Notable abordaje introductorio a la Filosofía

Notable abordaje introductorio a la Filosofía

Un clásico gestado en las aulas de Filosofía y Letras de la UNT

HOMENAJE. La publicación recupera la docencia de Casas en Filosofía y Letras. la gaceta / archivo HOMENAJE. La publicación recupera la docencia de Casas en Filosofía y Letras. la gaceta / archivo
27 Septiembre 2015

La Editorial de la Universidad Nacional de Tucumán, con muy buen criterio, ha reeditado este clásico de nuestra formación filosófica de juventud en la Facultad de Filosofía y Letras, que conjugó, en algún momento, lo mejor del pensamiento filosófico del Norte y quizás del país.

En una edición cuidada, sin erratas y de agradable formato, nos devuelve un texto que fue imprescindible para aquellos alumnos. De algún modo, esta publicación es un homenaje a la docencia, a la maravillosa relación maestro–discípulo que Casas, como otros, encarnó. En aquellos años iniciales en los que poníamos a prueba, sin saberlo, nuestra vocación filosófica, llegábamos a la Facultad de Filosofía con alegría y temor a lo desconocido y allí, en la primera clase de Introducción a la Filosofía, estaba el profesor Casas sentado frente a una mesita pequeña, con infinitos papeles desplegados frente a sí –que después serían parte de este libro– mientras desgranaba, con pasión, los grandes temas filosóficos.

Ademanes generosos acompañaban cada idea con la que se entusiasmaba. Se detenía largamente en cada uno de los asuntos: Platón, Aristóteles, San Agustín, la fenomenología, el espiritualismo o la teología de Santo Tomás. Siempre con entusiasmo y una asombrosa y total convicción religiosa que los alumnos percibíamos como el lugar desde el cual hablaba. Era su sello y nunca lo ocultó; este libro lo muestra claramente; la frase que cierra el texto dice: “Al fin un filósofo tiene que repetirse todos los días, con Jasper: Dios existe”. Podemos estar de acuerdo o no con esta perspectiva –siempre hay supuestos en el discurrir del pensamiento–, sin embargo hacerlos explícitos es una manera de salvarlos.

Lo importante es preguntarnos qué significa enseñar filosofía, Es abrir un mundo nuevo y profundo en una particular relación maestro-alumno. No es lo mismo enseñar física o biología o matemáticas. Enseñar filosofía es –más que transmitir contenidos– enseñar a pensar. Y ello es una ardua tarea porque si bien el profesor se apoya en las grandes teorías filosóficas, inmediatamente debe tomar distancia y dejar solo al alumno; pensar es pensar con libertad. De allí la paradoja de esta relación. El profesor está y no está al mismo tiempo. Se trata, más bien, de una invitación a pensar sobre los asuntos del mundo y de la vida en un saber amplio, abstracto y de profundidades. De allí que una Introducción a la Filosofía, como ésta, sea importante. Ella marcará las primeras sendas de un largo camino del pensar que deberá ser libre, generoso, rico, para ser un auténtico pensar.

© LA GACETA

Cristina Bulacio

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