“Somos producto de un país poco apegado a la ley”

“Somos producto de un país poco apegado a la ley”

Werthein, uno de los protagonistas de la “Reunión Nacional de Empresarios del Bicentenario”, defendió a los cientos de miles de colegas ejemplares que no salen en las noticias. Además, se refirió a la anomia “que transpira” toda la sociedad. Otros empresarios hablaron de sus planes para la provincia.

LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO
31 Julio 2016
A Adrián Werthein le sorprende que una definición suya sobre el comportamiento del empresariado en el pasado cercano haya sido tomada por la prensa como un gran mea culpa. En la terraza y mientras fuma un habano pulsudo, el presidente del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP), y uno de los oradores de la “Reunión Nacional de Empresarios del Bicentenario” recuerda que en junio él dijo simplemente “tal vez hayamos sido permisivos e indolentes, tal vez conniventes”. Eso fue en un almuerzo del CICyP, en presencia de colegas y del embajador estadounidense Noah Mamet. En Tucumán y sin quitarse el sombrero, Werthein se esfuerza por matizar su apreciación mientras trata de localizar un poncho de vicuña que dejó olvidado en algún punto entre la residencia del gobernador Juan Manzur y el hotel Sheraton. 
-¿Hizo, entonces, autocrítica?
-Me sorprende porque fue una frase. De periodismo no sé nada, pero se ve que hay un arte muy particular al momento de titular. Dije que “tal vez hayamos sido permisivos...”, pero en un discurso en el que hablaba sobre empleo, el rol de los empresarios y el tremendo esfuerzo que tiene que hacer la administración del presidente Mauricio Macri para sostener a los 18 millones de compatriotas que dependen del Estado. En 2001 apenas había ocho millones. También me referí a la inclusión como una actitud de vida. Hablé de eso y de muchas otras cosas...
-Pero quedó el mea culpa. Hay que preguntarse por qué. ¿Tal vez porque hacía falta que alguien dijese algo sobre la posición asumida en el período kirchnerista?
-Algunos empresarios se habían pronunciando antes en ese sentido. Nosotros somos el producto de un país poco apegado a la ley y eso se “transpira” en toda la sociedad: desde las autoridades hasta los sectores más bajos. Venimos de una época en la que parecía que cumplir las normas no tenía mucho sentido y se las cuestionaba. Debemos organizar nuestra sociedad a partir del respeto por la ley y de un Estado de derecho que gestione con amplias protecciones constitucionales, con división de poderes funcionando, con una Justicia independiente y con un Poder Legislativo fuerte que represente a los ciudadanos de manera más cabal a como lo hace en la actualidad... Imagino una Argentina donde los representantes del pueblo ya no sean elegidos por la nominación de los jefes del partido. 
-¿Se puede soñar con una Argentina donde la ley se cumpla y sea igual para todos?
-Creo que ese es el camino. Ahora bien, resulta un poco impensable que esto pueda cambiarse de un día para el otro porque es un recorrido diario, que tiene que ver con la educación, con las organizaciones, con la política, con la cultura de la verdad. Y vivimos tiempos donde ha habido muchos desajustes. Pareció que la verdad no tenía mucho sentido: debemos sincerar distintos aspectos de la sociedad y eso es algo que lleva tiempo.  
-¿Mentir no tiene consecuencias?
-Así es. Fue muy normal y todos vimos cómo un señor dedicado a la política hacía un comentario en la intimidad; compartía un pensamiento y un lineamiento; pero, cuando subía el estrado y cambiaba la audiencia, el mensaje era otro. Los dirigentes tenemos que construir un escenario de confianza en un país en el que todos podamos vivir mejor. Nos debemos políticas de largo plazo y consensos sobre aspectos esenciales que sean respetados gobierne quien gobierne y no se abandonen.
 
