Artistas y diseñadores mexicanos buscan inspiración en sus raíces

Artistas y diseñadores mexicanos buscan inspiración en sus raíces

En México se vive la revalorización de las tradiciones y de las técnicas artísticas ancestrales.

MIRANDO LA HISTORIA COLONIAL DE MÉXICO. Edgar Flores, en su casa en la Ciudad de México. Al fondo se observa la obra “El equilibrio de una nación”. FOTOS Adriana Zehbrauskas para The New York Times MIRANDO LA HISTORIA COLONIAL DE MÉXICO. Edgar Flores, en su casa en la Ciudad de México. Al fondo se observa la obra “El equilibrio de una nación”. FOTOS Adriana Zehbrauskas para The New York Times
28 Agosto 2016

Paulina Villegas / The New York Times

Cuando la cantante pop Natalia Lafourcade apareció en el escenario del Auditorio Nacional, el año pasado, se encontraba en la cumbre de una carrera que había comenzado hace más de 10 años, cuando se presentaba con atuendos inspirados en el grunge.

Sin embargo, para este concierto, Lafourcade se había deshecho de los jeans desgarrados; vistió, en cambio, pantalones de un diseñador mexicano y una corona de rosas rojas en homenaje a la pintora Frida Kahlo. A mitad del concierto subió al escenario una banda de son jarocho, estilo de música originario de Veracruz. “Era hora de conectarme con mis orígenes”, dijo Lafourcade, de 32 años. “Quería infundirle carácter mexicano a mi música”.

En un país que enfrenta desafíos sociales, económicos y políticos, y posee una rica herencia cultural, muchos artistas emergentes y gente que dicta tendencias ya no se sienten obligados buscar inspiración en el exterior.

“A los extranjeros les encantan nuestra gente, nuestras playas, nuestras pirámides, nuestra comida”, afirma Israel Gómez, integrante de la banda de electro-pop Centavrvs. “Ya era hora de que empezáramos a valorarnos de la misma forma en que lo hace la gente en el extranjero”, agrega.

Aunque a principios del siglo XX los artistas mexicanos experimentaron un gran reconocimiento, el reciente giro entre los jóvenes refleja que está ocurriendo un cambio más amplio. Incluso con los problemas de corrupción y cuando todo el mundo habla de un muro fronterizo, la gastronomía, la cultura, el diseño y el arte mexicano crecen. Los mexicanos ahora pueden hablar de sus cineastas de talla mundial, exhibiciones de arte internacionales o chefs exitosos.

“La influencia de la cultura mexicana en arte y moda es bastante fuerte, y hay una nueva generación de mexicanos, ya sea ahí o en el extranjero, que impulsa ese mensaje”, comenta Roopal Patel, director de moda de Saks Fifth Avenue.

El artista Edgar Flores, conocido como Saner, se inspiró en la historia colonial de México para un enorme mural que completó en 2013 en Fleury-les-Aubrais, Francia, en el que refleja el mortal abrazo entre un guerrero azteca y un conquistador español.

Flores dijo que la obra fue un lamento desesperado por preservar y redefinir la identidad mexicana, un concepto frágil que podría perderse fácilmente si los mexicanos no valoran su propia cultura e historia. “En un mundo globalizado donde se pertenece a todas y a ninguna parte, me aferro a mis raíces para saber quién soy, qué quiero decir y hacia dónde me dirijo”, dijo en una reciente entrevista en su estudio de la ciudad de México.

Desenterrando la herencia

El integrante de Centavrvs, Israel Gómez, explica que su agrupación -cuyo nombre se inspira en el sobrenombre del caudillo Pancho Villa, el Centauro del Norte- busca desenterrar esa misma herencia.

La banda combina sonidos de cumbia tradicional con música ranchera, entreteje las voces de un coro de mujeres indígenas de Michoacán en canciones de pop mexicano e incluye fragmentos de viejos poemas o novelas mexicanos en algunas de sus letras.

