18 Julio 2016
PERICIAS. Las divisiones Homicidios y Criminalística de la Policía trabajaron en el lugar, buscando pruebas. la gaceta / fotos de alejandra casas
Emanuel Antonio Reyna estaba en la vereda de la casa de su abuela, en la calle Bolivia, a 50 metros del incesante tráfico de la avenida Ejército del Norte. Cerca de las 16, llegaron dos jóvenes en moto. Uno de ellos le disparó dos veces, en el hombro y en el abdomen. Luego escaparon. El muchacho herido llegó pocos minutos después al Centro de Salud. Al cruzar la puerta de emergencias, ya estaba muerto.
Fuentes policiales confirmaron anoche a LA GACETA que, tras algunas horas de investigación en forma conjunta con la fiscalía de turno, llegaron a la casa de su presunto asesino. Allí los recibieron los padres del acusado, quienes confirmaron que su hijo -pese a su corta edad- tenía un problema desde hace muchos años con Reyna, con quien compartían la vecindad del barrio Juan XXIII, más conocido como ”La Bombilla”. La fuerza buscó al supuesto agresor en la casa de todos sus familiares y amigos, pero aún no lo pudo hallar.
El objetivo de encontrar al prófugo no es solamente detenerlo y llevarlo a prestar declaración, sino también resguardar su integridad física. Los efectivos que estuvieron en el lugar del homicidio y en el hospital junto a los familiares y amigos no descartan que alguno de ellos quiera buscar venganza.
La muerte y las drogas
La muerte de Reyna es la segunda en la zona en un mes. El 14 de junio Juan Alberto Concha, un joven de 23 años que era adicto al “paco”, fue asesinado por un presunto “transa” de la zona que le disparó dos balazos. Si bien hasta el momento se desconoce cuál era el motivo de la enemistad de Reyna y su agresor, el caso tiene una coincidencia con el de Concha: la droga.
Es que el joven que falleció ayer es hijo del “Mono”, un hombre al que le allanaron su propiedad, a dos cuadras de donde mataron a Concha, en junio buscando pruebas sobre un robo. Encontraron cuatro kilos de marihuana, $ 800.000 y cuatro armas de fuego.
El miedo y el prejuicio
Dos horas después del asesinato de Reyna, la cuadra recuperó su vida normal: chicos jugando en la calle, adultos hablando con los vecinos, jóvenes comprando en el quiosco que queda en diagonal al lugar del homicidio.
Allí todos conocen el miedo y por eso prefieren no dar sus nombres. Pero tienen cosas que decir. “Esta es una zona roja, sí, pero a veces se culpa a “La Bombilla” por cosas que no pasan acá. En esta cuadra, todos laburamos”, contó Carlos, que ayer escuchó los dos tiros y salió corriendo a auxiliar al joven herido. “Acá ningún taxi quiere entrar. Y en la esquina podrían poner un policía, pero no lo hacen”, agregó Marcela.
“Estaba amasando. Escuché los tiros y me escondí. Vivimos encerrados, con mucho miedo”, aportó Jorgelina.
Fuentes policiales confirmaron anoche a LA GACETA que, tras algunas horas de investigación en forma conjunta con la fiscalía de turno, llegaron a la casa de su presunto asesino. Allí los recibieron los padres del acusado, quienes confirmaron que su hijo -pese a su corta edad- tenía un problema desde hace muchos años con Reyna, con quien compartían la vecindad del barrio Juan XXIII, más conocido como ”La Bombilla”. La fuerza buscó al supuesto agresor en la casa de todos sus familiares y amigos, pero aún no lo pudo hallar.
El objetivo de encontrar al prófugo no es solamente detenerlo y llevarlo a prestar declaración, sino también resguardar su integridad física. Los efectivos que estuvieron en el lugar del homicidio y en el hospital junto a los familiares y amigos no descartan que alguno de ellos quiera buscar venganza.
La muerte y las drogas
La muerte de Reyna es la segunda en la zona en un mes. El 14 de junio Juan Alberto Concha, un joven de 23 años que era adicto al “paco”, fue asesinado por un presunto “transa” de la zona que le disparó dos balazos. Si bien hasta el momento se desconoce cuál era el motivo de la enemistad de Reyna y su agresor, el caso tiene una coincidencia con el de Concha: la droga.
Es que el joven que falleció ayer es hijo del “Mono”, un hombre al que le allanaron su propiedad, a dos cuadras de donde mataron a Concha, en junio buscando pruebas sobre un robo. Encontraron cuatro kilos de marihuana, $ 800.000 y cuatro armas de fuego.
El miedo y el prejuicio
Dos horas después del asesinato de Reyna, la cuadra recuperó su vida normal: chicos jugando en la calle, adultos hablando con los vecinos, jóvenes comprando en el quiosco que queda en diagonal al lugar del homicidio.
Allí todos conocen el miedo y por eso prefieren no dar sus nombres. Pero tienen cosas que decir. “Esta es una zona roja, sí, pero a veces se culpa a “La Bombilla” por cosas que no pasan acá. En esta cuadra, todos laburamos”, contó Carlos, que ayer escuchó los dos tiros y salió corriendo a auxiliar al joven herido. “Acá ningún taxi quiere entrar. Y en la esquina podrían poner un policía, pero no lo hacen”, agregó Marcela.
“Estaba amasando. Escuché los tiros y me escondí. Vivimos encerrados, con mucho miedo”, aportó Jorgelina.
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