-Usted expresó en su momento que a algunos empresarios les daba vergüenza ser llamados por ese sustantivo y preferían presentarse como emprendedores...
-Nuestros empresarios son muy buenos, lo que pasa es que trascienden los malos. Si este país es lo que es, si tiene el sector agropecuario que tiene, es porque hay cientos de miles de empresarios que son un ejemplo. Se habla poco sobre ellos y sí de los que crecieron haciendo negocios a la sombra del Estado, a veces negocios no del todo transparentes. Los buenos empresarios necesitan organizarse, y exigir a los autoridades del Estado la aplicación de políticas de buena gobernanza y la designación de funcionarios idóneos: de allí surgirá la racional administración de los recursos que compagine los intereses necesarios para que el país funcione.
-Quizá los buenos empresarios no se destaquen porque los malos no reciben una condena judicial. 
-Cumplir con la ley implica que quienes se aparten de ella sean juzgados: esto debería ser un valor activo permanente. Eso ha faltado en nuestra sociedad, pero no sólo por los malos empresarios. Para que estas cosas pasen se necesitan dos partes, con una no alcanza. Quienes tenían responsabilidades importantes en la administración de la cosa pública incurrieron en los desvíos que estamos viendo.  
-Del presidente Macri se dijo que había formado un gabinete de empresarios y que estaba gobernando para empresarios. ¿Qué dice usted de esos comentarios?
-Opino que esto tiene un claro sentido político: algo hay que decir cuando nos queremos oponer. El presidente Macri administra para todos los argentinos. Me parece una injusticia descalificar su gestión como un Gobierno de empresarios: no es lo que surge de las medidas que tomó. Estas pusieron racionalismo al irracionalismo de los años precedentes. Veníamos de un Gobierno que consumió las joyas de la abuela y el “viento de cola”. Nos hemos gastado lo que era ahorro y patrimonio de todos los argentinos, y hoy nos encontramos con el gravísimo problema de la actualización de los servicios públicos. Si no hubiésemos regalado energía, otro sería el panorama... 
-¿Y qué dice del fenómeno de los políticos que se hicieron empresarios durante la función pública?
-A ver, ¿quién?
-Por ejemplo, el gobernador Manzur.
-Desconozco su actividad empresarial. Sí sé que hizo una gran gestión en el Ministerio de Salud de la Nación mediante la ampliación del calendario de vacunación, el manejo del brote de gripe A y la prevención del cáncer de útero. Fue un excelente ministro, pero desconocía que era empresario. ¿En qué rubro está?
-Aceitunas.
-(Se ríe) Perdone que me ría, pero ser hoy un gran empresario de la aceituna y estar fundido es más o menos lo mismo. 
A Adrián Werthein le sorprende que una definición suya sobre el comportamiento del empresariado en el pasado cercano haya sido tomada por la prensa como un gran mea culpa. En la terraza y mientras fuma un habano pulsudo, el presidente del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP), y uno de los oradores de la “Reunión Nacional de Empresarios del Bicentenario” recuerda que en junio él dijo simplemente “tal vez hayamos sido permisivos e indolentes, tal vez conniventes”. Eso fue en un almuerzo del CICyP, en presencia de colegas y del embajador estadounidense Noah Mamet. En Tucumán y sin quitarse el sombrero, Werthein se esfuerza por matizar su apreciación mientras trata de localizar un poncho de vicuña que dejó olvidado en algún punto entre la residencia del gobernador Juan Manzur y el hotel Sheraton. 

-¿Hizo, entonces, autocrítica?
-Me sorprende porque fue una frase. De periodismo no sé nada, pero se ve que hay un arte muy particular al momento de titular. Dije que “tal vez hayamos sido permisivos...”, pero en un discurso en el que hablaba sobre empleo, el rol de los empresarios y el tremendo esfuerzo que tiene que hacer la administración del presidente Mauricio Macri para sostener a los 18 millones de compatriotas que dependen del Estado. En 2001 apenas había ocho millones. También me referí a la inclusión como una actitud de vida. Hablé de eso y de muchas otras cosas...

-Pero quedó el mea culpa. Hay que preguntarse por qué. ¿Tal vez porque hacía falta que alguien dijese algo sobre la posición asumida en el período kirchnerista?
-Algunos empresarios se habían pronunciando antes en ese sentido. Nosotros somos el producto de un país poco apegado a la ley y eso se “transpira” en toda la sociedad: desde las autoridades hasta los sectores más bajos. Venimos de una época en la que parecía que cumplir las normas no tenía mucho sentido y se las cuestionaba. Debemos organizar nuestra sociedad a partir del respeto por la ley y de un Estado de derecho que gestione con amplias protecciones constitucionales, con división de poderes funcionando, con una Justicia independiente y con un Poder Legislativo fuerte que represente a los ciudadanos de manera más cabal a como lo hace en la actualidad... Imagino una Argentina donde los representantes del pueblo ya no sean elegidos por la nominación de los jefes del partido. 

