El fútbol vuelve atado con alambre y con su estructura perversa intacta

El fútbol vuelve atado con alambre y con su estructura perversa intacta

Esta vez demoró un poco más, pero a la larga la pelota del fútbol argentino termina parchándose. Nunca una nuevita y reluciente, siempre la desvencijada Pintier tapizada por los remiendos. Total, la cuestión es tirar un campeonato más, después aparecerá otra vaca para ordeñar. Lo que jamás se toca, ni siquiera se discute, es la estructura perversa de la AFA y ese es el fondo de todos los problemas. Encorsetados en esa pirámide, asimétrica por donde se la estudie, arrancan Atlético (Primera), San Martín (B Nacional), Concepción FC, San Jorge (Federal A), Bella Vista, San Antonio, Sportivo Guzman, Lastenia, Amalia y Almirante Brown (ya disputaron tres fechas del Federal B). La mayoría a pérdida, por supuesto.

La discusión permanente se focaliza en el sistema de disputa de los torneos y derivó, entre otros ejemplos, en el mamarracho de Primera división. Lo que no se dice es que esa reforma iba de la mano de un nuevo sistema de apuestas, con la AFA como socia, y de allí los 30 equipos participantes. Son 15 partidos por fecha y, a mayor cantidad de partidos, mayor volumen de apuestas. Pero la muerte de Julio Grondona y el cambio de ciclo político frizó el proyecto. Se descongelará en algún momento, que nadie lo dude.

La cuestión es que tanto ida y vuelta con los campeonatos desvía la atención de una necesidad insoslayable. Los estatutos de la AFA, pensados hace décadas para un país y una realidad totalmente distintos, están perimidos. No van más. No debe haber en la Argentina entidad más unitaria, reaccionaria y mezquina que la Asociación del Fútbol Argentino, en la que un puñado de clubes “directamente afiliados” hacen y deshacen y la capacidad de voto del resto es insignificante. Ejemplo: cualquier club del conurbano bonaerense tiene más representación que el fútbol de toda una provincia. Insólito.

Cabía suponer que la crisis, descomunal y reducida a una batalla por el poder, podía canalizar un movimiento reformista. Nada que ver. Son los mismos dirigentes que van rotando lugares en la mesa de las decisiones, desesperados porque lluevan los cientos de millones de pesos que les servirán para mantener sus pésimas y/o corruptas administraciones. No les interesa si la plata la pone el Estado o una multinacional. Los derechos de televisación son de ellos y el negocio debe seguir.

De sinceramiento nadie dice una palabra. Un caso emblemático es el de los torneos interbarriales pomposamente bautizados B Metropolitana, C y D. Lo justo sería que esos clubes se aglutinen en una liga, tal como sucede en el resto del país, con los mismos derechos y obligaciones que sus pares de las provincias, y que clasifiquen a sus representantes para el Federal A y el Federal B.

Miremos el cuadro tarifario que surgió del flamante acuerdo: los clubes de la B Metropolitana reciben $ 648.000 mensuales y los del Federal A están equiparados con la C ($ 250.000 mensuales). Esto es escandaloso. Si la B Metropolitana y el Federal A son competencias equivalentes -lo que de por sí ya es injusto-¿por qué esa discriminación? Peor aún: los metropolitanos compiten viajando de barrio en barrio; los del Federal, de provincia en provincia. Son torneos de distinta naturaleza y el interior siempre pierde. Es lógico, porque su representación en la AFA es endeble y eso se debe a la perversidad del sistema.

Hay más motivos para indignarse. ¿Dinero para la C y la D? Sí. Quedó apuntado que los clubes de la C recibirán $ 250.000 mensuales y que para los de la D habrá $ 70.000 mensuales. Nada para el Federal B. ¿Por qué recibe dinero un club de Primera D y no uno de cualquier liga del país?

El día que se decidió todo esto, a la mesa estaban sentados un hombre de la B Nacional: Daniel Ferreiro (Nueva Chicago); uno de la B Metro: Gabriel Fernández (Deportivo Español); dos de la C (!): Sebastián Martinetti (Defensores de Cambaceres) y Adrián Zaffaroni (Justo José de Urquiza); uno de la D: Dante Majori (Yupanqui): y apenas dos en representación del interior: Julio Larrocca (Liga de Concordia) y Alberto Beacon (Liga de Río Negro). No hace falta explicar mucho más.

Si Julio Grondona viviera atravesaría un via crucis judicial. Quedó señalado como “co-conspirador” en el informe del FBI que puso en jaque a la FIFA. Todos los dirigentes de ese informe están presos, procesados o con arresto domiciliario. Esto no tiene que ver con el respeto a la memoria de Grondona, sino con la corrupción enquistada en la FIFA, en la Conmebol y replicada en la AFA. Hacerse cargo de esta realidad, hablar sobre el tema, también forma parte de un sinceramiento.

Los sinceramientos suelen producir provechosos efectos en cascada. Si se pide un sinceramiento nacional también es imprescindible contar con uno en casa. Así como la AFA no da para más, el fútbol tucumano también está en terapia intensiva, cruzado por la violencia y el quebranto de las instituciones. El de Concepción FC es un caso paradigmático, porque vive con la soga al cuello y aún así se embarca en la disputa de un torneo nacional para el que, económicamente, no está preparado. Lo llamativo es que en la misma categoría se mueve San Jorge, que no tiene hinchas pero sí una billetera generosa que lo mantiene en carrera. Ahora bien, el día que esa billetera no esté más, ¿qué será de San Jorge? Hay tanto para analizar y debatir en el fútbol argentino...

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