“El tropezón es educativo, porque produce resiliencia”

“El tropezón es educativo, porque produce resiliencia”

El académico criticó el facilismo y habló del libro “Sin educación la Argentina no tiene futuro”, que se presenta hoy en Salta.

MÁS QUE UN LIBRO. Barcia señaló que en la obra que se presentará hoy en Salta se presentan propuestas para futuras políticas de Estado. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA. MÁS QUE UN LIBRO. Barcia señaló que en la obra que se presentará hoy en Salta se presentan propuestas para futuras políticas de Estado. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA.
03 Agosto 2016

› Pedro Luis Barcia
 Doctor en Letras, ex presidente de la Academia Nacional de Letras, ex presidente de la Academia Nacional de Educación, miembro correspondiente de la Real Academia Española, de la Academia Norteamericana de la Lengua Española; de la de Letras del Uruguay y de la Dominicana de la Lengua.


› Pedro Luis Barcia
 Doctor en Letras, ex presidente de la Academia Nacional de Letras, ex presidente de la Academia Nacional de Educación, miembro correspondiente de la Real Academia Española, de la Academia Norteamericana de la Lengua Española; de la de Letras del Uruguay y de la Dominicana de la Lengua.

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“Sin educación, la Argentina no tiene futuro” es más que el título del libro que desarrollaron y editaron las fundaciones Del Tucumán y Salta, mancomunadas en el Foro de Educación del NOA del Bicentenario. Es, además, un tema que inquieta al profesor Pedro Luis Barcia, que participó en ese proyecto con el que se quiere aportar a un mejor sistema educativo. En una charla telefónica con LA GACETA, desde Buenos Aires, el ex presidente de la Academia Nacional de Educación sintetizó el espíritu de la flamante obra, que pretende, dijo, convertirse en una especie de instrumento de gobierno. El libro, anticipa, contiene “un haz de propuestas de políticas de estado”. La obra será presentada por Barcia (por teleconferencia), hoy, a las 19, en Salta, previa bienvenida de Federico Saravia Toledo, presidente de la Fundación Salta.

En ese espacio también disertarán Jorge Malmierca (presidente de la Fundación del Tucumán, “La Génesis del Proyecto del Foro Educativo del Bicentenario”) y Roberto Iglesias.

- ¿Por qué cuesta tanto impulsar políticas públicas sostenibles en la Argentina?

- Porque las políticas de Estado en Argentina requieren dos cosas: 1) que sean consensuadas, y esto en la Argentina es difícil de lograr; 2) que sean perdurables, porque la tendencia que tienen los gobiernos en la Argentina es lo que llamo “tabulorrasistas”: quieren inaugurar con su acción la historia del país, y dejan de lado todo lo que se ha hecho. Lo que se pide es un acuerdo en torno a estas políticas, y que se mantengan a lo largo de los años, porque esto va a llevar aproximadamente dos décadas. El deterioro de la educación argentina lleva tres décadas, de modo que no podemos seguir diciendo que esto es causa del error anterior. Esto viene desde Menem, de modo que el error fue no haber leído las luces amarillas que se iban prendiendo.

- ¿ Cuál será, por ejemplo, la clave de ejemplos exitosos de educación, como el finlandés?

- Bueno, aquí hay que tener cuidado. Lo escuché al ministro (Esteban) Bullrich en la Rural, acerca de un acuerdo con Finlandia. Pero, en el campo de la educación, como en el campo de toda la cultura, hay dos conceptos contrapuestos. Una es la cultura del trasplante, que es traer lo de afuera y tratar de implantarlo acá, como pasó con la Ley de Educación española, durante la época de (Susana) Decibe, cuando se transformó nuestra primaria y secundaria en EGB y polimodal. Y eso no funciona, porque no tiene en cuenta el contexto. La otra modalidad es la que yo llamo la cultura de la semilla, o seminal, o del cultivo. Usted trae la idea, pero a esa idea usted tiene que aquerenciarla en un terreno propio. Si no tenemos en cuenta el contexto para esta aclimatación gradual, pifiamos. De modo que Finlandia nos da una serie de sugerencias que, yo diría, hay que acriollar. Si no las acriollamos, vamos a hacer cada vez más trasplantes, y esto no dura.

- ¿Cuáles son, en su criterio, los ejes de la buena educación finlandesa?

- La primera, me parece, es la profesionalización, la jerarquización del docente. Esto es muy difícil en nuestro país, porque en el imaginario colectivo cultural la imagen del docente está muy deteriorada. Lo primero que plantean ellos es que, tras su formación, se empalme con la Universidad, y que todo docente tenga un posgrado con investigación, para que el docente no se “achanche”, y sea un auscultador de la realidad que tiene alrededor. En la Argentina, esa conexión no existe, es más, la Universidad desprecia a los docentes. En segundo lugar, lo fundamental, para mí, es tener tutores desde Inicial. En esto ellos lo tienen instalado desde muy temprano, de modo que no se les quedan los chicos en el camino. Aquí están sujetos a lo que pueda pasar. La tercera instancia que propone Finlandia es que en la escuela haya radicación de los maestros, que terminemos con el “docente taxi”. Lo primero que hay que hacer es sustituir el sistema por horas por el sistema por cargos: por ejemplo, yo soy docente de la Escuela secundaria Domingo Faustino Sarmiento y estoy radicado ahí; tengo raíces ahí.

- Es una vieja pelea en la Argentina...

- Es cierto, es una vieja pelea que tuvo su realización, y que se fue abandonando. Yo me radico acá, y tengo mis horas, pero además tengo horas complementarias a lo largo de la jornada, en las que puedo planificar en trabajo asociado, en equipo. Otra cosa que tiene Finlandia es la prolongación de la jornada. El docente, con las cinco horas que tiene, es un docente muy avezado. Mire, nuestros docentes no tienen en claro en el primario con qué método se enseña la lectoescritura. Además, los finlandeses tienen redes de colegios: los que tienen problemas afines se asocian entre sí. Nosotros no lo podemos hacer, porque el artículo 97 de la Ley de Educación dice que no se pueden difundir los datos de evaluación de cada colegio “para no estigmatizar”, porque se teme que se produzca un éxodo; que ya se empezó a producir en un 20 %, de lo público a lo privado, con la engañosa creencia de que lo privado es siempre mejor.

- En los últimos tiempos se insiste en que se ha perdido la cultura del esfuerzo..

- Déjeme hacer un poco de historia. En el año 70 (1970) se instala entre nosotros lo que yo llamo la contracultura, que trae cosas positivas porque produce cambios. Pero también nos dejó el facilismo: la gente concibe que se puede hacer todo con el menor esfuerzo posible. Y lo que empezó como un gesto, después fue una actitud, y después un hábito. Ante el planteo del esfuerzo, la gente se crispa. Hay una pedagogía básica, que es la pedagogía del problema. El tropezón es educativo, porque produce resiliencia. Pero, qué hacen los padres ante una barrera cualquiera? Tratan de quitarles todas las dificultades y allanarles todos los caminos; y crean una ameba que, cuando sale al mundo, la barre cualquiera. Hay que buscar la cultura del trabajo, la exigencia, porque, si me permite, ya que ustedes, los tucumanos, son los mayores exportadores de limón, al limón se le saca jugo si usted lo aprieta. Si no lo aprieta, no larga nada. Este facilismo, facilitado por la familia, acentuado por la escuela, no los forma para la vida. Y viven una irrealidad, porque la vida los va cacheteando.

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