aunque quizás nunca se fue del todo.

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