“Nuestra música es el resultado de un nuevo México inspirado totalmente en el viejo -dice Gómez-. Tiene que ver con lo que somos hoy y el orgullo de serlo, con tomar nuestras raíces y contarle al mundo sobre toda esa mexicanidad”.

El resurgimiento del interés en la herencia cultural de México se hace particularmente evidente en el ámbito de la moda.

Los diseñadores y consumidores locales han perdido el miedo de ser demasiado étnicos, y acogen de buena gana textiles y artesanías indígenas considerados durante mucho tiempo de interés solo para los turistas que buscan souvenirs.

Inscripciones mayas

“La gente ahora quiere su edredón con inscripciones mayas; quieren que su producto sea bonito pero también con identidad, una historia y algún tiempo invertido en sí”, sostiene Maggie Galton, historiadora del arte que reside en Nueva York, y fundadora de Onora Casa, lujosa marca de diseño de Ciudad de México que trabaja con textiles tradicionales.

Y si bien el mundo de la moda no ha alcanzado aún su máximo potencial, la conciencia y la inspiración están en pleno auge. A medida que los creadores sacian la sed de autenticidad, suscitan sentimientos de orgullo y de empoderamiento.

“Estamos ofreciendo algo que el mundo busca, que es la conciencia del lugar de donde viene tu producto, cómo y quién lo hizo”, define el diseñador de moda Francisco Cancino, cuya marca Yakampot mezcla sofisticadas ideas de corte minimalista con diseños tradicionales y artesanales para crear prendas indígenas como el rebozo (especie de chal muy grande).

En la alta costura

Los centros neurálgicos de la moda de alto nivel también dirigen su mirada a México en busca de inspiración, añadiendo fragmentos de cultura mexicana tanto moderna como antigua en sus diseños de alta costura.

En la colección de primavera 2015 del diseñador francés Jean Paul Gaultier, por ejemplo, las modelos usaron máscaras inspiradas en las de los luchadores profesionales de lucha libre en México.

La marca japonesa Comme des Garçons exhibió botas de guarachero: muy largas y puntiagudas, originarias del norte de México.

A medida que más empresas y diseñadores encuentran oportunidades de mercado al explotar tradiciones y técnicas mexicanas, surge la pregunta de cuándo la inspiración cae en la apropiación cultural y en robo.

El año pasado, la diseñadora Isabel Marant fue acusada de plagio debido a que una blusa de su colección se parecía mucho a la ropa bordada que producen las indígenas de Santa María Tlahuitoltepec, México. La oficina de Marant rechazó las acusaciones. De manera similar, en abril, surgió una petición para impedir que Pottery Barn vendiera fundas para almohadas de fabricación china cuya etiqueta las describía como “bordado otomí” porque no habían sido hechas en esa región mexicana.

La propia identidad

La explotación de la herencia de México ha permitido que algunos diseñadores redirijan sus carreras. Cancino, el diseñador de Yakampot, creció, como muchos otros, con la idea de que el éxito profesional solo podía alcanzarse en el extranjero. Así que empacó sus cosas y dejó su hogar para irse a París.

Sintiéndose fuera de lugar, se preguntó cómo podía crear una sofisticada línea de ropa contemporánea que fuera aceptada por los amantes de la moda de todo el mundo. “La respuesta simple es: si encontraste la identidad de tu proyecto en tu propia cultura, con sus técnicas tradicionales, de ahí surge algo realmente auténtico y valioso, y la gente lo apreciará”, resume.

Para otros, acoger y redefinir la identidad mexicana significa alejarse de los clichés y estereotipos asociados con su país y explorar otros aspectos de su cultura y sociedad. Cuando el cineasta Alonso Ruizpalacios ambientó su característico filme de 2014, “Güeros”, en la ciudad de México de 1999, optó por enfatizar en el conflicto de clase que estallaba y en las contradicciones políticas de la capital, evitando los temas más comunes del narcotráfico y la violencia.

“Estaba la idea de que para ser verdaderamente mexicano, tenías que ser o hacer folclore -dice Ruizpalacios-. Ahora, la conversación está cambiando; las ideas se están volviendo más complejas”.

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