“El teatro actual es muy ombliguista”

“El teatro actual es muy ombliguista”

La temática de los pueblos originarios, sus luchas y su proyección hasta la actualidad se representarán en la “Cantata Calchaquí”, de Rafael Nofal.

SOBRE LOS “JUANES”. El texto rememora la lucha de Juan Calchaquí y Juan Chalimín, los héroes calchaquíes, y se pregunta cómo es un Juan actual. Foto gentileza Cantata Calchaquí SOBRE LOS “JUANES”. El texto rememora la lucha de Juan Calchaquí y Juan Chalimín, los héroes calchaquíes, y se pregunta cómo es un Juan actual. Foto gentileza Cantata Calchaquí
28 Mayo 2016
DIRECTOR Y AUTOR: Rafael Nofal. MÚSICA: Federico Falcón. COPLERA: Andrea Mamondes. ELENCO: Javier Virazate, Laly Carhuavilca, Ramiro Trejo, Guadalupe Núñez Camus, Nahuel García, Soledad Llampa, Pablo Medina y Matías Vega; también intervienen alumnos de la Escuela Secundaria de Los Zazos. DURACIÓN: 60’. apto para toda la familia.

ACTÚA HOY
• A las 18, en Amaicha del Valle. La entrada es libre y gratuita.

La pregunta que lo dispara todo tiene como protagonista a Juan. No es uno específico sino un Juan genérico: el que nace y se cría hoy en los Valles Calchaquíes. Tras las pistas de él, de su identidad y realidad, va la “Cantata Calchaquí”, obra en la que Rafael Nofal rememora la lucha contra las invasiones inca y española de los habitantes de los valles de Salta, Tucumán y Catamarca, y traza una línea de tiempo de sus batallas hasta la actualidad. La puesta, que se verá esta tarde en Amaicha, es el primer espectáculo invitado que se representará en la 31° Fiesta Nacional del Teatro.

El dramaturgo y director contó a LA GACETA que hace mucho le rondaba la idea de subir al escenario la temática de los pueblos originarios. “Era un viejo proyecto que teníamos con José Ramayo -secretario general del Instituto Nacional del Teatro-, pero no había textos de esa característica. Hasta que un día me preguntó si me animaba a escribirlo y me dio un año para hacerlo. ¿Por qué queríamos hablar de los originarios? Porque es un tema que no suele tocarse; no se habla de la reivindicación de esos pueblos, de sus necesidades. En general, el teatro actual es muy ombliguista, mira para adentro. Contamos pequeñas historias propias y nunca las que involucran a mucha gente”.

Para abocarse a este texto, Nofal realizó una investigación que incluyó viajes a los Valles y varias entrevistas con sus habitantes, entre otras cosas. El resultado es una historia que enhebra los destinos de tres ‘Juanes’: “me llamó la atención que los dos héroes que reivindican la actitud combativa de los calchaquíes y que sostienen sus dos grandes levantamientos son Juan Calchaquí y Juan Chalimín; es decir, tienen el mismo nombre. Entonces pensé que si en aquel tiempo hubo dos Juanes que sostuvieron la idea de libertad de los calchaquíes, ¿qué será un Juan hoy? El Juan de hoy es un tipo que bajó de los valles, vive en las villas de la ciudad, trabaja de albañil y ayuda a construir edificios que nunca habitará. Un día ese Juan, que se siente totalmente ajeno a la ciudad, decide volver. Ese es el disparador de la obra”.

Melodías de ensueño

El director señaló que desde un principio tuvo claro que quería una cantata. Por eso, mientras la escribía, empezó a buscar quiénes podrían ocuparse de la música. Así dio con la canción de Mano e Mono “Yo soy la cumbia” -que habla sobre los pueblos originarios y cuyo video fue también rodado en Amaicha- y se contactó con el líder de la banda, Federico Falcón. “Nofal me contactó en octubre. En principio no le presté mucha atención, esa es la verdad, pero cuando vi el contenido de la puesta me prendí fuego -admitió el músico, que dijo sentir gran empatía por las temáticas de la cantata-. Yo me crié en Colalao, siempre he tenido relación con la gente y los paisajes vallistos. Además, como montañista, he caminado muchísimo la zona, conocí todos los cerros”.

La obra cuenta con seis canciones -cinco compuestas por Falcón y una por Facundo Gutiérrez, tecladista de Mano e Mono- y nueve incidentales (música de soporte del relato). “Sin duda fue el desafío más importante de mi carrera; marca un antes y un después para mí. Nunca había trabajado para obras de teatro; por fuera de la banda sólo compuse música para el capítulo tucumano de la serie ‘Ranchera’ y para un corto. Fue mucho trabajo y estoy feliz con el resultado. Después de tanta dedicación es un honor, un sueño realizado, que mi música se escuche en la Fiesta del Teatro”.

También en esta ocasión, como en el resto de sus proyectos, a Falcón lo asistió un curioso método de composición, que consiste simplemente en acostarse a dormir. “En estos últimos tiempos mi forma de componer es a través del sueño: sueño una melodía y ahí nomás me despierto para grabarla. La voz sale toda ronca (risas) -contó-. También investigué sobre bandas andinas y sobre las cantatas en general. Rafael me había sugerido que me inspirara en la cantata de Santa María de Iquique, que está buenísima pero es muy antigua, no tiene la fusión que estoy acostumbrado a usar. En general el formato usa pocos instrumentos y muchas voces. Yo no respeté tanto eso; me parecía poco power. Nosotros incluimos hasta guitarras distorsionadas y hay una parte en la que rapeo, pero rapeo con erre, con tonada bien tucumana”.

Celulares y wiphalas

Tanto Falcón como Nofal expresaron sus expectativas de que la “Cantata Calchaquí” refleje no sólo la identidad del vallisto sino también sus peleas actuales. “Hoy los pueblos originarios sufren muchas agresiones de los terratenientes, que van ocupando lentamente sus terrenos, restituidos a ellos hace 400 años por el rey de España. Por otro lado, son invadidos desde lo cultural; están sometidos a un proceso de aculturación: reciben TV por cable o vía satélite, y los chicos ven o escuchan cosas que para ellos son increíbles. Ven negros jugar al básquet cuando en su vida han visto a un negro por acá”, expresó Nofal.

Aún así, el dramaturgo se mostró conmovido por algunas escenas de las que ha sido testigo en los últimos días, durante los ensayos en Amaicha. “Trabajamos con adolescentes de entre 16 y 20 años, que están en el cruce cultural. Todo el tiempo hay que pedirles que larguen el celular para empezar a trabajar y se visten a la manera de los chicos de la ciudad, pero en cuanto rasgas un poquito les aparece el sentido de pertenencia a su comunidad. Por ejemplo, hay una escena que hacemos con banderas argentinas y wiphalas (la de los pueblos originarios), y a la hora de escoger todos los chicos van naturalmente a agarrar la wiphala, que reconocen como propia”.

La llegada de invitados de otras provincias anima al creador de la Cantata: “vendrá mucha gente que no sólo no conoce los valles o lo calchaquí, sino que no tiene idea de cómo es Tucumán. Se encontrarán con una cultura distinta y me encanta poder mostrársela, decirles que esto también es la Argentina”.

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