“Un relato nos expone a los acontecimientos y simultáneamente nos protege de ellos”

“Un relato nos expone a los acontecimientos y simultáneamente nos protege de ellos”

Acaba de ganar el Princesa de Asturias, uno de los mayores premios literarios a nivel global. Ford es uno de los grandes escritores norteamericanos, con una obra reconocida con otros galardones como el Pulitzer. Aquí habla sobre Flores en las grietas (libro editado por Anagrama que puede leerse como una autobiografía ejemplar) y acerca de su amigo Raymond Carver.

LO QUE FLORECE EN LAS GRIETAS DE LA HISTORIA “La ficción se desarrolla según sus propios “hechos”: esto sucede, aquello no, eso es consecuencia de aquello (sostiene Ford). La ficción presenta, mediante actos de la imaginación, aquello que es posible”. LO QUE FLORECE EN LAS GRIETAS DE LA HISTORIA “La ficción se desarrolla según sus propios “hechos”: esto sucede, aquello no, eso es consecuencia de aquello (sostiene Ford). La ficción presenta, mediante actos de la imaginación, aquello que es posible”.
26 Junio 2016

PERFIL

Richard Ford nació en Jackson (EE.UU.), en 1944. Es profesor de escritura en la Universidad de Columbia. Después de trabajar como columnista de deportes, en The New York Magazine Inside Sports, publicó El periodista deportivo, novela que fue elegida por la revista Time como una de las cinco mejores de 1986. El libro inició una célebre trilogía que sería completada con El Día de la Independencia (publicado en 1995, fue el primer libro en ganar simultáneamente los premios Pulitzer y PEN/Faulkner), y Acción de gracias (2006).



Por Fabián Soberón

PARA LA GACETA - TUCUMÁN

- En la conferencia que inaugura Flores en las grietas usted afirma: “He aquí una de las mayores presunciones de la literatura: la de ser específica y enfrentar a menudo el reto de poner a prueba la verdad de la sabiduría convencional con detalles y hasta de sustituir la pretendida sabiduría si la encuentra defectuosa”. ¿Podría ampliar este concepto?

- Supongo que el término “concepto” tiene su origen más en la historia que en la literatura (si bien la ficción se desarrolla a partir de la historia). El valor que la historia tiene para nosotros es que los hechos en sí mismos (sucedió esto, sucedió eso, aquello no sucedió) tienen mayor autoridad que las teorías o las predicciones, o que las suposiciones fáciles. La ficción, con su estilo de estar presentando evidencia, reclama lo mismo, con toda autoridad: esto sucede en el relato: eso sucede, aquello no. Los humanos, por propia conveniencia, operamos sobre supuestos y convenciones acerca de la vida: esto es la consecuencia de aquello: esto es posible, aquello no lo es, etcétera. La ficción se desarrolla según sus propios “hechos”: esto sucede, aquello no, eso es consecuencia de aquello -y no interesa que uno piense que tales cosas son posibles, ni importa que sus suposiciones o convenciones le digan a uno lo contrario. La ficción presenta, mediante actos de la imaginación, aquello que es posible.

- En Flores en las grietas hay evocaciones, relatos que unen el recuerdo autobiográfico con la crónica. Usted ha publicado novelas y cuentos. ¿Cómo se siente escribiendo en otro registro, en un registro diferente a la ficción?

- Para mí, escribir es escribir. Hay una escritura que depende de los hechos. Hay otra que dependerá de lo que se invente. Lo que por lo general me interesa, sin embargo, es lo que puede llegar a decirse como consecuencia de lo que ha sucedido, o de lo que se ha dicho, o de lo que se ha tomado por cierto. De esa manera -en términos de consecuencias- la no-ficción, las autobiografías, la ficción misma, ofrecen oportunidades similares para la escritura.