-¿Se puede soñar con una Argentina donde la ley se cumpla y sea igual para todos?
-Creo que ese es el camino. Ahora bien, resulta un poco impensable que esto pueda cambiarse de un día para el otro porque es un recorrido diario, que tiene que ver con la educación, con las organizaciones, con la política, con la cultura de la verdad. Y vivimos tiempos donde ha habido muchos desajustes. Pareció que la verdad no tenía mucho sentido: debemos sincerar distintos aspectos de la sociedad y eso es algo que lleva tiempo.  

-¿Mentir no tiene consecuencias?
-Así es. Fue muy normal y todos vimos cómo un señor dedicado a la política hacía un comentario en la intimidad; compartía un pensamiento y un lineamiento; pero, cuando subía el estrado y cambiaba la audiencia, el mensaje era otro. Los dirigentes tenemos que construir un escenario de confianza en un país en el que todos podamos vivir mejor. Nos debemos políticas de largo plazo y consensos sobre aspectos esenciales que sean respetados gobierne quien gobierne y no se abandonen.
 
-Usted expresó en su momento que a algunos empresarios les daba vergüenza ser llamados por ese sustantivo y preferían presentarse como emprendedores...
-Nuestros empresarios son muy buenos, lo que pasa es que trascienden los malos. Si este país es lo que es, si tiene el sector agropecuario que tiene, es porque hay cientos de miles de empresarios que son un ejemplo. Se habla poco sobre ellos y sí de los que crecieron haciendo negocios a la sombra del Estado, a veces negocios no del todo transparentes. Los buenos empresarios necesitan organizarse, y exigir a los autoridades del Estado la aplicación de políticas de buena gobernanza y la designación de funcionarios idóneos: de allí surgirá la racional administración de los recursos que compagine los intereses necesarios para que el país funcione.

-Quizá los buenos empresarios no se destaquen porque los malos no reciben una condena judicial. 
-Cumplir con la ley implica que quienes se aparten de ella sean juzgados: esto debería ser un valor activo permanente. Eso ha faltado en nuestra sociedad, pero no sólo por los malos empresarios. Para que estas cosas pasen se necesitan dos partes, con una no alcanza. Quienes tenían responsabilidades importantes en la administración de la cosa pública incurrieron en los desvíos que estamos viendo.  

-Del presidente Macri se dijo que había formado un gabinete de empresarios y que estaba gobernando para empresarios. ¿Qué dice usted de esos comentarios?
-Opino que esto tiene un claro sentido político: algo hay que decir cuando nos queremos oponer. El presidente Macri administra para todos los argentinos. Me parece una injusticia descalificar su gestión como un Gobierno de empresarios: no es lo que surge de las medidas que tomó. Estas pusieron racionalismo al irracionalismo de los años precedentes. Veníamos de un Gobierno que consumió las joyas de la abuela y el “viento de cola”. Nos hemos gastado lo que era ahorro y patrimonio de todos los argentinos, y hoy nos encontramos con el gravísimo problema de la actualización de los servicios públicos. Si no hubiésemos regalado energía, otro sería el panorama... 

-¿Y qué dice del fenómeno de los políticos que se hicieron empresarios durante la función pública?
-A ver, ¿quién?

-Por ejemplo, el gobernador Manzur.
-Desconozco su actividad empresarial. Sí sé que hizo una gran gestión en el Ministerio de Salud de la Nación mediante la ampliación del calendario de vacunación, el manejo del brote de gripe A y la prevención del cáncer de útero. Fue un excelente ministro, pero desconocía que era empresario. ¿En qué rubro está?

-Aceitunas.
-(Se ríe) Perdone que me ría, pero ser hoy un gran empresario de la aceituna y estar fundido es más o menos lo mismo. 

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