- Uno de los textos más impactantes del libro es aquel que evoca su amistad con Raymond Carver y allí hace, en cierta medida, una evaluación de los cuentos de Carver. ¿Por qué cree que Carver es un cuentista notable? ¿Cuáles son los rasgos que lo distinguen?

- Carver es notable por varias razones: fue capaz de otorgar sentimientos y significados profundos a acontecimientos humanos que convencionalmente no parecieran encerrar ni sentimientos ni significados. De este modo -y con plena conciencia de lo que estaba haciendo- fue como Chejov. Encontró también el lado humorístico de los sucesos humanos (aunque tal recurso pueda haberse perdido en las traducciones -como sucedió con Chejov a medida que sus obras se iban traduciendo al inglés-). Carver demostró una admirable capacidad de concisión -la cual es valiosa en relación con los efectos más bien severos y dramáticos de sus narraciones-. Y tuvo también la habilidad de infundir a sus relatos una humanidad que es casi palpable -una simpatía frente a los sucesos que afectan a los humanos y frente a esos humanos mismos-.

- A propósito de los cuentos de Carver, dice que, “en el fondo, un relato es un instrumento de consuelo”. ¿Podría ampliar esta idea?

- Un relato -que podría ser acerca del más sórdido de los acontecimientos humanos- nos expone a los lectores a esos acontecimientos y simultáneamente nos protege de ellos; y además inventa una forma en la que tales sucesos, sórdidos como son, nos permitan una supervivencia futura. Uno encuentra consuelo en tal idea.

- En El hotel usted cuenta que vivió en un hotel que regenteaba su abuelo. En ese relato, dice: “…ahora sé que la vida normal es la que se puede explicar en una frase. La que no requiere preguntas”. ¿Cuánto influyó en su actividad como escritor “la vida anormal” en el hotel de su abuelo?

- Buena pregunta. Creo que pasar la infancia en un hotel amplió bastante mi tolerancia por lo que podríamos considerar “normal”. Las cosas que suceden en los hoteles son a menudo, como lo digo en mis memorias, sucesos cuyos actores no quisieran que se descubran: vidas secretas, violencia, vergüenzas diversas, indiscreciones. Ser niño en ese ambiente -donde estas cosas eran parte de la rutina cotidiana- me hizo dar cuenta de lo comunes que son, y me convirtió en un individuo con comprensión y tolerancia hacia tales situaciones.

- Uno de los textos de Flores en las grietas se refiere a las diferentes maneras en que ha golpeado en la cara a diversas personas. ¿Por qué ha escrito ese texto? ¿Cree que es una forma de exorcizar ese acto?

- No considero que ese texto sea un exorcismo. Para nada. No hay nada para exorcizar. Es algo en lo que estaba pensando, y me di cuenta de que conocía el tema. Escribí el ensayo como la introducción a un libro de fotografías sobre el boxeo. Mi relación personal con el “deporte” del boxeo tenía que ver con la experiencia menos estilizada, más personal, de pelear a puño limpio.

- En este libro hay varios textos que se apartan de la ficción, textos que podríamos llamar de no ficción. Mi madre también va por esa línea. ¿Usted diría que estos textos abren otra vía o veta en su producción literaria? ¿O forman parte del mismo universo narrativo?

- Bueno, quizás. He pensado mucho en mis padres -a quienes quise mucho-. Los padres de uno, para bien o para mal, operan como personas un tanto “especiales” en la vida de un niño; como personas con vidas incompletas -como si su existencia, para el niño, estuviera dedicada solamente a ser padres-. Solo he querido “abrir” la perspectiva del niño para incluir sus vidas de padres en su totalidad; hacer que la mirada del niño esté de acuerdo con la realidad; esa realidad en la que los padres están viviendo vidas grandes y complejas que el niño no experimenta -pero de la que debería darse cuenta, como una forma de amar más a sus progenitores-.
 
© LA GACETA
Nota:
Entrevista publicada originalmente en este suplemento. La traducción es de Eugenia Flores de Molinillo.

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